El año 2010 viene preñado de buenas noticias para el teatro venezolano. Gracias a la Universidad Nacional Experimental de las Artes (Unearte) se realizará un congreso de dramaturgos, con la participación de no menos de 100 autores y autoras reconocidos, y además se gesta el Festival Nacional de Teatro dedicado a Cesar Rengifo, durante el mes de mayo con la pieza Apacuana y Cuaricurian, dirigida por Costa Palamides, donde se exalta el rol de los aborígenes en su lucha contra el conquistador español, a finales del siglo XVI.
Quien suministra esas dos informaciones es nada menos que el profesor Humberto Orsini (Santa Cruz del Orinoco, Anzoátegui, 4 de mayo de 1926), quien, junto a Rodolfo Santana y Román Chalbaud, está al frente de esos proyectos de Unearte.
Orsini, que siempre ha estado en el centro de las sanas polémicas sobre el desarrollo histórico del teatro venezolano, reconoce que no puede hablar del estado actual de las artes criollas sin dejar de lado un análisis de lo que sucede allende las fronteras. “Porque creo que es una manera de poder explicar las cosas que aquí ocurren. El teatro en términos generales, durante la última mitad del siglo XX, entró en un declive muy fuerte y así lo analice en el Mensaje Mundial del Teatro, que yo escribí para 1995, donde advertía que el teatro parece haberse alejado de la posibilidad de interpretar nuestro tiempo y las tormentas sociales y humanas que padecemos, tanto locales como universales. Está claro que el teatro no hace las revoluciones, pero ayuda a los hombres a comprenderlas y animarlas. Después, en un Congreso Mundial de Teatro en Seúl llevé una ponencia larga donde insistía en la misma temática y reiteraba la ausencia de un dramaturgo capaz de interpretar el hoy o la contemporaneidad y que además estuviese siendo montado en todas partes, como pasó con Brecht, Peter Weiss o Heiner Muller”.
-¿Qué pasa, pues, con el teatro en el mundo?
-El teatro ha perdido la capacidad de interpretar al hombre de nuestro tiempo. Eso no solo ocurre a nivel mundial, si no también aquí, pues me he encontrado gente que me dice que ya no van al teatro porque éste ha perdido grandeza.
-¿Y el teatro venezolano como anda?
-Venezuela no está exenta de esa situación de crisis del teatro mundial. El reflejo social de la lucha de los años 60 en Europa, también tuvo su reflejo en esta Tierra de Gracia, pues aquí insistimos en hacer un teatro social y lo hicimos, con la Federación Venezolana de Teatro. Desde allí insistimos en cambiar las estéticas artísticas para expresarnos después de haber superado el costumbrismo y el teatro del cajoncito. Pero nos faltaba mucho ya que debíamos abocarnos a las grandes transformaciones sociales y apoyarnos en la estética para comunicarnos. También insistimos en que el teatro tenía que ser revolucionario y eso fue posible porque había un contexto latinoamericano, donde todo estaba agitado por el proceso de la revolución cubana, el Mayo Francés, Todo eso estuvo presente ahí, en el proyecto de la Federación, pero después de unos fracasos internacionales y locales, empezó a crearse una desilusión, llegó un declive y el teatro se nos vino abajo y no nos hemos recuperado de eso.
-¿Por qué no se ha dado esa recuperación?
-No nos hemos recuperado de esa crisis porque perdimos la fe, perdimos la relación con el pueblo, con el público y como nunca nos hemos detenido a analizar la audiencia porque antes estaba el Conac, o el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, que pagaba los montajes, tuviesen o no convocatoria de espectadores.
--¿Pero ese no es el único problema del teatro criollo?
-No, por supuesto, hay problemas como la carencia de una dramaturgia que corresponda al momento, que aborde los grandes problemas o conflictos contemporáneos y por eso no tenemos un público verdaderamente comprometido, ya que lo que le exhiben es banal y sin contenidos; pero también es grave que varios espectáculos con contenidos se pierden por la debilidad de las puestas en escena. Y eso me lleva a afirmar que una parte del teatro venezolano no tiene contenidos, no es capaz de contenernos y cuando hacemos esta generalización hay sus excepciones, primero nos referimos a lo que montan, porque hay obras importantes que no han sido representadas; también hay otras que tiene algo valioso pero que les pasa algo cuando las escenifican.
-¿Nada de lo que se está haciendo le gusta?
-He descubierto algo en los últimos días, como es el caso del joven director Miguel Flores con su espectáculo Baldíos.Los nervios del relámpago, basado en la ópera prima del poeta Carlos San Diego, una producción de la Compañía Nacional de Teatro, y el más reciente espectáculo del Grupo Bagazos, Historias de apartamentos, de varios autores, puesto en escena por Gerardo Blanco.
- ¿Es malo que el Estado de aportes financieros a los grupos teatrales?
- Yo vengo sosteniendo que el Estado debe dar un soporte al movimiento teatral y para eso es importante crear espacios artísticos bien dotados, de tal manera que se puede tener una teatrico en cada municipio y un gran teatro en las capitales regionales o en las urbes más desarrolladas. Se necesitan salas teatrales bien dotadas, que deben ser facilitadas a los teatreros para presentar sus espectáculos, sin pagas alquiler alguno, y con la taquilla podrá cubrir su producción. También he luchado para que las escuelas de teatro, antes fue el IFAD y después el Iudet, se formara o capacitara un individuo capaz de promover el oficio del teatro, un auténtico artista creador.
-¿Qué pasa con la dramaturgia? ¿Por qué no se enseña en las escuelas de teatro?
-Aquí en Unearte se enseñará dramaturgia, será una carrera. Creo que eso puede ayudar. Venezuela tiene no menos de un centenar de autoras y autoras, a los cuales vamos a convocar para un congreso, que organiza Unearte, entre los cuales hay más de 40 jóvenes. Ese el congreso de dramaturgos, proyectado para el venidero mes de febrero.
13 obras para el festival
Entre los proyectos que se gestan en Unearte para el año 2010 esta la realización del Festival Nacional de Teatro: Homenaje al dramaturgo Cesar Rengifo en los 30 años de su muerte. Este evento, insertado en las celebraciones artísticas por el Bicentenario de lndependencia de Venezuela, que está bajo la responsabilidad coordinadora de Humberto Orsini, reunirá 13 piezas del desaparecido autor (Caracas, 1915/1980), las cuales contribuyen al conocimiento y la divulgación de las etapas más importantes y de los momentos más significativos de la vida y de las luchas del pueblo venezolano por su independencia en los periodos de la Conquista, la Colonia, las luchas por la Emancipación frente a España, hasta la Guerra Federal. Las obras son: Osceneba, Curayu o El vencedor, Apacuana y Cuaricurian, Soga de Niebla, Joaquina Sánchez, Manuelote, María Rosario Nava, Una espiga sembrada en Carabobo, Quien nos robó esa batalla, El Mapa de Barinas o Un hombre llamado el mapa, Los hombres de los cantos amargos, Un tal Ezequiel Zamora y Lo que dejó la tempestad.
Quien suministra esas dos informaciones es nada menos que el profesor Humberto Orsini (Santa Cruz del Orinoco, Anzoátegui, 4 de mayo de 1926), quien, junto a Rodolfo Santana y Román Chalbaud, está al frente de esos proyectos de Unearte.
Orsini, que siempre ha estado en el centro de las sanas polémicas sobre el desarrollo histórico del teatro venezolano, reconoce que no puede hablar del estado actual de las artes criollas sin dejar de lado un análisis de lo que sucede allende las fronteras. “Porque creo que es una manera de poder explicar las cosas que aquí ocurren. El teatro en términos generales, durante la última mitad del siglo XX, entró en un declive muy fuerte y así lo analice en el Mensaje Mundial del Teatro, que yo escribí para 1995, donde advertía que el teatro parece haberse alejado de la posibilidad de interpretar nuestro tiempo y las tormentas sociales y humanas que padecemos, tanto locales como universales. Está claro que el teatro no hace las revoluciones, pero ayuda a los hombres a comprenderlas y animarlas. Después, en un Congreso Mundial de Teatro en Seúl llevé una ponencia larga donde insistía en la misma temática y reiteraba la ausencia de un dramaturgo capaz de interpretar el hoy o la contemporaneidad y que además estuviese siendo montado en todas partes, como pasó con Brecht, Peter Weiss o Heiner Muller”.
-¿Qué pasa, pues, con el teatro en el mundo?
-El teatro ha perdido la capacidad de interpretar al hombre de nuestro tiempo. Eso no solo ocurre a nivel mundial, si no también aquí, pues me he encontrado gente que me dice que ya no van al teatro porque éste ha perdido grandeza.
-¿Y el teatro venezolano como anda?
-Venezuela no está exenta de esa situación de crisis del teatro mundial. El reflejo social de la lucha de los años 60 en Europa, también tuvo su reflejo en esta Tierra de Gracia, pues aquí insistimos en hacer un teatro social y lo hicimos, con la Federación Venezolana de Teatro. Desde allí insistimos en cambiar las estéticas artísticas para expresarnos después de haber superado el costumbrismo y el teatro del cajoncito. Pero nos faltaba mucho ya que debíamos abocarnos a las grandes transformaciones sociales y apoyarnos en la estética para comunicarnos. También insistimos en que el teatro tenía que ser revolucionario y eso fue posible porque había un contexto latinoamericano, donde todo estaba agitado por el proceso de la revolución cubana, el Mayo Francés, Todo eso estuvo presente ahí, en el proyecto de la Federación, pero después de unos fracasos internacionales y locales, empezó a crearse una desilusión, llegó un declive y el teatro se nos vino abajo y no nos hemos recuperado de eso.
-¿Por qué no se ha dado esa recuperación?
-No nos hemos recuperado de esa crisis porque perdimos la fe, perdimos la relación con el pueblo, con el público y como nunca nos hemos detenido a analizar la audiencia porque antes estaba el Conac, o el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, que pagaba los montajes, tuviesen o no convocatoria de espectadores.
--¿Pero ese no es el único problema del teatro criollo?
-No, por supuesto, hay problemas como la carencia de una dramaturgia que corresponda al momento, que aborde los grandes problemas o conflictos contemporáneos y por eso no tenemos un público verdaderamente comprometido, ya que lo que le exhiben es banal y sin contenidos; pero también es grave que varios espectáculos con contenidos se pierden por la debilidad de las puestas en escena. Y eso me lleva a afirmar que una parte del teatro venezolano no tiene contenidos, no es capaz de contenernos y cuando hacemos esta generalización hay sus excepciones, primero nos referimos a lo que montan, porque hay obras importantes que no han sido representadas; también hay otras que tiene algo valioso pero que les pasa algo cuando las escenifican.
-¿Nada de lo que se está haciendo le gusta?
-He descubierto algo en los últimos días, como es el caso del joven director Miguel Flores con su espectáculo Baldíos.Los nervios del relámpago, basado en la ópera prima del poeta Carlos San Diego, una producción de la Compañía Nacional de Teatro, y el más reciente espectáculo del Grupo Bagazos, Historias de apartamentos, de varios autores, puesto en escena por Gerardo Blanco.
- ¿Es malo que el Estado de aportes financieros a los grupos teatrales?
- Yo vengo sosteniendo que el Estado debe dar un soporte al movimiento teatral y para eso es importante crear espacios artísticos bien dotados, de tal manera que se puede tener una teatrico en cada municipio y un gran teatro en las capitales regionales o en las urbes más desarrolladas. Se necesitan salas teatrales bien dotadas, que deben ser facilitadas a los teatreros para presentar sus espectáculos, sin pagas alquiler alguno, y con la taquilla podrá cubrir su producción. También he luchado para que las escuelas de teatro, antes fue el IFAD y después el Iudet, se formara o capacitara un individuo capaz de promover el oficio del teatro, un auténtico artista creador.
-¿Qué pasa con la dramaturgia? ¿Por qué no se enseña en las escuelas de teatro?
-Aquí en Unearte se enseñará dramaturgia, será una carrera. Creo que eso puede ayudar. Venezuela tiene no menos de un centenar de autoras y autoras, a los cuales vamos a convocar para un congreso, que organiza Unearte, entre los cuales hay más de 40 jóvenes. Ese el congreso de dramaturgos, proyectado para el venidero mes de febrero.
13 obras para el festival
Entre los proyectos que se gestan en Unearte para el año 2010 esta la realización del Festival Nacional de Teatro: Homenaje al dramaturgo Cesar Rengifo en los 30 años de su muerte. Este evento, insertado en las celebraciones artísticas por el Bicentenario de lndependencia de Venezuela, que está bajo la responsabilidad coordinadora de Humberto Orsini, reunirá 13 piezas del desaparecido autor (Caracas, 1915/1980), las cuales contribuyen al conocimiento y la divulgación de las etapas más importantes y de los momentos más significativos de la vida y de las luchas del pueblo venezolano por su independencia en los periodos de la Conquista, la Colonia, las luchas por la Emancipación frente a España, hasta la Guerra Federal. Las obras son: Osceneba, Curayu o El vencedor, Apacuana y Cuaricurian, Soga de Niebla, Joaquina Sánchez, Manuelote, María Rosario Nava, Una espiga sembrada en Carabobo, Quien nos robó esa batalla, El Mapa de Barinas o Un hombre llamado el mapa, Los hombres de los cantos amargos, Un tal Ezequiel Zamora y Lo que dejó la tempestad.
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