Tres revoluciones cambiaron al mundo moderno. Esos movimientos sociales, políticos y económicos -además de los culturales- entronizaron a sectores progresistas de una burguesía emergente y después a sectores populares en los gobiernos de Inglaterra (1640-1649), Francia (1789-1799) y Rusia (1917). Gracias a esos procesos se le cambió definitivamente el rumbo a sus naciones y al mismo tiempo influenciaron al resto de Europa y América, además de los alzamientos y las guerras independentistas americanas entre otros. Que tales procesos hayan fracasado en sus objetivos o abortados sus justificados razonamientos, es otra oscura historia de la ignominia humana. Y como colofón de tales revoluciones están los agudos procesos de cambio instaurados en China (1948) y Cuba (1959), los cuales han combatido contra enemigos internos y externos, pero avanzan o están en severas etapas de revisión.
Ahora, en esta centuria, mientras aquí se desarrolla el singular proceso revolucionario a la venezolana, comandado por el presidente Hugo Chávez, la Compañía Nacional de Teatro (CNT), bajo la dirección de Eduardo Gil, ha presentado Diálogos de Carmelitas, estremecedor espectáculo, de teatro y danza, ambientado precisamente en los complejos años de la revolución francesa. Esta producción, con guión de Carlos González y coordinada en lo artístico y coreográfico por Mariela Delgado, hace parte de los proyectos de la CNT (institución del Ministerio del Poder Popular para la Cultura) para la temporada 2007, destinados a la interrogación colectiva y al servicio de los más altos valores del colectivo, como “una herramienta de renovación, un espacio para explorar las infinitas vías del conocimiento, de los que hemos sido, somos y queremos ser”, según lo suscribe el director Gil.
Diálogo de Carmelitas, basado en el novela homónima de Georges Bernanos y en la narración La última en el cadalso, de Gertrude von le Fort, no es más que un relato, en estructura de monólogo, de una novicia, de origen noble, que perteneció a la orden de las Carmelitas, quien que fue guillotinada junto a sus compañeras, durante esa década de la revolución gala, reforzado por una coreografía alusiva.
El montaje, depurada producción que contó con un excelente cuerpo de baile, cumple su objetivo al mostrar el drama íntimo de Blanca, la novicia, y sus compañeras que fueron guillotinadas durante el régimen del “terror revolucionario”.Hay que destacar la profesional tarea asumida por Mariela Delgado como coreógrafa y puestista y, por supuesto, el correcto trabajo de los artistas Mónica Tortolero, Julián Garay, Adriana Pérez, Ezlimar Dortolina, Ezequiel Vásquez, Melissa Brito, Trina Marcano y Paula Mejía, además de la actriz Anaís Alvarado, quienes pusieron todas sus condiciones físicas e intelectuales en la materialización de ese drama que combina, con precisión, la teatralidad y el baile neoclásico.
Ahora, en esta centuria, mientras aquí se desarrolla el singular proceso revolucionario a la venezolana, comandado por el presidente Hugo Chávez, la Compañía Nacional de Teatro (CNT), bajo la dirección de Eduardo Gil, ha presentado Diálogos de Carmelitas, estremecedor espectáculo, de teatro y danza, ambientado precisamente en los complejos años de la revolución francesa. Esta producción, con guión de Carlos González y coordinada en lo artístico y coreográfico por Mariela Delgado, hace parte de los proyectos de la CNT (institución del Ministerio del Poder Popular para la Cultura) para la temporada 2007, destinados a la interrogación colectiva y al servicio de los más altos valores del colectivo, como “una herramienta de renovación, un espacio para explorar las infinitas vías del conocimiento, de los que hemos sido, somos y queremos ser”, según lo suscribe el director Gil.
Diálogo de Carmelitas, basado en el novela homónima de Georges Bernanos y en la narración La última en el cadalso, de Gertrude von le Fort, no es más que un relato, en estructura de monólogo, de una novicia, de origen noble, que perteneció a la orden de las Carmelitas, quien que fue guillotinada junto a sus compañeras, durante esa década de la revolución gala, reforzado por una coreografía alusiva.
El montaje, depurada producción que contó con un excelente cuerpo de baile, cumple su objetivo al mostrar el drama íntimo de Blanca, la novicia, y sus compañeras que fueron guillotinadas durante el régimen del “terror revolucionario”.Hay que destacar la profesional tarea asumida por Mariela Delgado como coreógrafa y puestista y, por supuesto, el correcto trabajo de los artistas Mónica Tortolero, Julián Garay, Adriana Pérez, Ezlimar Dortolina, Ezequiel Vásquez, Melissa Brito, Trina Marcano y Paula Mejía, además de la actriz Anaís Alvarado, quienes pusieron todas sus condiciones físicas e intelectuales en la materialización de ese drama que combina, con precisión, la teatralidad y el baile neoclásico.
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