Aníbal Grunn encarna a Simón Rodríguez, |
Ayer, 28 de octubre, en Venezuela se
le recordó y se lo materializo teatralmente. A las 2:30PM lo mostró en el escenario
de la sala Anna Julia Rojas, y a las 6PM, en cadena nacional de radio y televisión,
desde el Palacio de Miraflores, se hizo
lo mismo bajo la batuta del Jefe de Estado, Nicolás Maduro Moros, y se le homenajeó en nombre de nuestra
patria y de toda la gente agradecida de otras repúblicas como Colombia, Ecuador,
Bolivia y Perú.
El espectáculo Robinson en la casa
de Asterión, de Tomás Jurado Zabala, con las actuaciones de Aníbal Grunn y
Wilfredo Peraza y la dirección general de Carlos Arroyo, producido ahora por la
Compañía Nacional de Teatro, logró hacer
vivo el pensamiento del maestro de América, Simón Rodríguez, padre
intelectual de Simón Bolívar, porque sin él la saga latinoamericana habría
sido otra.
Sucede, o transcurre en el momento
exacto en que Simón Rodríguez muere en Amotape, Perú y se enfrenta, en ese
espacio que existe entre el cielo y el infierno, a purgar sus culpas enfrentado
a su propio ser, encarnado en la figura del minotauro. Es una refinada obra que
rescata el pensamiento filosófico, educador y político de la figura más
controversial en la historia de América. Su pensamiento se hace vivo y se
vuelve actual, vigente.
Robinson en la casa de Asterión, producción de la Compañía Regional de Portuguesa, reivindica a Simón
Rodríguez y lo exalta como lo que fue: un gran pensador, revolucionario que
desafió a toda la naciente sociedad latinoamericana al desarrollar y poner en
práctica, arriesgando hasta su vida misma, por su original concepción-
bajo la influencia de Jean Jacques Rousseau- lo que deseaba: educar a las
nuevas naciones liberadas del yugo español por la espada de Bolívar y sus
generales. Educación para derrumbar la herencia colonial y formar auténticos
ciudadanos republicanos como seres del conocimiento y expertos en diversos
oficios.
Jurado Zavala ficciona y combina al
mitológico Asterión, según el cuento de Jorge Luis Borges, con las peripecias
existenciales del brillante intelectual (Caracas, 28 de octubre de
1769/Amotape, Perú, 28 de febrero de 1854), e invita al espectador a
revisar sus conocimientos y análisis sobre quien “enseñaba divirtiendo”.
El espectáculo, creado en Guanare,
durante la temporada de 2016, se desarrolla en un espacio vacío y sobre un piso
que reproduce, con líneas blancas, al laberinto del minotauro de Creta, donde
irrumpe Robinson para enfrentarse con el Asterión (hombre con cabeza de toro,
el fantástico minotauro), momentos antes de morir y drenar sus fracasos y las
culpas de quienes a lo largo de su vida tuvieron que ver con la ruina de los
mismos, con el mariscal Sucre a la cabeza.
Gracias a la concepción minimalista
del montaje y la desenfadada actuación de Aníbal y Wilfredo, lo vemos
desafiar a quienes lo acusaron de ladrón, de hereje, de promiscuo, cuando
su objetivo era educar y crear hombres libres para formar verdaderas repúblicas
en la América española. Al final se da cuenta que su salvación está en sus
escritos que leyó tantas veces y que nadie supo comprender. Logra demostrar una
vez más que, el hombre es grande y trasciende en la historia y el tiempo por sus
pensamientos y sus saberes.
La saga y el legado de Simón
Rodríguez o Samuel Robinson no se perdieron, estamos seguros, en los largos y
angustiosos 200 años de historia de esta república. Es una referencia
obligatoria en todo lo referente a la educación de la sociedad y es por eso
que en Caracas, hacia octubre de 1971, se fundó la Universidad Nacional
Experimental Simón Rodríguez y en más reciente fecha se creó la Misión
Robinson, un programa social del gobierno nacional durante la presidencia del
comandante Hugo Chávez.
Robinson en la casa de Asterión sucede en el momento exacto en
que Simón Rodríguez o Samuel Robinson (nombre que usa
tras la ruina de la conspiración de Gual y España, 1797), muere en Amotape, Perú y se enfrenta, en ese espacio que existe entre el
cielo y el infierno, a purgar sus culpas enfrentado a su propio ser, encarnado
en la figura del Minotauro. Es una obra que rescata el pensamiento filosófico,
educador y político de la figura más controversial en la historia de América.
Su pensamiento se hace vivo y se vuelve actual, vigente.
Jurado Zavala ficciona y combina al
mitológico Asterión, según el cuento de Jorge Luis Borges, con las peripecias
del brillante intelectual (Caracas, 28 de octubre de 1769/Amotape, Perú,
28 de febrero de 1854), e invita al espectador a revisar sus conocimientos
sobre quien “enseñaba divirtiendo”.
Robinson en la casa de Asterión reivindica a Simón Rodríguez y lo exalta como lo que fue: gran
pensador, revolucionario que desafió a toda la naciente sociedad
latinoamericana al desarrollar y poner en práctica, arriesgando hasta su
vida misma, por su original concepción- bajo la influencia de Jean Jacques
Rousseau- lo que deseaba: educar a las nuevas naciones liberadas del yugo
español por la espada de Bolívar y sus generales.
Educación para derrumbar la herencia
colonial y formar auténticos ciudadanos republicanos como seres del
conocimiento y expertos en diversos oficios fue lo que predico aquel extraordinario
hombre.
El espectáculo, creado en Guanare, se
desarrolla en un espacio vacío y sobre un piso que reproduce, con líneas blancas,
al laberinto del minotauro de Creta, donde irrumpe Robinson para enfrentarse
con el Asterión (hombre con cabeza de toro, un minotauro fantástico), momentos
antes de morir y drenar sus fracasos y las culpas de quienes a lo largo de su
vida tuvieron que ver con la ruina de los mismos, con el mariscal Sucre a la
cabeza.
Gracias a la concepción minimalista
del montaje y la desenfadada actuación de Aníbal y Wilfredo,
lo vemos desafiar a quienes lo acusaron de ladrón, de hereje, de
promiscuo, cuando su objetivo era educar y crear hombres libres para formar
verdaderas repúblicas en la América española. Al final se da cuenta que su
salvación está en sus escritos que leyó tantas veces y que nadie supo
comprender. Logra demostrar una vez más que, el hombre es grande y trasciende en
la historia y el tiempo por sus pensamientos y sus saberes.
La saga y el legado de Simón
Rodríguez o Samuel Robinson no se perdieron en los largos y angustiosos 200
años de historia de esta república. Es una referencia obligatoria en todo lo
referente a la educación de la sociedad y es por eso que en Caracas, hacia
octubre de 1971, se fundó la Universidad Nacional Experimental Simón
Rodríguez y en más reciente fecha se creó la Misión Robinson, un programa
social del gobierno nacional durante la presidencia del comandante Hugo Chávez.
LABERINTO DEL MINOTAURO
Para algunos críticos, gracias a
Jurado Zavala hay en la escena teatral un paralelismo entre Simón Rodríguez o
Samuel Robinson y el minotauro Asterión, personajes separados por el tiempo y
las culturas, pero amalgamados en el mismo devenir, para relatarnos en una
especie de delirum tremens el tránsito de Samuel Robinson, ya
liberado y convertido otra vez en Simón Rodríguez.
Ahí el dramaturgo lo recrea en el
instante final de la vida de Rodríguez y lo traslada al famoso laberinto de
Creta, lugar de destierro del minotauro Asterión y en el cual ambos se
encuentran en una especie de ritual simbólico que atraviesa la vida entera del
maestro del Libertador y lo lleva al encuentro con sus demonios personales para
acabar liberado de culpas. ¿Acaso no es la vida misma el laberinto y el
minotauro un reflejo de nuestra propia oscuridad, grita el maestro y
mentor del Genio de América, hablando así de una realidad que después de 200
años sigue tan vigente que dan la impresión que el tiempo no ha
transcurrido.
Este Robinson en la casa de Asterión es una obra concebida no para
públicos exigentes, en la forma banal del espectáculo, como tal, sino en un
producto teatral de contenido exigente frente a sus espectadores. No es un
texto complaciente en ningún sentido y ese quizás sea el argumento mayor peso
en estos tiempos oscuros en los cuales requerimos de artistas capaces de
provocar reflexiones, de tentarnos al ejercicio del pensamiento crítico.
Este espectáculo, que se exhibe desde
la temporada de 2016, en varias ciudades venezolanas y latinoamericanas, tuvo
una única presentación ayer 28 de octubre en la sala de Anna Julia Rojas de
Unearte, y que se perdone la reiteración.
¡Creemos que hay Simón Rodríguez o
Samuel Robinson para muchas décadas más!
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