José Gregorio Cabello está involucrado íntimamente con las prácticas teatrales desde los años 80. Lo conocimos cuando dirigía montajes para niños y adolescentes en liceos caraqueños, como La Gran Colombia. Después apuntó con ojos certeros y proyectos inteligentes hacia espectáculos sobre mujeres con derroteros históricos, tales como la venezolana Teresa de la Parra y esa estrella cubana nunca bien ponderada que fue “La Lupe” (Victoria Yolí Raymond).
Durante un tiempo le perdimos el rastro, algo poco creíble en esta Caracas que es casi como un pañuelo, y de repente lo encontramos, en llave con su amigo José Luis Lugo Áñez (autor y actor), exhibiendo un sorprendente espectáculo, para todos los públicos, sobre “El pintor de la luz”. Se trata del monólogo Reverón, con el cual han recorrido a casi toda Venezuela, además de hacer temporadas en plazas públicas y en espacios no convencionales de los museos y galerías de arte. En síntesis, a nuestro amigo el tiempo le ha sido útil para su crecimiento intelectual y personal también, además ha podido desarrollar su carrera como docente y ahora hace planes para cuando le llegue su jubilación, pues tiene proyectos de piezas que pretende escribir y además dirigir.
Pero no se ha detenido o enchinchorrado y ahora lo hemos vuelto a ver, en el teatro por supuesto, junto a Lugo Áñez, entregados a una actividad que trasciende lo artístico y se compenetra con lo sociológico. Comandan y trabajan la agrupación “El tercer escalón”, con la cual, en sus primeros tres años de funcionamiento, han montados seis obras, producidas y actuadas con adultos mayores, convencidos de que es una valiosa alternativa de integración comunitarias que deja beneficios individuales y colectivos o familiares al utilizar las artes escénicas como herramienta de cambios.
En síntesis, Cabello y Lugo Áñez se han dado a la tarea, respaldados por los diligentes funcionarios de la Gerencia de Educación del Museo de Bellas Artes (MBA), de generar un teatro terapéutico con los adultos mayores - en Nueva York se les denomina envejecientes- con lo cual buscan así elevar la calidad de vida de cada uno de los integrantes. ¡Loado sea!
Fuimos, el pasado jueves, a las seis de la tarde, a la sala experimental del MBA, y disfrutamos de la performance e interacción lograda con el montaje Fiesta con Aquiles, de Lugo Áñez, comandado por Cabello. Ese espectáculo, como los anteriores y en especial La alquilada, de Leopoldo Ayala Michelena, rescata el humor criollo y es una mirada amorosa al pasado, a ese tiempo que se detuvo en los años 50. Otro trabajo de “El tercer escalón”.
Fue, de verdad, un acto cultural sorprendente. Fue ponderar a un grupo de seres humanos que se divierten y alegran a su público. Fue comprender porque el teatro ha sido la mejor herramienta socializadora que la humanidad pudo inventar.
Por supuesto que Caballero y Áñez Lugo siguen trabajando con su otra agrupación, Teatro Manatí, porque quieren festejar ese cuarto de siglo de labores y de sueños cumplidos. ¡El tiempo pasa y llega la historia!
Durante un tiempo le perdimos el rastro, algo poco creíble en esta Caracas que es casi como un pañuelo, y de repente lo encontramos, en llave con su amigo José Luis Lugo Áñez (autor y actor), exhibiendo un sorprendente espectáculo, para todos los públicos, sobre “El pintor de la luz”. Se trata del monólogo Reverón, con el cual han recorrido a casi toda Venezuela, además de hacer temporadas en plazas públicas y en espacios no convencionales de los museos y galerías de arte. En síntesis, a nuestro amigo el tiempo le ha sido útil para su crecimiento intelectual y personal también, además ha podido desarrollar su carrera como docente y ahora hace planes para cuando le llegue su jubilación, pues tiene proyectos de piezas que pretende escribir y además dirigir.
Pero no se ha detenido o enchinchorrado y ahora lo hemos vuelto a ver, en el teatro por supuesto, junto a Lugo Áñez, entregados a una actividad que trasciende lo artístico y se compenetra con lo sociológico. Comandan y trabajan la agrupación “El tercer escalón”, con la cual, en sus primeros tres años de funcionamiento, han montados seis obras, producidas y actuadas con adultos mayores, convencidos de que es una valiosa alternativa de integración comunitarias que deja beneficios individuales y colectivos o familiares al utilizar las artes escénicas como herramienta de cambios.
En síntesis, Cabello y Lugo Áñez se han dado a la tarea, respaldados por los diligentes funcionarios de la Gerencia de Educación del Museo de Bellas Artes (MBA), de generar un teatro terapéutico con los adultos mayores - en Nueva York se les denomina envejecientes- con lo cual buscan así elevar la calidad de vida de cada uno de los integrantes. ¡Loado sea!
Fuimos, el pasado jueves, a las seis de la tarde, a la sala experimental del MBA, y disfrutamos de la performance e interacción lograda con el montaje Fiesta con Aquiles, de Lugo Áñez, comandado por Cabello. Ese espectáculo, como los anteriores y en especial La alquilada, de Leopoldo Ayala Michelena, rescata el humor criollo y es una mirada amorosa al pasado, a ese tiempo que se detuvo en los años 50. Otro trabajo de “El tercer escalón”.
Fue, de verdad, un acto cultural sorprendente. Fue ponderar a un grupo de seres humanos que se divierten y alegran a su público. Fue comprender porque el teatro ha sido la mejor herramienta socializadora que la humanidad pudo inventar.
Por supuesto que Caballero y Áñez Lugo siguen trabajando con su otra agrupación, Teatro Manatí, porque quieren festejar ese cuarto de siglo de labores y de sueños cumplidos. ¡El tiempo pasa y llega la historia!
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