Las universidades y otras instituciones de educación superior han colaborado en el desarrollo de las artes escénicas venezolanas a lo largo del siglo XX y por los vientos que soplan durante esta centuria ese apoyo se agigantará gracias a la creación de la Universidad Nacional Experimental de las Artes (Uneartes), con lo cual las diversas disciplinas artísticas tendrán por fin su ingreso a la Academia con todo lo positivo que eso trae para toda la comunidad.
Ahí está la historia no escrita para revisar y mirar lo positivo que significó el Teatro Universitario de la UCV, especialmente durante la pasantía de Nicolás Curiel, o todo el trabajo adelantado por el profesor Marco Reyes Andrade en la UCAB, quienes lograron encantar, cual versiones criollas del flautista de Hamelin, a centenares de muchachas y muchachos para que hicieran un espacio en sus agendas y acudieran a los ensayos y después a las representaciones de singulares espectáculos teatrales. De esos experimentos salieron figuras positivas para la dramaturgia y la actuación, nadie puede dudarlo, además de que llegaron al público universitario. Esos ejemplos no se han detenido y otras generaciones de artistas han dado sus primeros pasos en las aulas universitarias, quizás con no tanta promoción como las anteriores, pero lo importante es que la huella no se ha perdido. ¡Han seguido nutriendo a la historiografía del teatro, pese a que no se registre ni divulgue con generosidad!
¿Qué hará Uneartes con las existentes agrupaciones de teatreros universitarios? Hay que esperar esas decisiones y proyectos concretos que serán, como es obvio, estimulantes. Mientras tanto, reseñamos con simpatía la aparición del Grupo Teatral de la Universidad Nacional Experimental Politécnica (Unexpo), que bajo la dirección de Reinaldo Pérez se ha presentado en el Ateneo de Caracas con el espectáculo El encanto, en el que participan 14 alumnos.
Escrito por Reinaldo Pérez, El encanto es el melodrama de un grupo de hetairas del burdel El encanto, ubicado en cualquier población venezolana, donde cada una de ellas y sus “amigos de turno” cuentan sus peripecias existenciales en medio del jolgorio natural, estimulado por los licores y las “conspiraciones hormonales”, pero al final se enteran del inminente cierre de ese establecimiento porque una de ellas ha contagiado una enfermedad de transmisión sexual al hijo del alcalde.
La obra revela sin maquillaje alguno las costuras de diversos textos que existen sobre esa temática, desde El pez que fuma de Román Chalbaud y A 2,50 la cuba libre de Ibrahim Guerra, entre otros, que dieron origen a exitosos espectáculos. El autor debe revisar su texto y enriquecerlo, porque tiene unos cuantos ángulos dignos de ser más trabajados o depurados. Él está redondo de buenas intenciones y por eso afirma que su pieza “no es más que el reflejo de lo que somos, unos pasajeros del tren de la vida, que van perdiendo el brillo con el transcurrir del tiempo”.
El montaje y las actuaciones revelan la presencia de un puñado de actores y actrices con talento para ser cultivado, si es que les interesa esa actividad como profesión, para lo cual tendrán que capacitarse adecuadamente, como lo han demostrado: Eduardo Briceño, Albir Gudiño, Belly Pérez, Ilich Escobar, Dariana Villaroel, Yosbelis Freites, Keila Hernández, Yanibel Ottamendi, Ender Aguilar, Rosmary Díaz, Maria Caldeira, Raquel Acero, Germán Noda y Xavier Pi Merino, ayudados por las coreografías de Gabriela Gamboa, la musicalización de Germán Noda y Ender Aguilar, la producción de Eider Elbitar, todos bajo la dirección y producción general de Reynaldo Pérez.
¡En la Unexpo hay gente útil para el teatro!
Ahí está la historia no escrita para revisar y mirar lo positivo que significó el Teatro Universitario de la UCV, especialmente durante la pasantía de Nicolás Curiel, o todo el trabajo adelantado por el profesor Marco Reyes Andrade en la UCAB, quienes lograron encantar, cual versiones criollas del flautista de Hamelin, a centenares de muchachas y muchachos para que hicieran un espacio en sus agendas y acudieran a los ensayos y después a las representaciones de singulares espectáculos teatrales. De esos experimentos salieron figuras positivas para la dramaturgia y la actuación, nadie puede dudarlo, además de que llegaron al público universitario. Esos ejemplos no se han detenido y otras generaciones de artistas han dado sus primeros pasos en las aulas universitarias, quizás con no tanta promoción como las anteriores, pero lo importante es que la huella no se ha perdido. ¡Han seguido nutriendo a la historiografía del teatro, pese a que no se registre ni divulgue con generosidad!
¿Qué hará Uneartes con las existentes agrupaciones de teatreros universitarios? Hay que esperar esas decisiones y proyectos concretos que serán, como es obvio, estimulantes. Mientras tanto, reseñamos con simpatía la aparición del Grupo Teatral de la Universidad Nacional Experimental Politécnica (Unexpo), que bajo la dirección de Reinaldo Pérez se ha presentado en el Ateneo de Caracas con el espectáculo El encanto, en el que participan 14 alumnos.
Escrito por Reinaldo Pérez, El encanto es el melodrama de un grupo de hetairas del burdel El encanto, ubicado en cualquier población venezolana, donde cada una de ellas y sus “amigos de turno” cuentan sus peripecias existenciales en medio del jolgorio natural, estimulado por los licores y las “conspiraciones hormonales”, pero al final se enteran del inminente cierre de ese establecimiento porque una de ellas ha contagiado una enfermedad de transmisión sexual al hijo del alcalde.
La obra revela sin maquillaje alguno las costuras de diversos textos que existen sobre esa temática, desde El pez que fuma de Román Chalbaud y A 2,50 la cuba libre de Ibrahim Guerra, entre otros, que dieron origen a exitosos espectáculos. El autor debe revisar su texto y enriquecerlo, porque tiene unos cuantos ángulos dignos de ser más trabajados o depurados. Él está redondo de buenas intenciones y por eso afirma que su pieza “no es más que el reflejo de lo que somos, unos pasajeros del tren de la vida, que van perdiendo el brillo con el transcurrir del tiempo”.
El montaje y las actuaciones revelan la presencia de un puñado de actores y actrices con talento para ser cultivado, si es que les interesa esa actividad como profesión, para lo cual tendrán que capacitarse adecuadamente, como lo han demostrado: Eduardo Briceño, Albir Gudiño, Belly Pérez, Ilich Escobar, Dariana Villaroel, Yosbelis Freites, Keila Hernández, Yanibel Ottamendi, Ender Aguilar, Rosmary Díaz, Maria Caldeira, Raquel Acero, Germán Noda y Xavier Pi Merino, ayudados por las coreografías de Gabriela Gamboa, la musicalización de Germán Noda y Ender Aguilar, la producción de Eider Elbitar, todos bajo la dirección y producción general de Reynaldo Pérez.
¡En la Unexpo hay gente útil para el teatro!
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