Conocemos al sólido actor colombiano Yugui López desde los inolvidables años del grupo Rajatabla de Carlos Giménez. Hemos visto como este performancista ha ido acrecentando su capacidad histriónica con personajes rudos e incluso grotescos al parecer escritos para él. Y ahora, para festejar sus últimos 25 años de labores, los cuales proclama como sus “bodas de plata con la actuación”, organizó una especie de fiesta patronal para celebrarlos, porque no está seguro que podrá “boncharse” su otro cuarto de siglo en la escena teatral o en el cine, aunque desea que muchos de sus amigos sí lo acompañen en esos años por venir.
El centro de los festejos de Yugui López no puede ser otro que su ya histórico unipersonal, El Flecha, el cual exhibe desde 1998. Se trata de un espectáculo que él elaboró a partir de un radioteatro que grabó, años atrás, su compatriota David Sánchez Juliao, montaje que en esta ocasión es presentado por Producciones Panafilms.
Gracias a Yugui López, "El Flecha", llamado así por la velocidad de sus piernas al huir de sus contrincantes, logra involucrar o hacer parte de su patética historia de frustraciones, en un escenario no convencional, al mismo público que puede sentirse al mismo tiempo coprotagonista de la obra, y donde también ha contado con la participación especial de varios actores invitados, que noche tras noche lo han acompañado en la celebración.
Ahora, tras haberlo visto de nuevo, da más convincente vida física a "El Flecha" y los personajes significativos de esa vida en el barrio Kennedy de la población colombiana de Lorica, donde mora con su madre en medio de la más desesperanzada pobreza, un olvidado pueblo macondiano, donde se le fue la vida porque pretendió ser boxeador sin preparación alguna y solamente estaba alimentado por la ilusión de triunfar y realizar sus sueños de gloria.
La historia del fracasado boxeador “El Flecha” sirve como educadora metáfora para todos aquellos que han pretendido resolver sus existencias a partir de victorias fáciles y sin mayores esfuerzos, aunque los boxeadores sudan sangre y pierden sus dientes y hasta sus neuronas en ese complejo “deporte”.
Es evidente que “El Flecha y su socias Yugui López le enseñan al público la estremecedora saga de un hombre común al que su sociedad no le dio otras alternativas sino convertirse en el actor de ese circo, en el boxeador que se requería o el que era indispensable para que recibiera los golpes del contrincante y así justificar perdidas o ganancias y hasta unas cuantas botellas de ron.
Ahí está la historia de “El Flecha” que conoció el poeta Sánchez Juliao, pero es el cuento de muchos más como él, de esos que van en este mundo plagado de injusticias y desencantos, donde ya no se lucha sólo a puñetazos sino con otras armas o herramientas. Este espectáculo que vimos en su etapa inaugural, en el otrora Ateneo de Caracas, ha madurado y ha crecido, y ahora exhibe la mayor veteranía del actor Yugui López.
El centro de los festejos de Yugui López no puede ser otro que su ya histórico unipersonal, El Flecha, el cual exhibe desde 1998. Se trata de un espectáculo que él elaboró a partir de un radioteatro que grabó, años atrás, su compatriota David Sánchez Juliao, montaje que en esta ocasión es presentado por Producciones Panafilms.
Gracias a Yugui López, "El Flecha", llamado así por la velocidad de sus piernas al huir de sus contrincantes, logra involucrar o hacer parte de su patética historia de frustraciones, en un escenario no convencional, al mismo público que puede sentirse al mismo tiempo coprotagonista de la obra, y donde también ha contado con la participación especial de varios actores invitados, que noche tras noche lo han acompañado en la celebración.
Ahora, tras haberlo visto de nuevo, da más convincente vida física a "El Flecha" y los personajes significativos de esa vida en el barrio Kennedy de la población colombiana de Lorica, donde mora con su madre en medio de la más desesperanzada pobreza, un olvidado pueblo macondiano, donde se le fue la vida porque pretendió ser boxeador sin preparación alguna y solamente estaba alimentado por la ilusión de triunfar y realizar sus sueños de gloria.
La historia del fracasado boxeador “El Flecha” sirve como educadora metáfora para todos aquellos que han pretendido resolver sus existencias a partir de victorias fáciles y sin mayores esfuerzos, aunque los boxeadores sudan sangre y pierden sus dientes y hasta sus neuronas en ese complejo “deporte”.
Es evidente que “El Flecha y su socias Yugui López le enseñan al público la estremecedora saga de un hombre común al que su sociedad no le dio otras alternativas sino convertirse en el actor de ese circo, en el boxeador que se requería o el que era indispensable para que recibiera los golpes del contrincante y así justificar perdidas o ganancias y hasta unas cuantas botellas de ron.
Ahí está la historia de “El Flecha” que conoció el poeta Sánchez Juliao, pero es el cuento de muchos más como él, de esos que van en este mundo plagado de injusticias y desencantos, donde ya no se lucha sólo a puñetazos sino con otras armas o herramientas. Este espectáculo que vimos en su etapa inaugural, en el otrora Ateneo de Caracas, ha madurado y ha crecido, y ahora exhibe la mayor veteranía del actor Yugui López.
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