El TNT ha proseguido formando o capacitando actores. |
Si el
Sida no lo hubiese quitado del camino, ahora tendría 71 años y habría
materializado muchos de sus proyectos artísticos y personales los cuales coincidían
en uno solo: el definitivo desarrollo del teatro venezolano, el cual por ahora
tiene que esperar unos años más. Pero de aquel Juan Carlos Giménez Gallardo solo nos quedan
millones de recuerdos en las memorias de quienes lo conocimos y aplaudimos sus
experimentaciones teatrales, sin desechar algunos pocos textos sobre su innegable
y valioso periplo existencial, además de la contundente huella física de unos
valientes seguidores al no salir o huir del provisional edificio que el Ministerio
de Obras Públicas (MOP) construyó como galpón provisional para el Ateneo de Caracas, en una
parcela ubicada en el lado norte del Teatro Teresa Carreño.
Ahí, en esos tres pisos de un pequeño edificio
de ladrillos rojos, está la sala y la sede administrativa del que fuera el
grupo teatral más importante de finales del siglo XX, Rajatabla, muy venido a
menos ahora tras la desaparición de su fundador, en 1993, y la muerte del
inolvidable gerente general, Francisco Alfaro, en 2011. En el edificio Rajatabla, como se le conoce
desde 1983 -con un busto metálico de Carlos Giménez en la plazoleta de entrada
a la edificación- se realizan, desde 1984, unos intensos y hasta originales
talleres para la formación actoral, los cuales han servido para el debut de centenares
de actores y actrices. Toda la gloria artística de los montajes de Rajatabla se
habrá perdido o sustituido, pero esa cantera de preparación artística ha
permanecido, en medio de las más difíciles circunstancias, de las cuales hemos
sido testigos, porque la formación del recurso humano del teatro venezolano no cesa,
es como el relámpago del Catatumbo pero en lo teatral, bajo la mirada oportuna
de William (José Rosario) López, el relevo en las lides administrativas.
Y es por todo esos trabajos colectivos que en
estos días se presenta el espectáculo de grado de la promoción XXVII del Taller
Nacional de Teatro (TNT 2016-2017) de
la Fundación Rajatabla, en honor al actor Antonio Delli. Se trata del montaje Salvajes, cuyo texto está basado en la obra contemporánea
de teatro chileno En la oscuridad de
Marcelo Arcos, y en la novela Detectives
salvajes de Roberto Bolaño Roberto Bolaño Ávalos
(Santiago de Chile 1953/Barcelona 2003), bajo la adaptación y dirección general de Luis Domingo González. Las
actuaciones están a cargo de los egresados del TNT 2016-2017: Luis Bolívar,
Howard Madrid, Bárbara Ordoñez, Lady Villamizar, Nelly Sosa, Edison Mejías,
Joel Madrid, Carlos Gallardo, Estefanote Ramos y Samelis Zabala.
En Salvajes-muy
apropiado el titulo para lo que
enseñan los 90 minutos de la acción
escénica- se plasma la cruda historia de dos hermanos a quienes la vida les
impidió amar y aprendieron las peores formas para hacerlo; terminando perdidos en
el laberinto de una sociedad devastada y fragmentada en innumerables trozos de
vidrios rotos, que nadie se atreve a
recoger, sin poder gritar con furia sus
sentimientos; ellos encuentran en la muerte su único medio de liberación para
amar, como explica, muy didácticamente, el director y versionista González, el mismo que acaba de realizar un
arqueológico trabajo escénico con el
sainete El rompimiento, de Rafael Guinand, para la Compañía
Nacional de Teatro.
Ante una sociedad venezolana que juzga con
todos sus cánones, ésta pieza teatral Salvajes
plantea como es imposible la posibilidad eterna de amar y como lo que más
parece unir a dos personas es lo que termina separándolos trágicamente. Así
mismo propone cómo la memoria y los sufrimientos del ayer parecen ser un vago recuerdo
del pasado; cuando en realidad siguen latentes en el presente, ya que sólo se
cuenta con una esperanza futura que es abrumadora, difusa, y hablamos de la
Venezuela que nos atormenta, reitera González, cuyo espectáculo fue iluminado por
David Blanco y producido por Rajatabla.
El montaje, que se desarrolla en un espacio
escénico en negro y a la italiana, únicamente tiene como dispositivo
escenográfico una docena de sillas cubiertas por bolsas plásticas negras, esas que
se utilizan para recoger basura o restos humanos. Ahí posible ponderar el vigor
físico de ese grupo de muchachas y muchachos que martillan los oídos y las
conciencias de los espectadores con sus textos desgarrados y desgarradores, ya
que aunque el lenguaje es poético y hasta rudimentario, la incesante movilidad de
los interpretes recrean imágenes que no dejan nada a la imaginación por la truculencia
de las mismas y por la veracidad de sus contenidos.
Es innegable el trabajo físico y artístico de
este elenco de graduandos, quienes además demuestran un compromiso sociopolítico
poco frecuente. No hay duda que han utilizado muy bien las líneas que les dejó
Bolaños y que además Arcos les aportó. El director González es, pues, el
artífice de ese experimento artístico que merece ser visto, aplaudido y comentado
.No todo se ha perdido y el teatro no se detiene.
RECOMENDACIÓN
Este grupete de jóvenes egresados –sus edades
promedio no superan los 23 años- deben asociarse y continuar trabajando juntos,
porque si se dispersan se les hará imposible reagruparse.Hace veinticuatro años de la desaparición
física de Carlos Giménez, pero resulta que él dejó uno de los proyectos
pedagógicos más importantes en la historia del teatro en Venezuela, hasta
ahora. El Taller Nacional de Teatro desde su creación hasta la fecha ha formado
más de un centenar de actores y actrices. Hay que hacer estudios sobre ese TNT, hacerle
promoción y el valor que se merece debido a la calidad de enseñanza que reciben
los alumnos, por fomentar la idea de la actuación como una profesión y por
colaborar con el desarrollo de las artes escénicas en nuestro país, como
comenta una ex alumna. La falta de instituciones privadas en las
tareas formativas es lamentable, pero ahora se gesta un experimento que puede
ser histórico, tal es el proyecto de Escénicas, en la Montaña Creativa, donde
Gerardo Blanco lleva la batuta, acompañado de José Tomás Angola Heredia y
Matilde Corral, entre otros. En el teatro venezolano se sueña y se construye otro país, y en ese colectivo participamos muchos.
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