Pablo García Gámez, dramaturgo criollo que vive en Nueva York. |
El
teatro venezolano del siglo XXI tiene otro dramaturgo comprobado desde el
escenario como consecuencia de un sensato y dinámico proyecto de las artes escénicas
del Ministerio del Poder Popular para la Cultura, por intermedio del Concurso
de Dramaturgia Apacuana y el montaje del texto galardonado. Ya se hizo antes
con Peludas en el cielo de Gustavo Ott
(Caracas, 14 de enero, 1963), exhibido en la temporada 2016, y ahora prosigue Oscuro, de noche de Pablo García Gámez
(Caracas, 22 de septiembre de 1961), el cual hace temporada en la sala Alberto
de Paz y Mateos, en su programación 2018.
La historia del teatro, que en ocasiones
termina siendo una glosa de la saga social, política y económica del país que
lo hace posible, se encargará algún día de redondear la merecida información y
reacción sobre cada una de esas dos obras venezolanísimas, además de su
proyección en las comunidades donde sean exhibidas, las cuales tuvieron la
suerte de ser convertidas en estremecedores espectáculos por el director Carlos
Arroyo y con valiosos elencos profesionales de la Compañía Nacional de Teatro
(CNT).
OSCURO,
DE NOCHE
Contar el texto teatral que ahora se
representa no es lo adecuado, porque debe el espectador escucharlo y ver su interpretación
escénica, para asimilarlo y esperar que se dé la indispensable catarsis. No obstante
podemos advertirle al lector de estas líneas que se trata de un drama -donde además
hay una peculiar “música urbana contemporánea”, más dirigida a los sentidos que
a la razón- sobre la conocida y bastante sufrida violencia urbana, que no es exclusiva
de Caracas. Ahí, en la tarde noche de un viernes, Kenny Barrios (25 años) fue asaltado
y muerto para robarle su recién adquirida motocicleta. Sus padres, Cristóbal y
Zenobia, se enteran de la macabra noticia y comienzan a luchar contra las
imágenes negativas que brotaron sobre su unigénito. Ellos hacen lo posible para
cumplir con los rituales funerarios, pero encuentran una kafkiana serie de
obstáculos burocráticos, mientras que la preguntona abuela paterna, Mercedes, que
está seriamente enferma, agudiza la crisis familiar. Los medios de comunicación
mencionan que la víctima tenía actividades ilegales, al tiempo que el proceso
en la morgue dura más de lo debido y en las funerarias se niegan a velar el
cadáver. Sus deudos tratan de resolver cada problema en la marcha, buscando
encontrar una paz que no llega. Mientras
tanto, tres testigos cuentan sus versiones sobre ese crimen y se
niegan a compartirlas con las autoridades.
Y como el héroe tenía una amada, Lucía (Ariana León), ella narra cómo
fueron sus amores. El final, además del prólogo, actuado por un payaso (Andy Pérez),
sirve para reiterar que es una historia de la vida real, a la que todo el mundo
le tiene miedo porque le puede pasar a cualquiera. No hay moraleja ni tampoco mensaje,
solo una advertencia: que lo dice todo en su título: Oscuro, de noche.
AUTOR
DE OBRAS PROPIAS
García Gámez asegura que Oscuro, de noche es su texto 16 y por primera
vez se le presenta su teatro a lo grande en Caracas, aunque ya ante le montaron
una pieza breve, por lo que viene desde Nueva York para verlo. El revela que
esta pieza nació de un hecho real que lo contó su madre durante noche de un domingo,
hacia el año 2010. “Ella estaba afectada
porque un familiar había sido victima de un acto violento de noche y en la
calle. Me dio detalles. Esto se
convirtió en imágenes recurrentes, que me perseguían. Tal vez al año, quizás dos, llegó el momento
de conjurarlas: me puse a escribir. La investigación sobre los hechos, más que
investigación fue la voz de mi madre, Graciela Margarita, extraordinaria
narradora oral que nunca se reconoció como tal, pero cuando contaba una historia
lo hacía con propiedad y convicción. Nunca hablé directamente con los padres o
hermanos de Kenny; a pesar de los años tuve y tengo temor porque ese tipo de
dolor no se cura; sin embargo, cuando terminé la pieza, ellos la leyeron, no
les pregunté qué les parecía y ellos tampoco me dijeron. Después me enteré, de cosas que decían los
personajes, que llegaron a decir los padres; por ejemplo, supe que la madre una
vez gritó: “¡Dios, no existes!” como dice Cristóbal, el personaje en el texto;
claro, son situaciones límite. Los
padres irán a la obra: espero que tenga un efecto positivo para ellos. También pude cotejar la parte informativa de
algunos los medios y encontré bastante material, especialmente en El Universal”. No es la primera vez que
la realidad venezolana nutre a su teatro, ya que Román Chalbaud y Rodolfo
Santana, para citar a estos célebres autores, tienen varios textos que lo
demuestran.
Y aquí cabe dejar constancia que el texto de
García Gámez carece de las tradicionales didascalias y la común estructura
general de una introducción, la exposición, el clímax y un desenlace; solo unas
líneas semiperdidas en 30 apretadas páginas, destinadas a plasmar un obra de un
largo acto único y 32 fragmentos para ser ubicables en el tiempo y el tiempo circulares.
La modernidad reclama la suyo, pero al final lo clásico emerge, está ahí.
VERSIÓN
ESCÉNICA
Es, pues, un texto no convencional donde
García Gámez apunta a la médula de la esfera privada de la familia de Kenny que
ha sido desequilibrada o herida. El
detonante es el hecho que le ocurre al Kenny y lo que importaba era ver qué
pasaba en el mundo de Zenobia (Francis Rueda y Adriana Bustamante), Cristóbal
Luis Domingo González, Lucía (Ariana León lanzando sus románticas líneas desde
la lira circense) y la anciana Mercedes (María Brito), cual abuela lorquiana. Encontró que necesitaba un narrador, una
especie de juglar o payaso contemporáneo para guiar la historia, donde Andy
Perez quedo perfecto. Mucho trabajo en escaso tiempo para el trabajo global.
Así lo entendieron el director Arroyo y su
elenco de más de 13 actores que durante dos meses lucharon para darle vida escénica
o teatral. Y nosotros estuvimos ahí, cual “mirones de palo”, presenciando esa lucha
contra tiempos, verbos y espacios físicos donde se desarrollaban las acciones
preñadas de emociones y lágrimas. Una experiencia que nos dejó mucha enseñanza
sobre el arte de la dirección y la actuación.
Diremos que valió la pena acompañar ese
proceso, el cual terminó siendo también nuestro de tanto leer y releer cada
línea y poder así lograr ponderar las pugnas de cada actor con sus personajes,
cuyas historias inventaron ellos. No se puede ni se debe hacer crítica desde la
comodidad de una butaca. No, porque dirigir
y actuar no son tareas fáciles para ningún profesional del teatro, aunque
algunos se burlan o incluso se quejan.
Mención especial merece el director Arroyo
que se fabricó su monumental y piramidal cerro caraqueño, para asimilarlo y ahí
enclavar la casa de Kenny, a los vecinos curiosos, la morgue, la funeraria y el
cementerio, todos definidos en sus espacios y con sus atmósferas temporales necesarias,
además de una atmósfera general impactante. No sé si debo escribirlo, pero nos recordó
a ciertos montajes espectaculares que hiciera Carlos Giménez en los años 80 y
los 90 (La muerte de García Lorca, La honesta
persona de Se-Chuan, etcétera) por el desafío a las reglas mismas del
teatro y porque se buscó una especie de encuadre de imagen para esa cámara
cinematográfica que todos llevamos en nuestros ojos, aunado al uso inolvidable
de la iluminación. Y el director hizo lo suyo: ordenar o reordenar según las
necesidades de la anécdota general. Una discreta, respetuosa y contundente
versión escénica, tarea compleja por el compromiso que genera.
Dicho, de otra manera, en Oscuro, de noche, los actores, con mínimas
excepciones, cumplieron perfectamente con las exigencias de un montaje
didáctico o aleccionador y un tanto lúdico ante las características mismas del texto,
ya que se trata de un circo que vaga por llanuras o montañas venezolanas.
Las funciones posteriores, hasta finales
de octubre, pulirán las actuaciones y redondearán el tiempo escénico necesario
para estos tiempos donde el miedo nos ha hecho construir muros invisibles donde
estamos con otros millones de almas, procurando encerrarnos hasta que asumamos
el ejercicio ciudadano que permita al colectivo conjurar ese miedo a partir de
la práctica, como pide García Gámez, desde Nueva York.
ELENCO
Hay que dejar constancia, pues, de que ahí participaron los
comediantes Francis Rueda, Adriana Bustamante, Luis Domingo González, Gustavo
Rengel, Ariana León, Dora Farias, Marxlenin
Cipriani, Randymar Guevara, Gustavo Meléndez, Trino Rojas, Kala Fuenmayor, Adrián
Jiménez, Angélica Rinaldi, Yordano Marquina, María Tellis, María Brito, Andy
Pérez, Vito Lonardo y Jorge Canelón, integrantes del elenco estable de la CNT.
La música es, sin duda alguna, un creativo ensamble y el vestuario es de la
CNT.
La temporada de Oscuro de noche, es de jueves a
domingo, a las 4PM, a lo largo del venidero octubre, en el teatro Alberto de Paz y Mateos, el cual está
ubicado, entre la Avenida La Colina y la avenida Andrés Bello, en
la Prolongación Los Manolos. Urbanización Las Palmas. Metro
Plaza Venezuela, conexión Metrobus Nº 314.
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