Es caraqueño y nació en 1971. Escogió las artes escénicas para su desarrollo personal y cultural y ya está entre los mejores directores del teatro venezolano, gracias a su trabajo sostenido durante los últimos 11 años. Es por eso que cree que todavía el Estado venezolano tiene que tomar más acciones importantes para el desarrollo del teatro, tal como ya como lo hizo con la música, la danza y el circo. “Creo que la relación entre el Estado y los artistas o los teatreros esta un poco fracturada, pero se puede atender y arreglar. Tenemos que ser tratados como verdaderos artistas, porque el teatro también representa a la sociedad y es importante como cualquier otra actividad, porque la palabra en escena es también trascendental”, enfatiza Dairo Piñeres, líder de la agrupación juvenil Séptimo Piso, con la cual acaba de hacer 60 representaciones del espectáculo Caricias, de Sergi Belbel, por lo que conquistó el Premio Municipal de Teatro del Municipio Libertador.
Agrega Piñeres que el dialogo entre los hacedores del teatro y el Estado “es pieza fundamental en la construcción de un teatro nuevo y moderno que vaya acorde con las exigencias del siglo XXI. Creo que la asignación presupuestada debe ser mayor pero a su vez esta tiene que estar mejor ubicada”.
-¿Por qué comienza con la dirección teatral? ¿Cuántas piezas hasta ahora ha representado?
-Para mí la dirección teatral siempre fue una aventura. Desde el inicio, a principio de los años 90, formamos un grupo de varias escuelas que participamos en el Festival Porte Acero, que es organizado por el Ateneo de Caracas. No sabíamos y tendríamos que aprender cómo formar un grupo, quién lo dirige, cómo se constituye y quiénes lo integran. Todos estábamos locos por la idea de hacer teatro por el simple gusto. Poseídos por esas ganas juveniles de estar en un escenario, de esparcir el ego y nuestra diminuta fama. Decidimos hacerlo y así nació Séptimo Piso. Surgió entonces mi nombre como director y yo aclaré que no sabía mucho y que aceptaba pero que no me quedaría con el grupo. Mi única imagen como director era el espectáculo Peer Gynt que Carlos Giménez y su grupo Rajatabla habían hecho por ese tiempo. Yo estaba fascinado con “eso” que había visto y que no sabia como se hacia pero que me impactó de principio a fin, especialmente por las cuatro horas de duración del espectáculo. Desde allí hasta este año 2006 he dirigido 51 espectáculos. Mi gran aprendizaje fue la práctica con mi grupo y con otros elencos. Fue enfrentarme al monstruo de la dirección desde dentro, desde la piel misma, observar el trabajo de los demás, de los maestros de la escena, de los festivales internacionales, y definitivamente el aprendizaje en el Instituto Universitario de Teatro (Iudet): es mi casa de formación a la que le debo la mitad de lo que sé y de lo que hago, porque la otra mitad se lo debo a mi grupo, a mis actores a los que amo y defiendo con locura, y a su juventud que siempre me imparten.
-¿Cuál es su brújula o su norte para una puesta en escena?
-Mi brújula es la intuición. La intuición como poesía en la escena. Como trabajo, como norte, el trabajo de dejar que el artista hable, que el director imponga, que el actor utilice su creación. Siempre que descubro una obra dejo que me hable ella, que se humanice y se encargue de su guía, que me hable al oído para ver cómo se mueve, cómo habla, cómo se ve en escena. Las veces que preparo algo formal casi nunca se transmite lo que quiero en escena, muchas veces los actores llegan al ensayo con algo interesante que rescatar y de allí se parte a la creación, casi nunca me dejo llevar por conceptos preestablecidos. Creo, pues, en el teatro y hago teatro por su libertad para crear, por la eterna libertad que da la escena, la libertad de los dramaturgos, de los actores, de los vestuaristas, de los escenográfos, de los productores, en esto creo. Para romper con paradigmas establecidos es importante la intuición.
-¿Cuál es su método de trabajo para con los actores y la realización del espectáculo?
- No tengo ningún método establecido, pero los actores venezolanos necesitan un método propio, un trabajo propio, que los sostenga en todas las dificultades que tienen que pasar para ser actores. En ningún modo son actores europeos ni norteamericanos, son criollos y estamos en tierras tropicales, donde no están ocho horas ensayando sino ocho horas tratando de poder vivir, de buscar para comer. En ese sentido tenemos que buscar “el método del actor del Trópico” para poder así experimentar con un lenguaje autentico y vivo. Mi diseño de un espectáculo recae en toda la creación original que podamos sacar en equipo, donde los actores parten de imágenes y que pueden trabajar en sus trabajos, o en sus sitios de estudio, siguiendo unas pautas de lectura y de comprensión del texto, luego la música es un factor importantísimo, sin la música no tengo claro el espectáculo, la música modifica mis puestas, entonces primero tenemos que buscar la música que haga su parte.
-¿Qué escogió para la temporada del 2007?
-Escogimos hacer una trilogía del absurdo: La cantante calva de Eugene Ionesco, Esperando a Godot de Samuel Beckett y un espectáculo con poemas de Tristan Tzara y Adamov entre otros. Creemos en el teatro del absurdo como la expresión más moderna de los cambios del teatro universal: Creo que en estos nuevos tiempos entendemos más al absurdo que en tiempos anteriores. Además del rescate de los clásicos del siglo XX. Empezaremos con La cantante calva, pero donde todos los personajes serán hombres y los actores son los de mi grupo: Carlos Díaz, Alexander Rivera, Javier De Vita, Moisés Berroterán, Luis Domingo González y Morris Merentes. La presentaremos en el Celarg en la sala 3, desde la primera quincena de enero del 2007.
Esquina criolla
Dairo Piñeres comenta que “con la dramaturguia venezolana pasa que estaba desmotivada, y digo estaba porque creo que ya hay un movimiento que esta desarrollando la escritura venezolana. Hay mas concursos, hay más apoyo y eso se esta notando. Igual pasa conmigo y la escogencia de textos, creo que primero tenia que probar lo universal para luego enfrentarme a mi esquina, y eso es lo que estoy tratando, hablar de mi barrio, de mi esquina y de mi pueblo, pero es un proceso que estoy empezando y que quiero hacer”.
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