El original y el actor para ser vistos en la Caracas del siglo XXI |
El teatro caraqueño,
para no hablar del que se hace en alguno otro de los 335 municipios venezolanos,
es noticia permanente. ¿Qué, cómo, quién lo hace o lo gesta o quién lo disfruta?
Son algunas preguntas que no
responderemos ahora. Y nos dedicaremos a solo anunciar que ya regresa El duelista, según informa José Tomás Angola
Heredia, teatrero muy activo en los últimos tiempos.
¿De dónde salió El duelista, donde usted es el
protagonista escénico?
Es una aproximación
de Federico Pacanins sobre el legendario José Gil Fortoul, nacido en Barquisimeto,
en 1861 y muerto en Caracas, hacia 1943, y pretende representar, de una manera
emblemática las contradicciones de los intelectuales venezolanos. Hombre de
enorme cultura, cultivó casi todas las áreas humanísticas de su tiempo: del
derecho a la sociología, de la creación literaria a la historia, de la
filosofía a la crítica. Sin embargo, aunque fue un adelantado y descolló en
unas áreas de la historia y el derecho, fue menos que mediocre en otras, como
la poesía. Hombre al servicio de la pluma, no escatimó en tomar la espada para
lances personales llegando incluso a escribir un Tratado de Esgrima. Librepensador y creyente ferviente de la
libertad individual, respaldó, apoyó y colaboró con dos regímenes políticos
autocráticos y brutales como lo fueron el de Cipriano Castro y Juan Vicente
Gómez. En el de este último llegó a ser incluso Presidente "de
utilería" y armarle todo el tinglado constitucional para que el general Gómez se
quedara en el poder de forma vitalicia. Guaro de pura cepa, venezolanista
convencido, y formado académicamente en Caracas, al regresar de su largo
periplo por Europa llegó con un acento afrancesado que no perdió en toda su
vida, y que fue motivo de burla por muchos. De obra intelectual trascendente
que escribió pensando en la posteridad, vivió siempre pendiente de la fugaz y
efímera apariencia personal, usando un estrafalario bisoñé para tapar la
temprana calva, o bañándose en perfume francés para huirle a la vejez. En Gil
Fortoul cohabitó lo divino y lo profano en una dialéctica perpetua y sin
solución. Era un bastión del positivismo
¿Hay que aplicar las teorías positivistas para
entender a Venezuela ?
Como bien
mencionas, Gil Fortoul es uno de los personajes del positivismo en Venezuela.
Su pensamiento, adscrito a esta escuela, le permitió llevar la historiografía
nacional a terrenos científicos por lo que se le considera uno de los padres de
los estudios modernos de historia. Sin embargo el positivismo también es
responsable de ciertos prejuicios que incluso hoy perduran. Prejuicios como que
nuestra mezcla étnica (entonces llamada de razas) conspiraba contra nuestra
capacidad de progresar o superarnos como sociedad, o que la falta de estaciones
del clima en nuestra latitud, nos condicionaba a no tener visión de ahorro o
mentalidad planificadora del futuro. Eso llevó a Gil Fortoul y otros intelectuales
a creer en el eurocentrismo, y a predicar la preterida tesis del "Gendarme
necesario" en la política. El positivismo está superado pues si bien
permitió cimentar a la razón, la ciencia y la experiencia como fuentes del
conocimiento, desechó el espectro intangible, metafísico y espiritual del
hombre. La hermenéutica se encargaría luego de ampliar los caminos del
conocimiento e integrar todos estos ámbitos con la racionalidad.
¿Cómo están elaborados obra y espectáculo? ¿Fechas
de la temporada y el elenco?
La obra es
original de Pacanins, siendo él también su director, quien la escribió
inicialmente pensando en el querido Cayito Aponte. Como un homenaje a su larga
carrera artística y para su lucimiento. En esa época yo fungía de director y
Cayito la protagonizaría. Tuvimos una lectura del texto, pero entonces Cayito
ya empezaba a acusar las dolencias que finalmente nos lo arrebataron. No pudo
asumir el proyecto. Con pocos meses para el estreno, Federico propuso un
enroque que produjo este espectáculo: me ofreció el personaje de Gil Fortoul
mientras que él enfrentaría el reto de dirigirla. Me gustó mucho el resultado.
Me permitió explorar mis capacidades y limitaciones para interpretar a un
hombre de 80 años en el último día de su vida. Federico se vale de esa anécdota
para hacer un recorrido por la vida del intelectual, un recorrido que también
descubre una Venezuela, una forma de ser, una sociedad, un tiempo que
irónicamente tiene mucho de común con nuestro presente. A Gil Fortoul lo visitan
apariciones de su memoria, como el padre Carlos Borges, sacerdote de vida
disipada y sensual, poeta y orador incendiario, interpretado por Salvador Pérez
Castro. O "Lola", suerte de símbolo en donde Pacanins resume todos
los amores y las musas del sabio, papel que representa Valentina Garrido. De su
cotidianidad está "Candelaria", idealización del femenino caraqueño
de entonces, interpretado por Sandra Yajure. Como suele ser habitual en las
producciones de Federico, la música juega un papel central. Todos los detalles
se han cuidado con mucho esmero: el vestuario de época es responsabilidad de
Fabiola Neri, así como la reconstrucción física de Gil Fortoul. La escenografía
está firmada por el maestro Freddy Belisario. La iluminación es de Manuel
Troconis. El trabajo de video y escenografía virtual de José Martínez, y la
producción general es de Carlos Silva.
El espectáculo El duelista se estrenó el año pasado,
pero fue durante la época de las grandes protestas, así que Federico decidió
reestrenarlo el sábado 20 de octubre en la Asociación Cultural Humboldt de San
Bernardino, en una breve temporada de solo cuatro funciones, sábados y domingos
a las 11 am.
¿Cómo puede pasar de la escritura a la dirección y
ahora a la actuación? ¿En qué rubro se siente mejor?
En el teatro me
pasa algo parecido como en la literatura. Algunos me preguntan cómo puedo pasar
de la poesía a la narrativa. Y realmente no tengo respuesta para ellos. Hay
temas que demandan ser enfrentados desde el verso, y esos asuntos me obligan a
escribirlos así. Otros solo tienen entidad en la prosa y la narración. Me
siento escritor, creo serlo y todo surge desde esa parcela de la creación, pero
el ser director (oficio en el que tengo casi 30 años) me permite plasmar con
mayor libertad lo que se expone en el texto. La dramaturgia del director, el
ser puestista, es quizá otra faceta del escritor. Con el rol de actor pasa algo
distinto. Darle vida, sentir, pensar, padecer, lo que ha sido escrito es una
oportunidad única para un dramaturgo de descubrir la verdad en un personaje. Es
como el científico que diseña un cohete, pero tiene la maravillosa oportunidad
de subirse a él y pilotarlo. Saber en carne propia cómo asciende, cómo vuela,
como orbita es una suerte única. Sin embargo formalmente no me considero actor.
Se lo digo a mis compañeros de tabla, actores y actrices magníficos que respeto
mucho. Es un oficio que amerita un gran talento y una gran disciplina. Lo
respeto mucho para usurparlo. Me veo más como un turista en el país del actor.
¿Y después que hay en camino?
El 2019 será un
año de mucho teatro. La sociedad artística que tengo con Federico Pacanins, un
hombre de y para la cultura, nos permite soñar en muchos proyectos que de otra
manera serían imposibles. Proyectos de arte en donde participan instituciones
de gran prestigio como la Asociación Cultural Humboldt (que cumple 70 años en
el 2019), o ascendentes figuras de la escena como Elizabeth Yrausquín y su
grupo Asklepión. Es una sociedad en donde nadie pierde su independencia o
libertad creativa, pero que aúna esfuerzos para establecer programaciones
con altos valores artísticos, cosa que es vital y necesaria en nuestro teatro.
Para nosotros en 2019 habrá mucho Shakespeare, Goethe, Thomas Mann, Brecht pero
también muchos autores nacionales como Leoncio Martínez, Arturo Uslar Pietri y
Eduardo Casanova. Yo por lo pronto reestreno una pieza de mi autoría que se
presentó por vez primera en 1995 en la Sala Rajatabla, y luego fue publicada en
España en 1999, El Molino. Inspirada
en la historia real de un militar venezolano, José de Jesús Sánchez Carrero,
que fue a luchar con los franceses en la Primera Guerra Mundial, y murió
heroicamente en la aterradora campaña del Chemin des dames, en la legendaria
batalla del Molino de Laffaux. Ese argumento me permitió explorar temas como
qué era el heroísmo, qué significa el valor o el sacrificio, o cómo la guerra
es siempre una lucha en donde el enemigo es uno mismo. En esta obra
extremaremos el uso de nuevas tecnologías aplicadas a la escena de una forma
nunca vista en nuestro teatro. Eso ocurrirá en el primer trimestre de 2019.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario