A cinco meses de su estreno en Lima, Al pie del Támesis, el más reciente melodrama de Mario Vargas Llosa, será exhibido en el Teatro Trasnocho a partir del 8 de agosto, con los actores Iván Tamayo y Carlota Sosa, dirigidos por Héctor Manrique y con la producción de Carolina Rincón para el grupo Actoral 80 (GA-80).
Manrique siguió paso a paso las informaciones sobre el montaje del texto vargallosiano y su éxito de público y crítica, hasta que adquirió los derechos para representarlo, tras contactar al dramaturgo en Nueva York. “Soy lector de sus novelas y admirador de sus piezas teatrales. El actor protagonista del montaje limeño es Alberto Isola, un reputado artista que trabajó con el GA-80 en los años 90, y fue precisamente él quien me recomendó ese texto y además colaboró para que yo obtuviera los derechos. Caracas verá pues, ese exorcismo por al libertad que es Al pie del Támesis. Ya comenzamos los ensayos y estamos seguros que no pasara desapercibido su temporada por su temática y por la calidad de nuestro trabajo, donde contamos con dos actores reconocidos, como Iván y Carlota ”.
Orígenes y argumento
Un “encuentro inesperado”, en Londres, entre Guillermo Cabrera Infante y Esdras Parra, ocurrido hace más de siete años, tras una castradora “cirugía de reasignación de sexo” a que se sometió el poeta venezolano en 1978, es la fuente de inspiración o motivación para crear Al pie del Támesis, según lo declaró Vargas Llosa en Lima, en vísperas de la temporada en el Teatro Británico, bajo la dirección de Luis Peirano y con las actuaciones de Alberto Isola y Bertha Poncorvo,el pasado mes de marzo.
Eso le ha permitido al célebre intelectual peruano (Arequipa, 1936) abordar con elegancia en un mismo espectáculo las temáticas de la homosexualidad y la transexualidad, ya que no es un secreto que hay una revisión a fondo de los derroteros de la sexualidad en el siglo XXI y por eso desde ya se estimula una necesaria investigación científica ante el incremento de dichas conductas o comportamientos sociales “nada convencionales y totalmente trasgresores para la moral y la ética burguesas”, sin contar el rechazo que aún hay en las naciones socialistas y en regímenes teocráticos a todo aquello que pueda interpretarse como “desviaciones de la normalidad” o cualquier otra manifestación de la libertad humana.
Sin temblarle el pulso y rompiendo con la pacata burguesía limeña, Vargas Llosa utilizó ese “encuentro inesperado” entre Cabrera Infante y Parra para mostrar en la escena una saga ficcionada sobre “Chispas” Bellatín, un adolescente de la rancia sociedad limeña que mató a su compañerito de estudios “Pirulo” Saavedra, porque éste intentó darle un beso en la boca mientras se entretenían en el gimnasio. “Chispas” (encarnado por Alberto Isola), 35 años después, revela una de sus más lacerantes pesadillas, mientras descansa en una suite del hotel Savoy de Londres: “Pirulo” se le presenta convertido en su “hermana” Raquel Saavedra (Bertha Pancorvo) tras una compleja operación en Casablanca, y lo invita a vivir lo que no pudieron antes, cuando eran jóvenes: amor, matrimonio y feliz vida de pareja.
“Chispas” en esa prolongada situación onírica, porque así es la técnica doble que usa el dramaturgo, desnuda su vida intima frustrada, su desastre físico-psicológico con las mujeres (lleva tres divorcios en fila) y asoma que es un homosexual que no se asume, lo cual queda materializado al final, porque otro “Pirulo” con toda la carga que ese personaje tiene, lo despierta para llevarlo a una importante reunión de negocios, que es el único ámbito donde “Chispas” ha triunfado y ganado fortuna. El sueño del irredento asesino finaliza con un estrujante monólogo que recuerda al Willy Loman de La muerte de un viajante de Arthur Miller, pero que no conduce al suicidio de “Chispas”, sino que lo lanza a proseguir con su vida del disimulo y su desenfrenada carrera por más riquezas, aunque sea infeliz en su privacidad.
Pretexto Esdras
Mario Vargas Llosa usó el caso Esdras Parra como pretexto para plasmar en la escena limeña otro suceso de homofobia no asumida y la solución que “Chispas” sueña dentro de su sueño: un cambio de sexo para que todo sea simulado. Nosotros creemos - el teatro tiene razón de ser por las metáforas que encierra- que el autor de La casa verde va más allá. Abofetea a la sociedad peruana y a sus similares en el resto del continente americano, porque juegan a la indefinición en la política como en el sexo, se traicionan a sí mismas con tal de ganar unos dólares más, aunque desgracien a las clases más pobres de sus republicas. Hay, pues, una lectura política muy obvia en Al pie del Támesis, porque sus personajes son símbolos, aunque el escándalo del sexo sea más sugerente, estridente y muy directo, y puede que asuste a unos mojigatos que aún quedan aquí o allá, a los que moran en sus closets de día y de noche salen cual lobos de cacería.
Manrique siguió paso a paso las informaciones sobre el montaje del texto vargallosiano y su éxito de público y crítica, hasta que adquirió los derechos para representarlo, tras contactar al dramaturgo en Nueva York. “Soy lector de sus novelas y admirador de sus piezas teatrales. El actor protagonista del montaje limeño es Alberto Isola, un reputado artista que trabajó con el GA-80 en los años 90, y fue precisamente él quien me recomendó ese texto y además colaboró para que yo obtuviera los derechos. Caracas verá pues, ese exorcismo por al libertad que es Al pie del Támesis. Ya comenzamos los ensayos y estamos seguros que no pasara desapercibido su temporada por su temática y por la calidad de nuestro trabajo, donde contamos con dos actores reconocidos, como Iván y Carlota ”.
Orígenes y argumento
Un “encuentro inesperado”, en Londres, entre Guillermo Cabrera Infante y Esdras Parra, ocurrido hace más de siete años, tras una castradora “cirugía de reasignación de sexo” a que se sometió el poeta venezolano en 1978, es la fuente de inspiración o motivación para crear Al pie del Támesis, según lo declaró Vargas Llosa en Lima, en vísperas de la temporada en el Teatro Británico, bajo la dirección de Luis Peirano y con las actuaciones de Alberto Isola y Bertha Poncorvo,el pasado mes de marzo.
Eso le ha permitido al célebre intelectual peruano (Arequipa, 1936) abordar con elegancia en un mismo espectáculo las temáticas de la homosexualidad y la transexualidad, ya que no es un secreto que hay una revisión a fondo de los derroteros de la sexualidad en el siglo XXI y por eso desde ya se estimula una necesaria investigación científica ante el incremento de dichas conductas o comportamientos sociales “nada convencionales y totalmente trasgresores para la moral y la ética burguesas”, sin contar el rechazo que aún hay en las naciones socialistas y en regímenes teocráticos a todo aquello que pueda interpretarse como “desviaciones de la normalidad” o cualquier otra manifestación de la libertad humana.
Sin temblarle el pulso y rompiendo con la pacata burguesía limeña, Vargas Llosa utilizó ese “encuentro inesperado” entre Cabrera Infante y Parra para mostrar en la escena una saga ficcionada sobre “Chispas” Bellatín, un adolescente de la rancia sociedad limeña que mató a su compañerito de estudios “Pirulo” Saavedra, porque éste intentó darle un beso en la boca mientras se entretenían en el gimnasio. “Chispas” (encarnado por Alberto Isola), 35 años después, revela una de sus más lacerantes pesadillas, mientras descansa en una suite del hotel Savoy de Londres: “Pirulo” se le presenta convertido en su “hermana” Raquel Saavedra (Bertha Pancorvo) tras una compleja operación en Casablanca, y lo invita a vivir lo que no pudieron antes, cuando eran jóvenes: amor, matrimonio y feliz vida de pareja.
“Chispas” en esa prolongada situación onírica, porque así es la técnica doble que usa el dramaturgo, desnuda su vida intima frustrada, su desastre físico-psicológico con las mujeres (lleva tres divorcios en fila) y asoma que es un homosexual que no se asume, lo cual queda materializado al final, porque otro “Pirulo” con toda la carga que ese personaje tiene, lo despierta para llevarlo a una importante reunión de negocios, que es el único ámbito donde “Chispas” ha triunfado y ganado fortuna. El sueño del irredento asesino finaliza con un estrujante monólogo que recuerda al Willy Loman de La muerte de un viajante de Arthur Miller, pero que no conduce al suicidio de “Chispas”, sino que lo lanza a proseguir con su vida del disimulo y su desenfrenada carrera por más riquezas, aunque sea infeliz en su privacidad.
Pretexto Esdras
Mario Vargas Llosa usó el caso Esdras Parra como pretexto para plasmar en la escena limeña otro suceso de homofobia no asumida y la solución que “Chispas” sueña dentro de su sueño: un cambio de sexo para que todo sea simulado. Nosotros creemos - el teatro tiene razón de ser por las metáforas que encierra- que el autor de La casa verde va más allá. Abofetea a la sociedad peruana y a sus similares en el resto del continente americano, porque juegan a la indefinición en la política como en el sexo, se traicionan a sí mismas con tal de ganar unos dólares más, aunque desgracien a las clases más pobres de sus republicas. Hay, pues, una lectura política muy obvia en Al pie del Támesis, porque sus personajes son símbolos, aunque el escándalo del sexo sea más sugerente, estridente y muy directo, y puede que asuste a unos mojigatos que aún quedan aquí o allá, a los que moran en sus closets de día y de noche salen cual lobos de cacería.
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