El teatro venezolano no es únicamente el que se produce y muestra en Caracas. Y es por eso que para el próximo 14 de junio en Guanare será estrenado el espectáculo El círculo de tiza, una versión criolla de El círculo de tiza, de Bertold Brecht, creada y puesta en escena por Alberto Ravara. Es una producción general de la Compañía Regional de Teatro de Portuguesa (CRTP), la cual desde 1992 se mantiene en temporada permanente, la misma que hace y coordina el Festival Internacional de Teatro de Occidente, un evento que para este año prepara su vigésima quinta entrega, auspiciado por el Ministerio para el Poder Popular de la Cultura.
Según Alberto Ravara (Argentina, 1953), en su versión se muestra cómo, en un caserío de la llanura venezolana, los campesinos discuten la legitimidad de la propiedad del valle de Guafa. Ahí, unos sostienen que el hato La Duquesa pertenece a una compañía foránea, pero la mayoría de los campesinos revindican su derecho por el valle. En ese contexto, llega al lugar un grupo de teatro de Caracas para realizar una labor artística al servicio del pueblo y cuyo objetivo no es otro que hacer la experiencia pedagógica de montar, con actores profesionales y los habitantes de Guafa, El círculo de tiza que está basado en un mito bíblico y en la obra El círculo de tiza caucasiano del dramaturgo alemán Bertolt Brecht.
Ravara, con más de 25 años de trabajo en las comunidades populares venezolanas, advierte que la realidad y la ficción, en esta peculiar experiencia con la CRTP, se confunden en la inmensidad del llano “para contar una historia brava con un final justiciero, por la tenencia de un niño que es noble y plebeyo, tras lo cual , gracias a un círculo y un juez, se obtendrá un veredicto certero, pues la madre de crianza seguirá cuidando amorosamente al niño, mientras que en la conciencia campesina se robustece la convicción de que su reclamo histórico por la tierra es justo, pues la han cuidado por generaciones. Creo que el público de Guanare no necesitará mayores explicaciones, porque el montaje es sumamente didáctico, sin caer en los consabidos panfletos”.
Antecedentes
Si bien la obra de Bertolt Brecht (Alemania, 1898-1956) abarca muy diversos géneros, su legado literario ha ejercido una influencia decisiva ante todo en el dominio del teatro. Después de un largo exilio forzado por el régimen nazi, a su regreso a Alemania fundó y dirigió la compañía Berliner Ensemble, donde llevó a la práctica, a través de sus múltiples experiencias innovadoras, su teoría del teatro épico, donde postula sustituir la intensidad emocional ligada al teatro tradicional por el alejamiento reflexivo y la observación crítica a través del distanciamiento.
Brecht comenzó a elaborar El círculo de tiza caucasiano en 1944 en colaboración con Ruth Berlau y la acabó en 1945. El tema del proceso pertenece a una antigua leyenda china, emparentada con el juicio de Salomón, y había inspirado ya al poeta austriaco Klabund. Brecht modifica el final de la historia, pues en la leyenda china —y también en la pieza de Klabund— es la verdadera madre del niño quien se niega a arrancarlo del círculo. La pieza fue estrenada en Berlín, en 1954, por el Berliner Ensemble.
Escuela de hombres
El director Alberto Ravara con su sencillez que lo caracteriza explica así el por qué y el para qué se metió en el proyecto de montar un espectáculo sobre la base brechtiana en Guanare. Dice cosas como estas:
“Imágenes amorosas contadas por mi madre estimularon mi fantasía, en aquel mundo armónico y perfecto de la infancia. Tuve noción del mito bíblico del círculo de tiza salomónico, en el año que moría Bertolt Brecht”.
“En las mareas sociales de los 70 hice consciente el concepto de justicia brechtiano. Legalidad y legitimidad serian para siempre categorías distintas. No obstante las sentencias de Salomón y Azdak no son contradictorias, se muestran justas y complementarias”.
“El camino de América nos da vida y ella impone la necesidad de una expresión genuina y propia. No queremos ni debemos restaurar, no hacemos museos, ni edificamos dogmas. Nuestro emprendimiento intenta tomar el mito de El circulo de tiza, reflexionar y crear a partir de nuestro ser y nuestro contexto”.
“El dramaturgo Scholem Aleijem apuntó, en una ocasión, que ‘el teatro es escuela de hombres’; en ese sentido hicimos nuestra experiencia. Ensayo tras ensayo, ajusté la tercera versión libre. Con el novel y entusiasta grupo, discutimos cosas de la razón pura y la razón sensible. De cada integrante surgió una chispa, de su piel... su palabra, para que el Azdak haga justicia con razón, en una sociedad donde la injusticia es la regla. Abrigamos el anhelo de expresar el amor de Grusche, fregona de palacio y el coraje del pueblo, significado por La Sabrosita y el soldado Simón Chachava”.
“La tarea siempre estará inconclusa, la recreamos para ser una nueva realidad cada vez que el telón se abra. Porque nuestro mundo de adultos ya no es absoluto y en nuestros interrogante radica la vida”.
Un niño presente
Según Alberto Ravara (Argentina, 1953), en su versión se muestra cómo, en un caserío de la llanura venezolana, los campesinos discuten la legitimidad de la propiedad del valle de Guafa. Ahí, unos sostienen que el hato La Duquesa pertenece a una compañía foránea, pero la mayoría de los campesinos revindican su derecho por el valle. En ese contexto, llega al lugar un grupo de teatro de Caracas para realizar una labor artística al servicio del pueblo y cuyo objetivo no es otro que hacer la experiencia pedagógica de montar, con actores profesionales y los habitantes de Guafa, El círculo de tiza que está basado en un mito bíblico y en la obra El círculo de tiza caucasiano del dramaturgo alemán Bertolt Brecht.
Ravara, con más de 25 años de trabajo en las comunidades populares venezolanas, advierte que la realidad y la ficción, en esta peculiar experiencia con la CRTP, se confunden en la inmensidad del llano “para contar una historia brava con un final justiciero, por la tenencia de un niño que es noble y plebeyo, tras lo cual , gracias a un círculo y un juez, se obtendrá un veredicto certero, pues la madre de crianza seguirá cuidando amorosamente al niño, mientras que en la conciencia campesina se robustece la convicción de que su reclamo histórico por la tierra es justo, pues la han cuidado por generaciones. Creo que el público de Guanare no necesitará mayores explicaciones, porque el montaje es sumamente didáctico, sin caer en los consabidos panfletos”.
Antecedentes
Si bien la obra de Bertolt Brecht (Alemania, 1898-1956) abarca muy diversos géneros, su legado literario ha ejercido una influencia decisiva ante todo en el dominio del teatro. Después de un largo exilio forzado por el régimen nazi, a su regreso a Alemania fundó y dirigió la compañía Berliner Ensemble, donde llevó a la práctica, a través de sus múltiples experiencias innovadoras, su teoría del teatro épico, donde postula sustituir la intensidad emocional ligada al teatro tradicional por el alejamiento reflexivo y la observación crítica a través del distanciamiento.
Brecht comenzó a elaborar El círculo de tiza caucasiano en 1944 en colaboración con Ruth Berlau y la acabó en 1945. El tema del proceso pertenece a una antigua leyenda china, emparentada con el juicio de Salomón, y había inspirado ya al poeta austriaco Klabund. Brecht modifica el final de la historia, pues en la leyenda china —y también en la pieza de Klabund— es la verdadera madre del niño quien se niega a arrancarlo del círculo. La pieza fue estrenada en Berlín, en 1954, por el Berliner Ensemble.
Escuela de hombres
El director Alberto Ravara con su sencillez que lo caracteriza explica así el por qué y el para qué se metió en el proyecto de montar un espectáculo sobre la base brechtiana en Guanare. Dice cosas como estas:
“Imágenes amorosas contadas por mi madre estimularon mi fantasía, en aquel mundo armónico y perfecto de la infancia. Tuve noción del mito bíblico del círculo de tiza salomónico, en el año que moría Bertolt Brecht”.
“En las mareas sociales de los 70 hice consciente el concepto de justicia brechtiano. Legalidad y legitimidad serian para siempre categorías distintas. No obstante las sentencias de Salomón y Azdak no son contradictorias, se muestran justas y complementarias”.
“El camino de América nos da vida y ella impone la necesidad de una expresión genuina y propia. No queremos ni debemos restaurar, no hacemos museos, ni edificamos dogmas. Nuestro emprendimiento intenta tomar el mito de El circulo de tiza, reflexionar y crear a partir de nuestro ser y nuestro contexto”.
“El dramaturgo Scholem Aleijem apuntó, en una ocasión, que ‘el teatro es escuela de hombres’; en ese sentido hicimos nuestra experiencia. Ensayo tras ensayo, ajusté la tercera versión libre. Con el novel y entusiasta grupo, discutimos cosas de la razón pura y la razón sensible. De cada integrante surgió una chispa, de su piel... su palabra, para que el Azdak haga justicia con razón, en una sociedad donde la injusticia es la regla. Abrigamos el anhelo de expresar el amor de Grusche, fregona de palacio y el coraje del pueblo, significado por La Sabrosita y el soldado Simón Chachava”.
“La tarea siempre estará inconclusa, la recreamos para ser una nueva realidad cada vez que el telón se abra. Porque nuestro mundo de adultos ya no es absoluto y en nuestros interrogante radica la vida”.
Un niño presente
Para este espectáculo El circulo de tiza, Alberto Ravara y Carlos Arroyo, director general de la CRTP, contaron con la colaboración de Luis España, Rafael Sequera y William Ocanto en el diseño y la realización de la escenografia y el vestuario, y además Simón Ortiz se encargó del arreglo de las canciones, mientras que Julia Carolina Ojeda cuidó de los arreglos vocales y el coro. Los actores de este criollo montaje son: Jesús Plaza, Edilsa Montilla, Wilfredo Peraza, Mayeli Delfín, Simón Ortiz, Julián Ramos, Elvis Collado, Lihusmar Ostos, William Ocanto, Elisabeth Prato, Yaleida Jaramillo, Yorman Mejías, Neyda Aular, Domingo Reyes, Yenifer Goyo, Randi Montilla, Alexandra Vásquez, Mayerlis Torres, Samuel Velásquez, William Jaramillo, Enderson Castillo, Carlos Soto y Jesús Arroyo como el niño.
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