martes, diciembre 19, 2006

El zar del teatro viene con una rara revolución

Héctor Manrique, venezolano nacido en Madrid hace 43 años, casado y padre de dos niñas, ya es, indiscutiblemente “el zar del teatro venezolano”, o sea el teatrero con mayores posibilidades de maniobras, tanto para dirigir, actuar y producir espectáculos, tan solo comparable con Carlos Gimènez o Nicolás Curiel, en sus mejores tiempos. Él aceptó hacer un balance del año que culmina, el cual le fue muy positivo, y además adelantar buena parte de sus proyectos.
-¿Qué pasó en el 2006?¿Logros?¿Fracasos o frustraciones?
-Haciendo un balance podría decir que este 2.006 volvió a ser de mucha actividad, con más de 150 funciones. Con siete reposiciones de obras como Art, La cena de los idiotas, Monólogos de la vagina, No seré feliz pero tengo marido, El día que me quieras, Copenhague y Confesiones de mujeres de 30,además del estreno de Brujas. A esto se suma un par de espectáculos, en los que me tocó diseñar la iluminación, hechos por alumnos míos, que me llenan de mucha alegría, como son Momentos y Siempre nada. El ver a gente joven dirigiendo, actuando, produciendo y en fin empujando esos espectáculos es algo muy satisfactorio para mí. Por supuesto hay sueños no realizados. Nos hubiese gustado poder llevar a más sitios del interior nuestros espectáculos. Creo que una obra como El día que me quieras se merece estar en cada rincón venezolano. Lamentamos no poder contar con un verdadero circuito de artes escénicas que lo permita. Pero por lo menos pudimos estar en Maracaibo con ella. Ojalá el próximo año logremos hacerlo.
-¿Qué ruta le va a dar a su agrupación GA 80 en el 2007?
- La ruta es una responsabilidad de cada uno de sus integrantes y no mía. Por los momentos estrenaremos, hacia el 28 de marzo en el penthouse de la torre Corp-Group, La revolución , de Isaac Chocrón, y es muy probable que hagamos para mediados de 2007 una reposición de El día que me quieras, de José Ignacio Cabrujas, dirigida por Juan Carlos Gené, y reestrenemos LSD , de Ibsen Martínez, con la actuación de Iván Tamayo. Estos serían los planes para el primer semestre. A partir del 25 de enero continuaríamos la temporada de Brujas, en el Celarg, y ese mismo día volveríamos con No seré feliz pero tengo marido con la actuación de Mimí Lazo en la sala de Corp Group, pero en una temporada de sólo tres semanas. A principios de febrero arrancará un taller de dirección de actores dictado por mí.
-¿Y La revolución de Chocrón cómo se proyecta, tanto a nivel actoral como de puesta en escena?
-Es difícil a estas alturas poder ver cómo será el espectáculo. Sabemos que estrenaremos en el Centro Cultural Corp-Group, en un espacio que nos permite una disposición prácticamente circular. Basilio Álvarez y yo asumiremos la dirección y también la parte actoral, la producción será de Carolina Rincón y el vestuario de Eva Ivanyi. Esperamos poder lograr un espectáculo desgarrador y a la vez conmovedor. Es una obra referente de nuestra mejor dramaturgia y desde el respeto y el entusiasmo nos acercaremos a ella. Pero si algo es extraordinario en el teatro, es el no saber que pasará y estar abierto a dejarte inundar por lo que la obra vaya develando en el proceso de ensayos.
- ¿Qué ha pasado con Juan Carlos Gené?¿Había planes para traerlo?
- Gené estrena su última obra a mediados de marzo 2007 en el teatro Cervantes de Buenos Aires (suerte de verdadera Compañía Nacional Argentina), en la que también actúa y dirige. Está planteada la posibilidad de una próxima visita. Está el deseo está en él y en el Grupo Actoral 80 también. Esperemos que podamos concretarlo para el segundo semestre del 2007.
-¿Hay detractores insensatos o francotiradores aciagos contra el teatro comercial?¿Qué le parece lo que hacen? ¿Deberían apoyarlo? ¿ O es pura envidia?¿Será miedo a perder la teta del Estado?
-En realidad, creo que no soy yo el más apropiado sino ellos para responder sobre las razones que los impulsan a ser enemigos de un determinado tipo de teatro. Creo que en la situación actual del teatro venezolano sería estéril enlodarnos en esa discusión. Creo que sería mucho más fértil exigir una política al Estado en lo referente a lo teatral y volcarnos a la solución de problemas mucho más graves, como la falta de espacios para la representación, por ejemplo. En días pasados, en una reunión convocada por el ministro de cultura, Francisco Sesto con algunas personas del sector teatro, en la que estuve presente, el ministro asumió el total fracaso de su gestión en lo referente a lo teatral. Creo entonces que es hora de crear un plan serio y profundo que arrope todas las instancias de lo teatral (producciones, infraestructura, formación, circuitos y un largo y complejísimo etcétera) y haga que el teatro llegue a la mayor cantidad de espectadores posibles. Que aparte de la inversión del Estado, importantísima y necesaria, también veamos la forma de hacer que esa inversión sea verdaderamente efectiva. Es una tarea difícil y compleja la que tenemos por delante y creo que la extraordinaria labor echa por José Antonio Abreu al frente del Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles debe servir de ejemplo y norte.

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