Otri texto de Ott en escena |
Las buenas propuestas teatrales merecen la
pena que cada cierto tiempo vuelvan a ser montadas, este es el caso de Quiéreme mucho, obra original del
periodista y dramaturgo Gustavo Ott (Caracas, 14 de enero de 1963), la cual hizo
temporada en el Teatro San Martín de Caracas, bajo la dirección de Verónica
Arellano, el 27 de septiembre de 2017 con las actuaciones de Ángel Pelay y
Margareth Aliendres. Ahora ese mismo montaje, sin muchos cambios y con la
participación de los jóvenes Johana Vargas y Luisangel Muñoz, hace temporada en
la sala Rajatabla.
Ahí, según lo que plasmó el autor Ott, luego
de varias décadas como inmigrantes, un matrimonio ha tocado el techo bajo y
desilusionado de sus esperanzas: limpiar un viejo cine en un país extranjero.
Pero “Teresa”, sin el consentimiento de su esposo, “Alfonso”, ha decidido
regresar a su país. Mientras, al otro lado del cine, dos jóvenes, “María” y
“Rómulo”, se conocen y a pesar de ser muy distintos, inician un improbable
romance. El paralelo entre el amor que comienza y otro que termina define el
valor de las relaciones, el respeto y el odio, conectando estos cuatro
personajes como si fueran solo dos, rodeados de cine, humor, y la búsqueda de
lo que significa la vida en pareja».
Quiéreme
mucho es, pues una comedia con un par de lágrimas que nos
traslada con cariño e hilaridad a uno de los dilemas más antiguos del ser
humano: el significado y la posibilidad del amor, señaló Ott en una breve sinopsis
Hay que recordar que las obras de teatro de
Ott han sido traducidas a más de 15 idiomas, desde el alemán hasta el griego.
También han sido numerosos los reconocimientos obtenidos por textos como A un átomo de distancia, 120 vidas x minuto, Tres noches para cinco perros y Ogros bajo la cama, entre muchas otros.
El galardón más reciente se lo otorgó el
Trasnocho Cultural por ser el ganador de su Primer Concurso de Dramaturgia con La foto. Escrita en 2016, la historia
habla sobre la crisis de la mediana edad. “Pero después la obra despegó y se
hizo más ambiciosa. Eso me sucede mucho y esas son las piezas de las que
termino enamorado”, dice el dramaturgo
El espectáculo de Quiéreme mucho es grato, tanto el de la
temporada 2017 como el de 2019 Mucha acción, mucho juego de
caramelo amoroso de la parejita joven para contrastar el tedio de los ancianos.
Todo dura unos 70 minutos. Nos sigue sorprendiendo la dirección de la Arellano.
Las actuaciones son convincentes, aunque las entonaciones vocales lucen
extrañas para ser un espectáculo realista. Eso lo detectamos en los montajes de
las temporadas
VENEZOLANOS
DESTERRADOS
Escribir
sobre el exilio cuando eres exiliado no es nada fácil y menos cuando se hace
por primera vez, aunque todavía la predica del profesor de
filosofía nos retumba en la cabeza, por aquello de que toda la humanidad esta
exiliada en este planeta y aún sigue sin encontrar su origen y su destino.
Hay
exilios, como se aprehende en la marcha, por convicciones políticas,
violencia, persecución política, represión, depresiones existenciales y la
curiosidad por conocer cosas nuevas, etcétera, tras asumir esa decisión del
exilio o destierro. En síntesis, las razones que empujan a los intelectuales,
o a los seres humanos en general, al exilio resultan diversas. Tan diversas
como las historias que son frutos de esas experiencias.
Pero, ¿en
qué consiste exactamente el exilio?, como lo advierte la página web IberLibros en una extensa nota
sobre exilio cultural para referirse al exilio impuesto, en
particular, por la situación en que se encuentra la producción del libro y la
acogida por el público lector o, en este caso que nos interesa, las piezas
teatrales venezolanas y la respuesta de la audiencia de la comarca.
“La literatura en el exilio conlleva un doble sentido: en sentido
estricto, es la literatura de los autores que tratan en sus obras el tema del
exilio; en un sentido más amplio, es toda la literatura escrita por los
autores desterrados”.
En
palabras de Julio Cortázar, según cita IberLibros "el escritor exiliado es alguien
que se sabe despojado de todo lo suyo, muchas veces de una
familia y en el mejor de los casos de una manera y un ritmo de
vivir, un perfume del aire y un color del cielo, una costumbre de casas
y de calles y de bibliotecas y de perros y de cafés con amigos y de
periódicos y de músicas y de caminatas por la ciudad. El exilio
es la cesación del contacto de un follaje y de una raigambre con el
aire y la tierra connaturales; es como el brusco final de un amor, es
como una muerte inconcebiblemente horrible porque es una muerte que
se sigue viviendo conscientemente".
IberLibros se ha centrado en ese ensayo
monográfico en la literatura en el exilio de la segunda mitad del siglo
XX, de escritores latinoamericanos que emigraron a otros países del continente,
Estados Unidos o Europa. En su gran mayoría son argentinos, pero
también hay unas cuantas centenas
de chilenos, paraguayos, uruguayos, cubanos, colombianos,
peruanos... para integrar una larga lista sin fin.
Ahí están,
por supuesto, los desterrados o exiliados venezolanos, quienes conocieron y
sufrieron durante los siglos XIX y XX; cuando se escapó Andrés Bello, el más
importante intelectual hacia Chile y allá hizo su valiosa vida para el mundo
de habla hispana, y las rocambolescas peripecias del cuasi mitológico Rómulo
Gallegos, entre otros.
Durante
este siglo XXI, el exilio literario y/o artístico se ha nutrido durante la
segunda década por innegables razones sociopolíticas -o por ese gen
libertario que anida en los criollos- pero ya antes se había fraguado el
exilio del periodista Gustavo Ott escritor teatral y líder absoluto
de la agrupación escénica (Textoteatro) con su propia sala, el Teatro San
Martín de Caracas (TSM), cedido en comodato por el otrora Alcalde de
Caracas, Antonio Ledezma, durante la ultima década de los 90 del siglo
XX, el cual se convirtió en alternativa para las nuevas generaciones.
Ott,
casado y padre de una adolescente, vive en Washington D. C. y trabaja
con GALA Theater como autor y director, además de laborar como docente en una
prestigiosa universidad; pero no ha cesado de escribir teatro y últimamente
ha publicados tres novelas. En síntesis, el susodicho exilio le ha dado
diversos frutos, algunos premiados, además en Venezuela.
Ott apunta
que su Quiéreme mucho ahí
subraya el paralelo entre el amor que comienza y otro que termina para
definir o revisar el valor de las relaciones, el respeto y el odio,
conectando estos cuatro personajes como si fueran solo dos, rodeados de cine,
humor, y la búsqueda de lo que significa la vida en pareja. Quiéreme mucho es una comedia
con un par lágrimas que nos traslada con cariño e hilaridad a uno de los
dilemas más antiguos del ser humano: el significado y la posibilidad del
amor, considera Ott, quien es, precisamente, otro incansable enamorado del
amor difícil, o en dificultades.
Este Quiéreme mucho como love story en dificultades puede
lucir superado por las circunstancias existenciales del contexto, o
simplemente verla como “una pieza vieja y pasada de moda”, pero no es así,
porque se puede sufrir y recurrir incluso a la dieta mediterránea para la
sobrevivencia, pero nadie deja de amar o al menos soñar en un amor, por más
imposible o difícil que parezca, aunque los personajes sean desterrados y
quieran regresar al lar familiar, aunque no sepan quien se los marcado.
No es que
Ott esté haciendo con Quiéreme mucho su
testamento, no, nada de eso, es que como desterrado no puede dejar de aludir
a esa temática, que está bien abajo de lo que escribe o hace, en el subtexto. Todo dura unos 70 minutos.
Nos sigue sorprendiendo la dirección de la Arellano. Las actuaciones son
convincentes, aunque las entonaciones vocales lucen extrañas para ser un
espectáculo realista. Eso lo detectamos en los montajes de las temporadas
citadas.
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Escribir
sobre el exilio cuando eres exiliado no es nada fácil y menos cuando se hace
por primera vez, aunque todavía la predica del profesor de
filosofía nos retumba en la cabeza, por aquello de que toda la humanidad esta
exiliada en este planeta y aún sigue sin encontrar su origen y su destino.
Hay
exilios, como se aprehende en la marcha, por convicciones políticas,
violencia, persecución política, represión, depresiones existenciales y la
curiosidad por conocer cosas nuevas, etcétera, tras asumir esa decisión del
exilio o destierro. En síntesis, las razones que empujan a los intelectuales,
o a los seres humanos en general, al exilio resultan diversas. Tan diversas
como las historias que son frutos de esas experiencias.
Pero, ¿en
qué consiste exactamente el exilio?, como lo advierte la página web IberLibros en una extensa nota
sobre exilio cultural para referirse al exilio impuesto, en
particular, por la situación en que se encuentra la producción del libro y la
acogida por el público lector o, en este caso que nos interesa, las piezas
teatrales venezolanas y la respuesta de la audiencia de la comarca.
“La literatura en el exilio conlleva un doble sentido: en sentido
estricto, es la literatura de los autores que tratan en sus obras el tema del
exilio; en un sentido más amplio, es toda la literatura escrita por los
autores desterrados”.
En
palabras de Julio Cortázar, según cita IberLibros "el escritor
exiliado es alguien que se sabe despojado de todo lo
suyo, muchas veces de una familia y en el mejor de los casos de
una manera y un ritmo de vivir, un perfume del aire y un color del
cielo, una costumbre de casas y de calles y de bibliotecas y de perros y de
cafés con amigos y de periódicos y de músicas y de caminatas por la ciudad.
El exilio es la cesación del contacto de un follaje y de una
raigambre con el aire y la tierra connaturales; es como el brusco final
de un amor, es como una muerte inconcebiblemente horrible porque es
una muerte que se sigue viviendo conscientemente".
IberLibros se ha centrado en ese ensayo
monográfico en la literatura en el exilio de la segunda mitad del siglo
XX, de escritores latinoamericanos que emigraron a otros países del
continente, Estados Unidos o Europa. En su gran mayoría
son argentinos, pero también hay unas cuantas centenas
de chilenos, paraguayos, uruguayos, cubanos, colombianos,peruanos...
para integrar una larga lista sin fin.
Ahí están,
por supuesto, los desterrados o exiliados venezolanos, quienes conocieron y
sufrieron durante los siglos XIX y XX; cuando se escapó Andrés Bello, el más
importante intelectual hacia Chile y allá hizo su valiosa vida para el mundo
de habla hispana, y las rocambolescas peripecias del cuasi mitológico Rómulo
Gallegos, entre otros.
Durante
este siglo XXI, el exilio literario y/o artístico se ha nutrido durante la
segunda década por innegables razones sociopolíticas -o por ese gen
libertario que anida en los criollos- pero ya antes se había fraguado el
exilio del periodista Gustavo Ott, exitoso escritor teatral (tiene, por lo
menos, una cuarentena de obras, escenificadas la mayor parte) y líder
absoluto de la agrupación escénica (Textoteatro) con su propia sala, el
Teatro San Martín de Caracas (TSM),.
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