El director Carlos Giménez (Rosario,Argentina, 1946/Caracas, 1993) inventó la agrupación Rajatabla, que era una especie de taller teatral para el Ateneo de Caracas, y la hizo debutar el 28 de febrero de 1971 con el espectáculo poeticomusical Tu país está feliz, basado en el poemario homónimo del brasileño Antonio Miranda. La institución, que después se transformó en una fundación, independiente del Ateneo de Caracas, gracias a la sapiencia y la habilidad gerencial de su director-fundador, además de la entrega de sus miembros, se convirtió en la organización teatral más importante de Venezuela y en la plataforma para la realización de los Festivales Internacionales de Teatro de Caracas, durante sus primeros 22 años.
A la muerte de Giménez, Rajatabla pudo haber desaparecido como organización cultural, pero gracias a la habilidad gerencial de Francisco Alfaro ha sobrevivido 13 años y ahora para demostrar que se renuevan y siguen buscando más autores y otros públicos, anuncian para hoy en su sede, a las ocho de la noche, el estreno de la pieza Trastos viejos, de Javier Vidal (Barcelona, España, 1953), la cual viene ser la producción número 99 del colectivo en sus 35 años de ininterrumpido quehacer teatral.
La obra
A la muerte de Giménez, Rajatabla pudo haber desaparecido como organización cultural, pero gracias a la habilidad gerencial de Francisco Alfaro ha sobrevivido 13 años y ahora para demostrar que se renuevan y siguen buscando más autores y otros públicos, anuncian para hoy en su sede, a las ocho de la noche, el estreno de la pieza Trastos viejos, de Javier Vidal (Barcelona, España, 1953), la cual viene ser la producción número 99 del colectivo en sus 35 años de ininterrumpido quehacer teatral.
La obra
Con la caída de Figueras a manos de los nacionalistas en 1939, cientos de millares españoles cruzaron la frontera y se asilaron en Francia. Miles de ellos serían enviados por los genocidas nazis alemanes a diferentes campos de concentración. Cerca de 12 mil fueron a Mauthausen; sólo dos mil sobrevivieron y casi ninguno regresaría a España.Floreal y Eusebio, los protagonistas de Trastos viejos estaban entre ellos. Luego de ser liberados y formar familia, como muchos otros españoles, tomaron la decisión de venirse a Venezuela para iniciar una nueva vida. Aquí nacen sus hijos, crecen y un día se van. Ambos quedan viudos, solos con sus recuerdos, luchando con una nueva guerra, con otro campo de concentración que los obliga a seguir sobreviviendo. Un tercer personaje entra inesperadamente en escena:Wilmer, el hijo ilegítimo de Floreal con una cocinera de color y cuya adición a las drogas obliga al padre a tomar una drástica decisión que los llevará a un final insospechado.
A estos hombres anónimos que no figuran en la prensa, ni en la televisión y a los que se le nombra como números estadísticos, es que, Rajatabla, con motivo de cumplirse este año, 70 del inicio de la Guerra Civil Española, quiere rendir su pequeño tributo al llevar a escena Trastos viejos del laureado actor y reconocido dramaturgo Javier Vidal, quien refleja en esta obra como en muchas otras, una sociedad venezolana, conformada íntimamente por criollos y por los inmigrantes que siempre llevan consigo la nostalgia de su país de origen, así como la dura adaptación de nuevas culturas y costumbres de un mundo desconocido.
Francisco Alfaro (Madrid, 1950) y Germán Mendieta (Coro,1960) protagonizan esta historia cuyo tema central es la amistad, la que fue, es y será siempre a pesar de los pesares. Los acompaña el joven actor Demis Gutiérrez, asistidos por Ninoska Silva, iluminados por David Blanco y sonorizados por Eduardo Bolívar. La producción artística es de Gerardo Luongo, junto a Rufino Dorta y José Sánchez y la escenografía y el vestuario a cargo de Silvia Inés Vallejo. La dirección y puesta en escena es de José Domínguez y la producción general es de Francisco Alfaro.
Estos Trastos viejos estarán, pues, en la Sala Rajatabla, en el traspatio del Ateneo de Caracas y al lado de Teatro Teresa Carreño, a partir de este 21 de septiembre y las funciones serán de jueves a sábado a las ocho de la noche y los domingos a las seis de la tarde.
A estos hombres anónimos que no figuran en la prensa, ni en la televisión y a los que se le nombra como números estadísticos, es que, Rajatabla, con motivo de cumplirse este año, 70 del inicio de la Guerra Civil Española, quiere rendir su pequeño tributo al llevar a escena Trastos viejos del laureado actor y reconocido dramaturgo Javier Vidal, quien refleja en esta obra como en muchas otras, una sociedad venezolana, conformada íntimamente por criollos y por los inmigrantes que siempre llevan consigo la nostalgia de su país de origen, así como la dura adaptación de nuevas culturas y costumbres de un mundo desconocido.
Francisco Alfaro (Madrid, 1950) y Germán Mendieta (Coro,1960) protagonizan esta historia cuyo tema central es la amistad, la que fue, es y será siempre a pesar de los pesares. Los acompaña el joven actor Demis Gutiérrez, asistidos por Ninoska Silva, iluminados por David Blanco y sonorizados por Eduardo Bolívar. La producción artística es de Gerardo Luongo, junto a Rufino Dorta y José Sánchez y la escenografía y el vestuario a cargo de Silvia Inés Vallejo. La dirección y puesta en escena es de José Domínguez y la producción general es de Francisco Alfaro.
Estos Trastos viejos estarán, pues, en la Sala Rajatabla, en el traspatio del Ateneo de Caracas y al lado de Teatro Teresa Carreño, a partir de este 21 de septiembre y las funciones serán de jueves a sábado a las ocho de la noche y los domingos a las seis de la tarde.
Fantasmas y demonios
Javier Vidal, a quien sus padres catalanes lo trajeron a Caracas al año siguente de su nacimiento, es un integral hombre de teatro criollo. Eso no se lo podrán negar jamás, no sólo por que se casó con una venezolana, sino porque ha procreado a sus dos hijos, además aquí se graduó como comunicador social y tras un breve ejercicio de esa profesión se dedicó de lleno a las artes escénicas, donde se ha destacado en la actuación, la dirección y la dramaturgia, además de haber sido docente.
Como autor teatral ha escrito, hasta ahora, un total 14 piezas, casi todas escenificadas y sometidas al rigor del aplauso o el rechazo del “crítico de las mil cabezas”, el público que lo vio mayoritariamente en la sala “Alberto de Paz y Mateos” del grupo Theja, institución a la cual está vinculado desde los años 80. Vidal pergeñó tres obras sobre personajes de la patria de sus antepasados y donde él nació: Mojiganja, Ambas tres y XL 1953. Y ahora sube a escena Trastos viejos, la cuarta.
Con respecto a las razones o las sinrazones que ha tenido para escribir Trastos viejos, comenta que la hizo para montarla con el Theja, pero como allá no hay actores mayores, salvo José Simón Escalona y él, además de la bailarina Angélica Escalona, se la ofreció a Rajatabla, por recomendación del gallego José Dominguez, quien ahora la pone en escena.
Puntualiza que durante 1998, a raíz de una serie de escándalos donde estuvo involucrado por acusaciones de plagios, se puso a escribir, “porque esa es mi mejor forma para exorcisar a los fantasmas y a los demonios que de vez en cuando me asaltan”. De esos malos ratos, como lo confiesa sin amarguras, nació Trastos viejos, “porque tenía que escribir sobre esas familias trasterradas que emigraron al continente americano por problemas políticos y económicos. Me inspiré en Eusebio Pérez para uno de los personajes de mi obra, un valenciano catalán y además republicano, vecino de mis padres, quien sí salió vivo de un campo de concentración nazi. Floreal, el otro personaje, es un invento mío. Mi obra Trastos viejos es la historia de dos viejos y un joven, que a su vez son tres extranjeros, tres exiliados que luchan para sobrevivir en la Caracas violenta donde han vivido sus últimos años. El público y la crítica darán su opinión. Ahí está lo escrito, desde muy adentro, sobre mis dos patrias”.
Javier Vidal, a quien sus padres catalanes lo trajeron a Caracas al año siguente de su nacimiento, es un integral hombre de teatro criollo. Eso no se lo podrán negar jamás, no sólo por que se casó con una venezolana, sino porque ha procreado a sus dos hijos, además aquí se graduó como comunicador social y tras un breve ejercicio de esa profesión se dedicó de lleno a las artes escénicas, donde se ha destacado en la actuación, la dirección y la dramaturgia, además de haber sido docente.
Como autor teatral ha escrito, hasta ahora, un total 14 piezas, casi todas escenificadas y sometidas al rigor del aplauso o el rechazo del “crítico de las mil cabezas”, el público que lo vio mayoritariamente en la sala “Alberto de Paz y Mateos” del grupo Theja, institución a la cual está vinculado desde los años 80. Vidal pergeñó tres obras sobre personajes de la patria de sus antepasados y donde él nació: Mojiganja, Ambas tres y XL 1953. Y ahora sube a escena Trastos viejos, la cuarta.
Con respecto a las razones o las sinrazones que ha tenido para escribir Trastos viejos, comenta que la hizo para montarla con el Theja, pero como allá no hay actores mayores, salvo José Simón Escalona y él, además de la bailarina Angélica Escalona, se la ofreció a Rajatabla, por recomendación del gallego José Dominguez, quien ahora la pone en escena.
Puntualiza que durante 1998, a raíz de una serie de escándalos donde estuvo involucrado por acusaciones de plagios, se puso a escribir, “porque esa es mi mejor forma para exorcisar a los fantasmas y a los demonios que de vez en cuando me asaltan”. De esos malos ratos, como lo confiesa sin amarguras, nació Trastos viejos, “porque tenía que escribir sobre esas familias trasterradas que emigraron al continente americano por problemas políticos y económicos. Me inspiré en Eusebio Pérez para uno de los personajes de mi obra, un valenciano catalán y además republicano, vecino de mis padres, quien sí salió vivo de un campo de concentración nazi. Floreal, el otro personaje, es un invento mío. Mi obra Trastos viejos es la historia de dos viejos y un joven, que a su vez son tres extranjeros, tres exiliados que luchan para sobrevivir en la Caracas violenta donde han vivido sus últimos años. El público y la crítica darán su opinión. Ahí está lo escrito, desde muy adentro, sobre mis dos patrias”.
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