martes, junio 03, 2008

Miguel Curiel reaparece con dos largometrajes

En una calle perdida de la caraqueña Altamira funciona un desolado bar. La dueña y su hija atienden a tres hombres, quienes pasan sus noches, día tras día, al ritmo de las historias que narran cada uno de ellos. Hasta que durante una jornada, mientras juegan la última partida de dominó, entra súbitamente a la cantina una hermosa y elegante mujer, que es la misma dama de la historia que uno de ellos ha comenzado a evocar. Repentinamente, el mundo vacío y ordinario de estos personajes se ve trastocado con la inesperada presencia de la visitante, especie de ángel o demonio, irreal o real. La fantasía y la realidad se entremezclan, en un juego donde se pone al descubierto la naturaleza humana.
Así, casi al borde del delirio,"por muchas cosas buenas que me están pasando”, el cineasta venezolano Miguel Curiel (Londres, 13 de junio de 1953), sintetizó la sinopsis literaria y visual de su nueva película No me lo van a creer, la cual está en avanzado proceso de montaje, mientras que en el Zulia comenzó a rodar su tercer largometraje, La niña de Maracaibo, el cual será exhibido en español, wayuú y euskadi, en concordancia con la decisión de la Unesco de decretar el 2008 como “El año de las lenguas”. En resumen: reaparece con dos peliculones, en el formato del largometraje, “aunque yo nunca me había ido del cine, como pudieron creer algunos maliciosos”, afirma al tiempo de recordar que debutó, hacia 1986, con Una noche oriental, basada en la obra teatral homónima de José Ignacio Cabrujas.
SEGUNDO LARGOMETRAJE
”En los últimos 22 años he estado estrechamente vinculado a una serie de actividades políticas del cine venezolano, participando especialmente en sus instituciones como la Asociación Nacional de Autores Cinematográficos (Anac). Fueron años difíciles para hacer cine y por eso me instalé en Europa. No me fui para Estados Unidos porque allá no nos respetan ni tampoco quise dedicarme a dirigir telenovelas y otros productos de la televisión local. En el Viejo Continente trate de armar mis películas y me dediqué a trabajar en documentales sobre temáticas sociales y políticas, pagados por los europeos en general”,
Hizo varios documentales, como Hasta siempre comandante sobre la ruptura entre Douglas Bravo y Teodoro Petkoff, la cual históricamente significó el fin de la guerrilla en Venezuela. “Vengo de una escuela práctica de hacer cine. De experiencias francesas donde había que producir películas con bajo presupuesto y en pocos días. Comprendí e internalicé que el cine no se hace con dinero sino con buena voluntad”, apunta Curiel.
En Caracas, y con los guiones de sus dos largometrajes que no lo dejaban dormir, Curiel armó su equipo, para No me lo van a creer, bautizándolo “Conamigos”, pero que hasta ese momento eran “desconocidos”. Y comenzaron a trabajar para el rodaje. “Ahora somos 26 socios, cuatro de ellos son empresas y 22 personas. Fue una especie de cooperativa, pero realmente es una sociedad. Si contabilizamos lo que todo ese trabajo hubiese exigido en sueldos y gastos, sería una suma cercana a los mil millones de bolívares viejos, pero que ahora es un modesto millón de bolívares fuertes, precisamente cuando en estos momentos una película cuesta dos millones de bolívares fuertes. Ya le solicitamos al Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (Cnac) un apoyo para la terminación, que serían unos 400 mil bolívares fuertes”.
No me lo van a creer fue rodada íntegramente en video, durante siete días con sus noches. Y su montaje avanza en la computadora, por lo que se espera que este año pueda ser exhibida. “Fue una experiencia extraordinaria hacerla. La historia y la dirección son mías, pero nunca se hubiera podido concluir sin el apoyo de todos los profesionales ahí involucrados. Todo eso me ha entusiasmado a trabajar con las nuevas generaciones de artistas criollos. Y por supuesto no puedo dejar de nombrar a mis actores: Emma Rabbe, Eduardo Orozco, Rosa Ohanesian, Miguel Josue Colmenares, Christopher Bencomo, Romelia Agüero, Elías Lugo y Ginebra Chacón. Mi película debe durar 75 minutos y no esperamos estar en 25 salas sino en cuatro salitas. Es un formato para contar pequeñas historias. Mi opción es un cine pequeño, privado e intimista. Que aborde los problemas de los venezolanos comunes y corrientes”.
TERCER LARGOMETRAJE
Miguel Curiel cuenta que La niña de Maracaibo, su tercer largometraje que comenzó a rodar, en diversas zonas del estado zuliano, desde el pasado 19 de mayo y deberá concluir hacia el 20 de junio, está inspirado en la historia del cacique José de la Rosa Fernández, “El Torito”. El líder de los guajiros que decidió mezclar su cultura por lo que se casa con una alijuna, una mujer no perteneciente a la etnia wuayú. Ahí participan, en los roles protagónicos, Daniel Alvarado, Karina Velásquez y el actor vasco Asier Hernández,
Relata Curiel que “la trama identifica tres dramas basados en una princesa esposa del líder de los guajiros, un barco usado para el tráfico ilegal de esmeraldas y la pequeña heredera del poderío de la comunidad. "Más que una visión de la comunidad wayuú, es un homenaje a nuestras raíces y a las más puras expresiones de quienes, a pesar de la globalización, siguen luchando por mantener intactas sus creencias, virtudes y fortalezas".
Para Curiel, "el enfrentamiento de las dos visiones, la occidental y la wayuú, es el propósito de esta historia. “Confrontándolas, desmontamos las mitologías preconcebidas y las imágenes cliché, muchas veces caricaturescas, que se tienen y se mantienen sobre estas etnias a la que absurdamente se conoce como indios".

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