sábado, junio 07, 2014

25 años del coronel macondiano

Un miserable rancho de hojalata  para el coronel, su mujer y el macondiano gallo de pelea
Pocos creyeron en la factibilidad de tal proyecto artístico. Fueron muchas las voces agoreras que advertían la inminencia del fracaso estrepitoso. Pero el tesón y la tozudez de William López y  Carlos Scoffio impulsaron el carromato teatral  y se dio el milagro: la memorable y oportuna reposición del montaje El coronel no tiene quien lo escriba, tal como lo concibió Carlos Giménez hace 25 años con su Rajatabla, con otro elenco,por supuesto.  
Pero ahora, con el remontaje, que con justicia firma Pepe Domínguez, en su primera etapa hizo 13 funciones (cuatro en la  sala  Bolívar y 9 en el Teatro Municipal de Chacao)  suficientes, por ahora,  para impactar a nuevos espectadores o quienes aún quieran refocilarse y meterse una vez  más en esa única máquina del tiempo que es la memoria, como es nuestro caso.
¿Qué cuántas veces disfruté de  la puesta original y las reposiciones que hicieron con Germán Mendieta? No sé, perdí la cuenta porque no hay manera alguna de acumular tantas emociones estéticas y las reflexiones políticas que generaron aquellas representaciones.
 El coronel… ,de este intrincado 2014,  nuevamente estruja el alma al contemplar a una mujer y un hombre unidos hasta más alla de la muerte por su fracaso existencial, tras sepultar al hijo asesinado durante una riña de gallos y quedarse solos con la casa -mísero rancho de hojalata- hipotecada y la pensión que nunca llega. Dos seres para quienes la dignidad es una coraza  contra el horror de que ya no tienen  futuro, porque, como lo escribió Giménez, sumergirse en el  texto teatralizado de  El coronel… es introducirse en el drama de la irredenta sociedad latinoamericana, donde fracasan los arquetipos revolucionarios y todo no pasa de ser una fiebre de múltiples colores que devora a sus habitantes en medio  de un canto coral a la desesperanza. Ahí se materializa lo que produce la esperanza fallida y la ilusión rota ante promesas no cumplidas, por esos asaltos a la honestidad y los pactos de muerte.
No le fue fácil al repositor director Domínguez armar el elenco y adiestrarlo.  Contó con veteranos como Aura Rivas, Miriam Pareja y Francisco Salazar entregados  a plasmar a los desesperados ancianos y los  diestros Gonzalo Velutini, Marco Alcalá, José Sánchez y una desafiante Loly Sánchez. Apuntalados en una nueva generación de comediantes empeñados en no fracasar. Y todos dentro del  mágico rancho de Rafael  Reyeros
¿Eran anarquistas el atrevido teatrero Giménez y el escritor Gabriel Garcia Marquez? No sé. Ambos coincidieron en su amarga reflexión sobre este continente y por eso el espectáculo teatral no deja títere con cabeza, ni Dios se salva de su diatriba contra todo lo establecido.
El coronel no tiene quien le escriba en esta resurrección del 20014  busca ahora una sala para reiterarles a los venezolanos que deben derrotar a la expoliación de su riqueza y rescatar su esperanza traicionada y así vivir como seres humanos  y alcanzar  la felicidad. 

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