Francis Rueda en su nuevo personaje.
Gracias a la
moralista comedia española El
sí de las niñas, de Leandro
Fernández de Moratín, conocimos a Francis Rueda (Caracas,
17 de abril de 1949) encarnando a “Doña Francisca” durante la
temporada teatral de 1970, en la sala Alberto de Paz y Mateos de El Nuevo Grupo, bajo la dirección
de Antonio Briceño, precisamente cuando ese espacio era la
sede artística de El Nuevo Grupo, un histórico “portaviones” de producciones que
lanzó al estrellato a Isaac Chocrón, Román Chalbaud y José Ignacio Cabrujas.
Y ahora en este deslumbrante siglo XXI y mientras desafiamos a este
convulso año 2019, en medio de la programación del 8 Festival Internacional de
Teatro de Caracas, Francis Rueda ha querido
relanzar a la agrupación Teatro
del Duende de su extinto marido Gilberto Pinto, con el unipersonal Taller de Actuación Espina, un texto especialmente
escrito para ella por Pablo García Gámez , el cual ha sido puesto en escena,
con mucho celo y sabios cuidados, por Oscar Acosta, y exhibido inicialmente en
la sala Horacio Peterson de Unearte, antes de una temporada más amplia en otro
espacio escénico de Caracas, según sus
proyectos.
Cuenta García Gámez, desde Nueva York, donde lleva
dos largas décadas viviendo y estudiando, además de cultivar con intensidad la dramaturgia,
que el proceso creativo del Taller de
Actuación Espina no fue complicado. “Es de esos textos que se resuelven por
sí solos. Es el proceso de observación
al que uno se somete. Se ve uno y otro
caso que quedan en la memoria. Hablas
con un aspirante a actor que orgulloso te cuenta que hizo este o ese taller; el
aspirante piensa que aprendió todo. Utiliza
su paso por el taller de dos semanas, de un mes y se considera profesional, aunque
no esté consciente de su cuerpo, de la posibilidad de sus movimientos, de su
voz. Te enteras o tal vez presencias de esas
historias y va creciendo la idea”.
Comenta, el laureado autor de Oscuro,
de noche, pieza estrenada por la Compañía Nacional de Teatro, durante la
temporada 2018, dirigida por Carlos Arroyo, que en estas épocas neoliberales, la
fama de un actor o actriz se diluye mucho más rápido que en el pasado, los
espacios laborales se acortan. “Queda,
pues, rebuscarse con el taller. Hay
histriones que son excelentes pedagogos y otros no tanto. A través de las redes sociales te enteras de
la elevada cantidad de talleres que se ofrecen en cualquier capital”.
Dar el taller para subsistir y egresar del taller pensándote profesional
son las dos caras del drama que propone García Gámez y que Francis Rueda ha
encarnado magistralmente. ”Es un drama para los actores profesionales que se
ven en la necesidad de convertirse o tratar de ser docentes para subsistir. Drama para la joven que cree que el taller
cierra su período de estudiante. Regina Espina se inventa su realidad y su
pasado porque el contexto la lanza a la periferia. Por eso recuerda al concurso de belleza Miss Pericoco, la
intervención en la telenovela, la oferta de Almodóvar. Si hay algo que sea inventado ella lo utiliza
como dispositivo contra la marginación y el rechazo. El pasado -real o no- es el escudo con el que
se protege. El resto es edición y
habilidad de la interprete y los normales aportes naturales del puestista”.
Ahí Regina Espina rememora que fue
Miss Pericoco porque de pequeña sus padres la llevaban a ese caserío que le
parecía un lugar fantástico del Litoral Central. “Es el país en el que ser miss es tener cierto
poder, quise hacerle su homenaje a Pericoco.
Los tambores están incluidos justo por lo que le ocurre a Regina: pueden
llevarte al trance. La maestra también
es una ciudadana global a la que le da tristeza que sus estudiantes no usen
ropa de marca porque la marca, para ella, es éxito, además de agarrar
costumbres no tan sanas como llegar tarde a todas partes. Regina me resulta agradable. Hasta la entiendo. Pasó su vida pensando en el futuro y ya el
futuro llegó y ella sigue como en sus primeros años de carrera… peor, porque
está desempleada. El drama que acosa a los profesionales cuando les llega la
edad del retiro o están desempleados”, remarca el escritor.
MONTAJE
Francis Rueda, bajo
la dirección de Oscar Acosta, brinda la oportunidad disfrutar un hilarante
espectáculo, con la participación especial de Aura Rivas y Aura D´Arthenay, producido
por la Compañía Nacional de Teatro y la agrupación Teatro del Duende, que
cuenta con la realización de videos de Juan Hernández, y la asistencia como
operador de vídeos y musicalización de Paul Salazar.
Ahí Francis Rueda,
(Premio Nacional de Teatro 2017), demuestra su profesionalismo, una vez más, en
esta segunda oportunidad de representar un texto de Pablo García Gámez.
Recordemos, que viene de actuar en Oscuro, de noche, que le mereciera a
García Gámez, el Premio Apacuana de Teatro 2017.
Actriz desde los 16
años de edad, en su repertorio figuran autores como Albert Camus, Federico
García Lorca, Lope de Vega, Gilberto Pinto, Isaac Chocrón, José Ignacio
Cabrujas, César Rengifo, Román Chalbaud, Eugene O’ Neill, Carlo Goldoni, Moliere,
Tennessee Williams, Griselda Gambaro, Emilio Carballido, Antón Chéjov,
Zorrilla, Arthur Miller, Nelson Rodrigues, y Pablo García Gámez, entre otros.
La actriz, pues, materializa la historia de Regina Espina, una actriz, apegada
a sus raíces, que desatendió la propuesta para trabajar con el director de cine
español, Pedro Almodóvar, y decidió quedarse en su país para desarrollar su
carrera. Y como el teatro siempre está en crisis, la actriz se dedicó a dictar
talleres de actuación -a veces de modelaje- para generarse el sustento para
vivir.
En sus célebres
talleres, la maestra Espina dice enseñar las técnicas actorales que la han
hecho famosa, mediante la combinación de las técnicas teatrales universales con
elementos de la cultura popular, especie de pedagogía híbrida, que de manera
expedita, rápida, en poco más de una hora muestra y alecciona los secretos
fundamentales para convertirse en estrella del teatro, el cine y la televisión.
Este montaje estaba
listo para estrenarse el pasado 8 de
marzo, pero “la negra etapa” de los apagones eléctricos en todo el país y es
ahora que se puede degustar desde la escena.
La misma Francis
Rueda admite que la creación o convivencia con su Regina Espina recién empieza
y que espera recorrer con ella decenas de escenarios y viajar al exterior. Por ahora
el Teatro del Duende, de su inolvidable marido, está dando mucho de qué hablar
entre los teatromaníacos criollos, como debe ser.
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