Peraza y Grunn vinieron con su montaje desde Guanare para generar preguntas sobre la soledad de la vejez |
Aníbal Grunn regresó a
Caracas para participar en el Festival de los Invisibles, que realiza anualmente
Alberto Ravara, y lo hizo con el estremecedor espectáculo Compañeros de viaje, acompañado del
actor Wilfredo Peraza y el director
Carlos Arroyo, una sobria producción de la Compañía Regional de Teatro de Portuguesa.
Compañeros de viaje, que hará una temporada durante la caraqueña temporada
de 2014, es la historia de los
amigos Francisco y Cristóbal,
quienes tienen más de 60 años conociéndose. Ambos fanáticos del beisbol
pero de diferentes equipos, ambos
viudos, con hijos y nietos, todos los días por la mañana y por la tarde se
encuentran a jugar dominó, a tomar café y comer caramelos. Pero llega un día en
que se modificaran esos encuentros y al público se llenará de emoción poder ser partícipe de ese
cambio.
Pero
detrás de Compañeros de viaje hay
más saga, porque se trata de la versión venezolana de la pieza argentina Aeroplanos de Carlos Gorostiza, por lo cual
Aníbal comenta que él es un lector
adicto. “Leo toda obra de teatro, novela o cuento que llegue a mis manos. “Aeroplanos es una obra que leí hace muchos años, está
escrita hacia 1992, y que siempre pensé en dirigir. El año pasado, Carlos
Arroyo y yo, planificando el 2013, volvimos a hablar de esta pieza, que a ambos
nos resultaba muy interesante y nos decidimos a hacerla con la Compañía
Regional de Portuguesa.
-¿Por qué la versión
o adaptación?
-El teatro
argentino, ese teatro un tanto realista pero a su vez con visos de sainete y un
poco absurdo, ya que la realidad lo es, me ha gustado desde toda la vida. Por
supuesto que cuando lo leo me imagino la realidad que plantea el autor, sea de
la nacionalidad que sea, en mi entorno sociopolítico. Y cuando decido dirigir o
actuar en alguna de esas obras, me veo en la necesidad de darles la ubicación
geográfica, histórica y política de mi país, para acercarla mucho más a nuestro
público. Todas las realidades se tocan, sin ninguna duda, pero si la vemos
representada por nuestra propia gente y en nuestro propio idioma o nuestro
lenguaje, se hace mucho más cercana y vivencial.
-¿Cuál es la premisa fundamental de su trabajo como
escritor en Compañeros de viaje?
-Mi primera
modificación fue el título, ya que para nosotros, Aeroplanos
no tenía ningún significado más que
el sustantivo de nave aérea. Yendo a la profundidad del texto de autor, sobre
qué habla en esta pieza Gorostiza, descubrimos, porque fue un descubrimiento de
todo el equipo que Compañeros
de viaje, era el nombre perfecto. Porque no solo expresaba el concepto
dramático del autor sino que además indicaba la razón de vida de esos dos
personajes: Francisco y Cristóbal. Y a su vez se transformaba en la realidad
del público.
-¿Qué planes tiene con ese espectáculo?
-Esta obra, como
todas las obras que realizo como actor, como director y como hombre de teatro
quiere persistir en el tiempo tanto como sea posible. La ventaja de Compañeros de viaje es que cuanto más viejos nos vayamos haciendo
mi compañero y yo, mejor será el trabajo, pues más nos iremos acercando a la
realidad de Francisco y de Cristóbal, quienes pasan de los 60 años. También es
bastante posible que hagamos una temporada en Caracas.
-Desde el año 2010 está trabajando en Guanare y hay curiosidad por saber cómo ha sido su
adaptación al llano venezolano.
-En mayo de 2010,
por razones de "salubridad", física y espiritual me fui a vivir a
Guanare y me incorporé completamente a la Compañía Regional de Teatro de
Portuguesa y a todo el movimiento teatral de ese maravilloso estado llanero venezolano.
Nunca he dejado de trabajar y producir teatro: actúo, dirijo, escribo y doy
clases. Es decir hago todo lo que sé hacer. La vida me ha hecho un
privilegiado, voy a cumplir 50 años de vida artística y son 50 años haciendo lo
que me gusta. ¿No es para darle gracias a Dios? Es que si digo gracias a la
vida, pensarán que estoy versionando la canción de Violeta Parra.
Bodas de oro con el teatro
El actor argentino Aníbal Grunn (Bahía Blanca, 1947), como tantos otros
talentosos inmigrantes sureños que llegaron a Venezuela en los años 70, trajo
únicamente dos mudas de ropa, cuatro libros y montones de proyectos. A 37 años
de su desembarco, Aníbal García Belardinelli (su nombre legal) tiene ya más
libros y mucha ropa, además de una notable saga de labores útiles en pro del
desarrollo cultural del país, realizadas desde los escenarios, los estudios de
televisión y los platós cinematográficos. En el año
2015 estará celebrando sus bodas de oro
con el teatro. Cuenta que se prepara trabajando, escribiendo y, sobre todo, “cuidándome
mucho en mi salud ya que espero poder festejarlos con mucha vida, con energía y
trabajo. Desde hace varios años estoy escribiendo un relato novelado de mis
primeros 50 años que aspiro puedan ser publicados en ese año. Por lo demás,
recibiendo todo lo que la vida me dé y abriendo los brazos para que nada se me
escape”.
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