Matilde Corral es una gran luchadora por el teatro criollo. |
En
un país, como Venezuela, donde más del 60 por ciento de su público es femenino
es extraño que no haya más mujeres en las actividades teatrales reales y
concretas. Hay fantasmas del pasado que todavía asustan a las familias de las
muchachas que quieren probar suerte en los escenarios. Por eso está en marcha
el proyectivo educativo Escénicas, donde hay profesores de lujo, como Matilda
Corral, valiosa intelectual y maestra, a quien entrevistamos en esta ocasión
¿Desde cuándo en estos avatares
del teatro?
Desde niña, vengo de una familia
numerosa y los primos teníamos costumbre de hacer pequeñas representaciones los
domingos en casa de los abuelos maternos. De ahí en adelante surgieron los motivos.
¿Qué está haciendo actualmente?
Estudiando para mis clases en la
Escuela de Artes de la Universidad Central y el Gimnasio de Actores. Con el
Gimnasio de Actores acabamos de hacer una temporada en el marco del Festival El
Viaje Teatral en su primera edición, que incluyó 4 piezas de nóveles
directores, realizado en coproducción con el Centro Tet, me tocó participar en
la obra Eleonora, una versión
escrita y dirigida por Andreina Salazar de Casa de
Muñecas de Henrik Ibsen, allí
interpreté a Nora,acompañada de Jorge Melo, Mariela Suarez, Rafael
Monsalve, Angel Pájaro, Jesús Hernández, Gledys Especier, además de los
niños Salvador Valera y Abby Vielma.
¿Satisfecha?
Si. Fue una experiencia maravillosa.
Principalmente porque tuve la fortuna de trabajar con gente dedicada y
generosa. Procuro turnar el trabajo de dirección y el de la actuación.
Considero que ayuda mucho a comprender mejor las dimensiones del trabajo. El
Centro Tet es un espacio hermoso para trabajar y el Viaje Teatral desarrollado
por el Grupo Entarimados y el Gimnasio de Actores de la mano de cuatro jóvenes
creadores, Jhoamy Manrique, Shaila Richarson, Andreina Salazar y Mateo Cestari
que hicieron posible ese milagro.
¿Cómo encuentra la situación del
teatro actual?
Pienso que hay más propuestas
teatrales que salas. Creo que más que grandes salas de teatro, en la ciudad debería
haber, así como muchos pequeños parques, pequeñas salas teatrales. Salas bien
dotadas para no más de 80 butacas. Al fortalecer lo comunitario, lo vecinal, se
fortalecen también los lazos entre las personas. Creo que eso nos hace falta.
La actualidad es compleja. Sin embargo los teatreros somos por naturaleza gente
optimista y hay iniciativas interesantes. El microteatro le ha permitido a los
nuevos talentos mostrarse y a los profesionales desarrollar sus ideas. La Caja
de Fósforos contribuye con la formación práctica de actores, directores y ha
generado una sólida propuesta teatral. La Cátedra de Jerzy Grotowski en Unearte
es también un espacio de gran interés para desarrollo integral del actor, entre
otros.
¿Cómo se vincula al proyecto
Escénicas?
Gracias a la generosidad y confianza
que me brindó Gerardo Blanco, su líder.
¿Los actores o las actrices nacen
o se forman en una escuela o academia?
Considero que es indispensable la
formación. Puedes ser un obrero del teatro, un hacedor y eso está bien, tiene
belleza. Es lógico que ocurra porque vivimos en una ciudad sin bibliotecas y
las que hay están desactualizadas. Pero quedarse allí es triste. Un actor debe
estar siempre sediento por saber, por leer, un buen actor es una persona
curiosa, culta. Hay tantas cosas por hacer. Por ejemplo, en el Teatro Teresa
Carreño más que bares y restaurantes debería tener una biblioteca extensa con
la tecnología necesaria para las artes escénicas. Cada sala de teatro de la
ciudad debería incluir su biblioteca. No podemos quedarnos en la superficie. Es
difícil acceder a las nuevas teorías de la actuación y dirección teatral, a las
nuevas tendencias. Por supuesto que internet es de gran ayuda pero no es
suficiente. Pienso que la academia debe refrescarse, mantenerse en constante
transformación de manera que seduzca a los hacedores a continuar con su
formación, a hacerse nuevas preguntas y para ello requiere de un mayor apoyo.
Un actor talentoso que no esté montado en esa ola intelectual se queda en la
repetición. Es por eso que el concepto del Gimnasio de Actores ha sido tan exitoso
en sus ya 12 años de existencia y es por esa misma razón, por esa necesidad que
existe de formar, indagar y subir el nivel que Gerardo Blanco se inspira en la
creación de otro espacio para la formación teatral como lo es Escénica. Es
maravilloso que se abran nuevos espacios para la investigación y este sin duda,
es un gran proyecto.
¿Cómo analiza el proceso o la
situación de la formación actoral actualmente en Venezuela?
Pienso que debe mejorar, que las
escuelas y las universidades que se ocupan de ello necesitan de más apoyo,
muchísimo más. El otro día di una clase en la Escuela César Rengifo y la vi muy
desatendida, tenía muchos años sin ir y lamenté verla de esa manera. Sin
embargo, profesores y alumnos están allí pariendo entre las piedras con un
esfuerzo infinito y un amor a la profesión absoluto, es absurdo que ocurra en
un país tan rico como el nuestro.
¿Cuál es el perfil o el contenido de su programa en Escénicas?
Propone en el primer año un estudio
sobre nuevas maneras de encontrarse con Stanislavski, empezando por Stella
Adler, Uta Hagen, William Ball y Lee Strasberg a través de teóricos más
actualizados como Declan Donnellan y Susan Batson. Ese primer año los actores
trabajarán monólogos que irán de la mano con la teoría estudiada. En el
segundo año se introducirán otros autores como Jerzy Grotowski, Richard
Schechner, Stephen Wangh, también Meyerhold y Bertold Brecht; además de
continuar con Stanislavski y el trabajo de Sonia Moore. En el segundo año se
enfrentarán a escenas de la mano con la teoría estudiada.
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