José Tomas Angola Heredia en su rol del histórico Gil Fortoul. |
Sus cultivados cacúmenes les han
permitido materializar en diversos escenarios, para el natural disfrute de los
espectadores, sus versiones y visiones teatrales sobre Cipriano Castro, Juan
Vicente Gómez, Diógenes Escalante, Camilo José Cela, Marcos Pérez Jiménez, Isaías
Medina Angarita, Estrella Serfati (la romántica madre biológica de Isaac Chocrón)
y, más recientemente, a José Gil Fortoul.
Nos referimos, por supuesto a Javier
Vidal Prada y Federico Pacanins, respetables artistas de la escena vernácula
empeñados en acrecentar la teatralidad criolla a partir de las conspicuas sagas
de esos personajes históricos a quienes lograron evocar en sendos textos representados
durante las últimas temporadas. Una prueba innegable de que sí aman y quieren
lo mejor para sus connacionales.
El más reciente de los
eventos teatrales que aquí hemos evocado es precisamente una pulcra aproximación de Pacanins sobre el
legendario Gil Fortoul, nacido en Barquisimeto, en 1861 y muerto en Caracas,
hacia 1943, cuyo fin último es, nada más y nada menos, que representar, de una manera emblemática las
contradicciones de los intelectuales venezolanos de los últimos 200 años, esos
que quisieron estar con Dios y con el Diablo sin comprometerse para no salir
canonizados ni chamuscados, como bien nos apuntó precisamente el primer actor José Tomás Angola
Heredia, quien le ha dado una respetable presencia escénica para la breve temporada
de El duelista, en el excelente espacio
teatral que dispone la Asociación Cultural Humboldt, en la avenida Juan Germán
Roscio de San Bernardino.
Angola Heredia ha subrayado que Gil Fortoul
era un hombre de enorme cultura, quien cultivó casi todas las áreas
humanísticas de su tiempo, sin embargo, aunque fue un adelantado y descolló en
unas áreas de la historia y el derecho, fue menos que un mediocre en otras,
como la poesía. Hombre al servicio de la pluma, no escatimó en tomar la espada
para lances personales. Librepensador y creyente ferviente de la libertad
individual, respaldó, apoyó y colaboró con dos regímenes políticos autocráticos
y brutales como lo fueron el de Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez. En el de
este último llegó a ser incluso Presidente "de utilería" y armarle
todo el tinglado constitucional para que el general Gómez se quedara en el
poder de forma vitalicia, como subrayara el mismo Angola Heredia, aunque como
mandatario firmo un decreto que estimó a la educación primaria como una
condición primordial para las instituciones republicanas y democráticas.
Para el autor Pacanins, Gil Fortoul, quien escribió
pensando en la posteridad, vivió siempre pendiente de la fugaz y efímera
apariencia personal, usando un estrafalario bisoñé para tapar la temprana
calva, o bañándose en perfume francés dizque para huirle a la vejez. Se ha
dicho que en Gil Fortoul cohabitó lo divino y lo profano en una dialéctica
perpetua y sin solución. Era un bastión del positivismo, que aunque está superado
permitió cimentar a la razón, la ciencia y la experiencia como fuentes del
conocimiento, desechó el espectro intangible, metafísico y espiritual del
hombre. La hermenéutica se encargaría luego de ampliar los caminos del
conocimiento e integrar todos estos ámbitos con la racionalidad, diría Angola
Heredia, quien viene precisamente de teatralizar y encarnar a Ernest Hemingway,
nada menos.
El montaje de este unipersonal, donde
el personaje real es el propio Gil Fortoul en el baño de su casa, a quien lo
acompaña la aparición de Lola, una significativa mujer, podría haber sido más
rico o placentero si se hubiese usado el video
mapping para recrear algunas de las facetas de este hombre que murió a los
82 años en su residencia, en el Country Club. No obstante fluye sin mayores
contratiempos por la fuerte presencia que le da Angola Heredia.
Este espectáculo sobre Gil Fortoul
obliga a pensar y repensar, pues, lo que han sido, lo que son y lo que pueden
llegar a ser los intelectuales en la vida pública de Venezuela, especialmente
por sus relaciones en el Poder. Un tema fantástico para cualquier dramaturgo,
un tema que es necesario para la cultura misma del pais venezolano, un tema que
Shakespeare y Moliere afrontaron y lucharon para superar a sus jefes o reyes.
Pero eso será con otra obra, por supuesto.
Por ahora El duelista cumple con su cometido: una faceta, en el postrer
momento de la vida misma del protagonista, toda una personalidad que tuvo su vital
importancia y por lo cual se le recuerda ahora.
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