sábado, diciembre 12, 2009

El raro béisbol de Tania Sarabia

Nadie puede ignorar que en Venezuela, como en otras naciones, un elevado porcentaje de la audiencia teatral está compuesta por mujeres de todas las edades y esos indicadores se incrementan cuando los espectáculos abordan argumentos familiares o relacionados con “el segundo sexo”. ¡La sensibilidad usa faldas o pantalones bien entallados!
Eso ayuda a explicar porque Mimí Lazo y Caridad Canelón se ubicaron en los primeros lugares de la audiencia teatral criolla gracias a sus populares monólogos El aplauso va por dentro de Mónica Montañés, y ¿Quién quiere qué? de Darío Fo y Franca Rama, centrados en los melodramas de sendas féminas golpeadas por los irreductibles comportamientos machistas de sus parejas. Ahora se les une, para crearles una severa competencia, la comedianta Tania Sarabia con un novedoso unipersonal, cuya argumentación descansa, precisamente, en el mundo del béisbol.
Y es aquí donde hay que subrayar como el teatro venezolano siempre en búsqueda de temas y argumentos para captar espectadores masculinos, especialmente, le puso el ojo al béisbol, no solo para atrapar al público con obras centradas en las vicisitudes de ese juego de multitudes o en las complejidades de sus jugadores, allegados y público en general, sino porque nada humano se le escapa a una de las más antiguas manifestaciones artísticas del mundo. Pero además hay que recordar, que el béisbol, para “proveer salud y fuerza al cuerpo, así como felicidad al espíritu”, debutó en Caracas el 23 de agosto de 1895, a las 3:30 PM, cuando unos “niños bien”, que venían de estudiar en Estados Unidos de América, y unos cuantos cubanos, integraron sendos equipos del Caracas BBC y saltaron a un improvisado “diamante”, en las inmediaciones de Quebrada Honda. Ahí, “Los azules” ganaron a “Los rojos” con un score de 28 a 19, según investigó y escribió Leonte Landino.
Raro juego
En Venezuela, el béisbol como argumentación teatral ha sido abordado por Gustavo Ott (80 dientes, 4 metros y 200 kilos, y además Fotomatón y Linda Gatita), Francisco Viloria (Los Samanes Béisbol Club), Néstor Caballero (Mister Juramento/Homenaje a Julio Jaramillo), Ibsen Martínez (La hora Texaco), Milton Quero (La vida es un strike out) y Paúl Salazar (Rivales eternos). Y recientemente, ingresaron a tan selecto club, la periodista Mary Montes con su monólogo Tania en pelota, gracias al asombroso lucimiento de la actriz Tania Sarabia, la creativa dirección de Basilio Álvarez y la pulcra producción de Jorgita Rodríguez.
Además de ser periodista, profesión que no ejerce, Ott sintió una “atracción fatal” por el béisbol y escribió 80 dientes, 4 metros y 200 kilos, con la cual ganó el Premio Tirso de Molina. Su titulo “kilométrico” se quedó corto para lo que el dramaturgo propone: la historia de cuatro venezolanos, tres varones y una hembra, que va desde los años 70 hasta finales del siglo XX, en medio de una sociedad competitiva y deshumanizada, donde lo importante es el fin y no los medios. Hay en esta pieza una respetable reflexión sobre como el juego del béisbol puede ser dañino o nocivo para una sociedad, sino se le toma como lo que es: un juego, porque ahora es una disciplina lúdica que se transforma en una maquina de moler gente y de lo que solo se publicitan los éxitos y no los fracasos humanos. ¿Quién le pone el cascabel al gato?
Hace años, por allá por la década de los 80, Viloria entregó Los Samanes Béisbol Club, dramática historia de un grupo de peloteros instalados en una barriada de San Bernardino, que después se transforma en el equipo Magallanes; esa pieza nunca se montó. Quero, premiado novelista, presenta en La vida es un strike out a una pareja de ancianos que evoca los juegos que vieron y a los que no acudieron.
Caballero redactó y estrenó el unipersonal Mister Juramento/Homenaje a Julio Jaramillo, donde un travesti, encarnado por Franklin Virgüez, manifiesta su pasión por una serie de peloteros, a quienes incluso se ha llevado a la cama, entre otras jugarretas. Otro que lanzó su bola dramatúrgica, y con éxito, fue Martínez con La hora Texaco, estrenada en El Nuevo Grupo.
Y Paúl Salazar pudo estrenar y hacer varias temporadas con su pieza Rivales eternos, la cual con su subtítulo revela gran parte o la razón de ser de la pieza misma: La historia de un magallanero que fue caraquista por un día. Su argumentación descansa totalmente en el béisbol, pasión nacional exacerbada en los últimos años por la comercialización de las agrupaciones y su singular negocio, fomentado además por los medios de comunicación, sin contar el vaso comunicante con el multimillonario imperio lúdico que se escenifica en Estados Unidos y otras naciones. La novedosa obra transcurre en el apartamento de un caraquista, tras haber sido abandonado por su esposa y su pequeño hijo, precisamente el 31 de enero de 1994, cuando los equipos de los Leones del Caracas y los Navegantes del Magallanes se juegan el título de la temporada. Esto exige del público un mínimo de conocimientos de las reglas del béisbol y además otro tanto de la historia de dicho deporte en Venezuela, porque sus personajes principales tienen sus acciones dramáticas y sus diálogos construidos en torno a los movimientos, el lenguaje técnico y el desarrollo del juego, así como las vicisitudes de los equipos criollos y sus jugadores a lo largo de 100 años. ¡Hechos reales para una ficción teatral!
Humor y pacifismo
En la pieza de Mary Montes, Tania en pelota, el solitario personaje, aunque su acción escénica se apoya en un discreto y nada práctico tinglado audiovisual, reflexiona sobre el béisbol, al cual desprecia porque jamás lo ha entendido, lo considera absurdo y, muchas veces, ridículo, tanto por sus peculiares reglas para ser jugado, como por la conducta de sus jugadores, las formas de ‘ligar’, el lenguaje y hasta el uniforme. No comprende porque los peloteros se pintarrajean sus caras, se disfrazan cual tortugas ningas, se dan batazos en sus zapatos para sacarse el tierrero y volverse a parar en el mismo sitio, mascan chicle todo el tiempo, etcétera. Decide investigar, para entender por qué para mucha gente, incluso la mayoría de sus amigos, el deporte de los bates y las pelotas es tan importante.
La actriz-personaje Tania Sarabia, con su peculiar estilo de interpretación y humor que siempre aplica para decir cualquier parlamento, termina seducida por la alegría que ese deporte da a sus fanáticos venezolanos, además de palpar la pasión, el optimismo, el reconocimiento y el respeto por el contrario o el rival. Invita a reflexionar al público sobre la importancia de esa competencia donde se drenan las pasiones y al final lanza una hermosa arenga sobre la íntima relación que hay entre tal acto lúdico y la vida criolla, y clama por el amor entre los sectores o bandos de esta Tierra de Gracia. ¡Las mujeres quieren el amor y no la guerra, pero son poco escuchadas!
Esta obra se identifica íntimamente con los fanáticos y con todos aquellos, que, como Tania al comienzo de su reflexión escénica, ignoran las complejidades del juego “Es una apuesta por el humor y la reconciliación en el país”, asevera la autora Mary Montes, dama inteligente y aguerrida trabajadora que a buena hora da su apoyo al arte teatral criollo, siempre carente de talentos literarios ¡Bravo por esa Tania en pelota y por todo el creativo equipo ahí involucrado!
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