Volvió a escena 41 años después. |
Glosando los resúmenes
anuales de YouTube y Jot Down Cultural Magazine, debemos decir que también nos llegó
el momento de hacer el balance de los que no ha dejado el teatro venezolano en
este 2017 y admitir que el resultado es agridulce. Nos ha hecho un año más viejos, nos ha
arrebatado a personas muy queridas y nos ha dado noticias de toda clase, desde
aciertos o triunfos y hasta calamidades a lo largo y ancho del mundo artístico.
Pero sería injusto dejar de señalar el lado positivo, pues ha sido un año que
también nos ha mostrado creativos y esperanzadores espectáculos logrados por una innegable generación de nuevos teatreros
y productores que se han superado a sí mismos.
Ha terminado, pues,
la temporada teatral caraqueña del 2017 con no menos de 200 espectáculos
financiados por el sector privado y el Estado. Todo comenzó con el reestreno de
Reina pepeada de Román Chalbaud (Mérida,
1931), dirigida y producida por Jorge Souki y Douglas Palumbo, el cual constituyó
además un éxito de taquilla en el Centro Cultural BOD para beneficio de
actores, empresarios y donde además el público pudo alabar la visión humanista
y profética del autor, quien la estrenó
en agosto de 1996, en la sala Anna Julia Rojas. Ésta Reina pepeada -y
otros montajes más- es arte y es comercial, que es lo que todos quieren hacer,
pero muy pocos lo alcanzan. ¡Ladran...Sancho!
Este segundo
montaje de Reina pepeada reiteró una vez más la calidad
dramatúrgica y la visión sociológica de Chalbaud, plasmada en un sencillo argumento y sus
arquetípicos personajes, francamente delineados, para plasmar escénicamente a
una Venezuela, sin caer en compromisos politiqueros y sociales. Ahí está su
mapa personal sobre este país, el cual ahora, más que nunca, tiene gran
vigencia, particularmente, porque muestra la descomposición humana surgida en
sus ciudades y desmitifica a la sociedad venezolana a partir de sus
personajes marginales y marginados, vistos con compasión e ironía, como
solamente lo pueden hacer aquellos auténticos escritores que retratan a
sus pueblos. ¡No es un discurso político sino una oportuna y descarnada arenga
social para un pais que difícilmente quiere cambiar!
GRAN SAINETE SOBRE VENEZUELA
Reina pepeada es, es pues, un gran sainete sobre la
sociedad venezolana donde el amor es la mayor carencia de sus habitantes, al
mismo tiempo que compite con el afán de conseguir dinero por parte de su gente,
por lo que están dispuestos a todo, incluso a prostituir sentimientos y cuerpos
y asumir mascaradas o engaños. El autor para balancear la situación
melodramática y/o cursi de la madre Casilda, quien ha visto el derrumbe de sus
ideales de "una sociedad justa" como la predicó Rómulo Betancourt, y
la hija Reina que ha palpado y saboreado como se erigió una democracia que se
corrompió y ahora devora a sus mismos creadores, presenta a un singular
homosexual old fashion o loca, estereotipado ser entre cómico
y patético como parodia de lo que pueda llegar a ser una libertad mal
entendida, pero que al mismo tiempo es honesto y enamorado de la vida y
del amor, al cual toca fugazmente a riesgo de quemarse con
él. Es, quiérase o no, el único personaje masculino digno de la obra, ya que
los otros hombres son villanos de poca monta y con diversos niveles de
degradación.
Y el cierre de esta “extraña” temporada –como lo
analizaremos en artículos posteriores- ha sido con Acto cultural de José Ignacio Cabrujas (1937-1995), en la versión escénica
de Guillermo Díaz Yuma, en el teatro Luis Peraza (sótano de la Iglesia de San
Pedro, de los Chaguaramos), con la participación de Jariana Armas, Lya Bonilla, Larisa González,
Dixon Dacosta, Héctor Castro, Joe Justiniano y Carlos Sánchez Torrealba, una respetuosa
producción del Taller Experimental de Teatro (TET).
Para nosotros, Acto cultural es la peripecia de seis personajes perdidos en un
pueblo venezolano, durante la primera treintena del siglo XX, quienes para trascender
o pretender ser diferentes a los demás, o para no aburrirse en sus soledades existenciales, optan por
fundar una institución cultural dedicada a representar sainetes y organizar conferencias
sobre cualquier tema que los atrape, por eso fundan la sociedad Louis Pasteur y celebran o festejan el Descubrimiento de
América, de acuerdo a los libros tradicionales y arman un tinglado teatral para materializar a Colón con todas sus peripecias ante los
reyes católicos y después la travesía que lo llevaría a descubrir nuevos mundos.
Pero Acto
cultural es más que esta descripción plana que hacemos; para el periodista y
crítico de cine Alfonso Molina, Acto Cultural
–estrenada el 5 de agosto de 1976 en la sala Juana Sujo de El Nuevo Grupo- permite
apreciar nuestra ansiedad y nuestra extrañeza. “Vaguedad y desorden, espera,
locura, deseo, impertinencia, derrumbe y mendicidad, el desierto, la aridez. Aparece
ese campamento, ese país del disimulo, esta maqueta de nación que tanto amó y
por la que tanto trabajó para tratar de cambiarla. En esta pieza aparecen unos
personajes íntegramente teatrales situados en el error, en una equivocación
histórica, en la sintaxis que creen correctamente aprendida y que, declaran,
les da la vida. En Acto cultural se habla sobre la historia de la
Sociedad Luis Pasteur de San Rafael de Ejido, que celebra sus 50 años con la
obra Colón Cristóbal, el genovés alucinado. Durante la
representación los miembros van desnudando sus vidas precarias, sus
miserias. Entran en un ruedo de austeridad y aparente sencillez, en la
desnudez de quien está sin estar, de quien es en el aparentar, expuestos con
una crudeza y a la vez con una ternura que nos mueven a la risa, a la rabia y
al llanto”.
CABRUJAS SE EXPLICA
Cabrujas, quien sabía que nunca hay que explicar las obras teatrales y
que son ellas las que hablan por los artistas en general, pero que si hay revelar
lo que pasaba cuando se creaba un texto, dijo en ocasión del estreno y la primera temporada de su Acto cultural que él había sido un
enamorado de las formas primitivas del
teatro en Venezuela, ”pero sobre todos de
aquellas formas primitivas que copiaban
al escenario, a la forma teatral, en la posibilidad de representar los grandes momentos de la
humanidad, ha de hacer el incendio de Roma. Y Acto cultural es una historia de Colón contada por unos fracasado, por
unos derrotado, por unos tipos que nunca llegaron a nada, que nunca descubrieron
lo que querían, ni siquiera tuvieron la intención de descubrir nada….Y finalmente te, yo creo que
todos en Venezuela somos como los miembros de esa Sociedad Pasteur. Nosotros somos unos asaltantes de la cultura, hemos inventado
una cuestión que nos ha llegado a atrapar, que es una convención cultural: nosotros
figuramos, proponemos, tratamos…pero de una manera u otra nos atrapan las
categorías, los grandes conceptos que hemos heredado y que, sin embargo, no manejamos
porque no forman parte de nuestra cotidianidad. A mí eso me angustia mucho, quisiera
repartir dulces, tisanas, tragos, para que no se sintiera lo teatral, que fuera
verdaderamente un acto cultural propiciada por la Sociedad Luis Pasteur”.
41 AÑOS DESPUÉS
El Acto
cultural que ha presentado el TET es una respetuosa reconstrucción de las
didascalias o las acotaciones que propone el autor, donde incluso hay hasta tisana
y galletas en el intermedio, del espectáculo que dura más de 90 minutos.
Cabrujas sabía porque lo proponía. Un montaje más moderno le quitaría por lo
menos unos 30 minutos, aunque el actual no molesta y es hasta placentero porque
las actuaciones son convincentes. Ahí jugaron a seguro y dejaron las
experimentaciones para después, aunque el TET lleva unos 41 años en esos
avatares de la creación escénica.
Las actuaciones son
solventes o satisfactorias y muestra a unos perfectos personajes atolondrados e
ingenuos, muy conmovidos por las grandezas ajenas. Hay virtuosismo actoral en
todos ellos, especialmente en el protagonista Carlos Sánchez Torrealba. Es un
respetable montaje primitivo, para utilizar el concepto de Cabrujas sobre algunas
manifestaciones del teatro venezolano.
Alfa y Omega. Sainete de Chalbaud y sainete de
Cabrujas. Que gran escritor fue el sainetero Rafael Guinand
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