miércoles, diciembre 06, 2017

La herencia salvaje de Carlos Giménez

El TNT ha proseguido formando o capacitando actores.
 Si el Sida no lo hubiese quitado del camino, ahora tendría 71 años y habría materializado muchos de sus proyectos artísticos y personales los cuales coincidían en uno solo: el definitivo desarrollo del teatro venezolano, el cual por ahora tiene que esperar unos años más. Pero de aquel  Juan Carlos Giménez Gallardo solo nos quedan millones de recuerdos en las memorias de quienes lo conocimos y aplaudimos sus experimentaciones teatrales, sin desechar algunos pocos textos sobre su innegable y valioso periplo existencial, además de la contundente huella física de unos valientes seguidores al no salir o huir del provisional edificio que el Ministerio de Obras Públicas (MOP) construyó como galpón provisional para el Ateneo de Caracas, en una parcela ubicada en el lado norte del Teatro Teresa Carreño.
Ahí, en esos tres pisos de un pequeño edificio de ladrillos rojos, está la sala y la sede administrativa del que fuera el grupo teatral más importante de finales del siglo XX, Rajatabla, muy venido a menos ahora tras la desaparición de su fundador, en 1993, y la muerte del inolvidable gerente general, Francisco Alfaro, en 2011.   En el edificio Rajatabla, como se le conoce desde 1983 -con un busto metálico de Carlos Giménez en la plazoleta de entrada a la edificación- se realizan, desde 1984, unos intensos y hasta originales talleres para la formación actoral, los cuales han servido para el debut de centenares de actores y actrices. Toda la gloria artística de los montajes de Rajatabla se habrá perdido o sustituido, pero esa cantera de preparación artística ha permanecido, en medio de las más difíciles circunstancias, de las cuales hemos sido testigos, porque la formación del recurso humano del teatro venezolano no cesa, es como el relámpago del Catatumbo pero en lo teatral, bajo la mirada oportuna de William (José Rosario) López, el relevo en las lides administrativas.
Y es por todo esos trabajos colectivos que en estos días se presenta el espectáculo de grado de la promoción XXVII del Taller Nacional de Teatro (TNT 2016-2017) de la Fundación Rajatabla, en honor al actor Antonio Delli. Se trata del montaje Salvajes, cuyo texto está basado en la obra contemporánea de teatro chileno En la oscuridad de Marcelo Arcos, y en la novela Detectives salvajes de Roberto Bolaño Roberto Bolaño Ávalos (Santiago de Chile 1953/Barcelona 2003), bajo la adaptación y dirección general de Luis Domingo González. Las actuaciones están a cargo de los egresados del TNT 2016-2017: Luis Bolívar, Howard Madrid, Bárbara Ordoñez, Lady Villamizar, Nelly Sosa, Edison Mejías, Joel Madrid, Carlos Gallardo, Estefanote Ramos y Samelis Zabala.
En Salvajes-muy apropiado el  titulo para lo que enseñan los 90 minutos de la acción escénica- se plasma la cruda historia de dos hermanos a quienes la vida les impidió amar y aprendieron las peores formas para hacerlo; terminando perdidos en el laberinto de una sociedad devastada y fragmentada en innumerables trozos de vidrios rotos,  que nadie se atreve a recoger,  sin poder gritar con furia sus sentimientos; ellos encuentran en la muerte su único medio de liberación para amar, como explica, muy didácticamente, el director y versionista  González, el mismo que acaba de realizar un arqueológico trabajo escénico con el  sainete El rompimiento, de Rafael Guinand, para la Compañía Nacional de Teatro.
Ante una sociedad venezolana que juzga con todos sus cánones, ésta pieza teatral Salvajes plantea como es imposible la posibilidad eterna de amar y como lo que más parece unir a dos personas es lo que termina separándolos trágicamente. Así mismo propone cómo la memoria y los sufrimientos del ayer parecen ser un vago recuerdo del pasado; cuando en realidad siguen latentes en el presente, ya que sólo se cuenta con una esperanza futura que es abrumadora, difusa, y hablamos de la Venezuela que nos atormenta, reitera González, cuyo espectáculo fue iluminado por David Blanco y producido por Rajatabla.
El montaje, que se desarrolla en un espacio escénico en negro y a la italiana, únicamente tiene como dispositivo escenográfico una docena de sillas cubiertas por bolsas plásticas negras, esas que se utilizan para recoger basura o restos humanos. Ahí posible ponderar el vigor físico de ese grupo de muchachas y muchachos que martillan los oídos y las conciencias de los espectadores con sus textos desgarrados y desgarradores, ya que aunque el lenguaje es poético y hasta rudimentario, la incesante movilidad de los interpretes recrean imágenes que no dejan nada a la imaginación por la truculencia de las mismas y por la veracidad de sus contenidos.
Es innegable el trabajo físico y artístico de este elenco de graduandos, quienes además demuestran un compromiso sociopolítico poco frecuente. No hay duda que han utilizado muy bien las líneas que les dejó Bolaños y que además Arcos les aportó. El director González es, pues, el artífice de ese experimento artístico que merece ser visto, aplaudido y comentado .No todo se ha perdido y el teatro no se detiene.
RECOMENDACIÓN
Este grupete de jóvenes egresados –sus edades promedio no superan los 23 años- deben asociarse y continuar trabajando juntos, porque si se dispersan se les hará imposible reagruparse.Hace veinticuatro años de la desaparición física de Carlos Giménez, pero resulta que él dejó uno de los proyectos pedagógicos más importantes en la historia del teatro en Venezuela, hasta ahora. El Taller Nacional de Teatro desde su creación hasta la fecha ha formado más de un centenar de actores y actrices. Hay que  hacer estudios sobre ese TNT, hacerle promoción y el valor que se merece debido a la calidad de enseñanza que reciben los alumnos, por fomentar la idea de la actuación como una profesión y por colaborar con el desarrollo de las artes escénicas en nuestro país, como comenta una ex alumna. La falta de instituciones privadas en las tareas formativas es lamentable, pero ahora se gesta un experimento que puede ser histórico, tal es el proyecto de Escénicas, en la Montaña Creativa, donde Gerardo Blanco lleva la batuta, acompañado de José Tomás Angola Heredia y Matilde Corral, entre otros. En el teatro venezolano se sueña y se construye otro país, y en ese colectivo participamos muchos.

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