"Hoy es el año de 1930, en una Venezuela de emboscada, caída y epitafio. Hoy estamos aquí para velar a un guerrero. Hoy estamos aquí para velar que su nombre no sea olvidado por la historia de los siglos. Desamparo histórico hasta hoy ha tenido él, quien fue quemadura del sueño hasta la rabia para todos aquellos que sólo impusieron muerte y yugo. Tenía 44 años cuando lo sacrificaron”.
Así comienza el texto teatral Las lunas de Maisanta con el cual Néstor Caballero (Anzátegui, 1953) ganó el II Concurso Nacional de Creación Contemporánea y Dramaturgia Innovadora 2008, que adjudicó el Instituto de Artes Escénicas y Musicales, y el cual consistía en 30 mil bolívares, un pergamino y derecho a la publicación. A un año de haber recibido ese premio, el escritor reconoce que “la obra se bautizó hace pocas semanas y fue muy gratificante estar ahí con muchísima gente interesada por leer la pieza y por saber más sobre Maisanta”.
Caballero, dramaturgo profesional, que hasta ahora ha ganado 34 premios por sus habilidades con los dramas, advierte que el teatro es una manifestación que por su complejidad requiere de una gran inversión pues en ella concurren todas las demás artes para poder expresarse.
Comenta, que escribió su teatro sobre el antepasado del presidente Hugo Chávez Frías, porque, “ya desde la mitad de los años setenta, en el Teatro El Triángulo conocí del personaje, no sólo Maisanta, sino también Zamora, a través del maestro César Rengifo. En ese tiempo se estudiaron diversos hitos históricos revolucionarios. Mi primera pieza, El rey de los araguatos, es sobre la Guerra Federal, sobre Ezequiel Zamora, me dio el premio del Nuevo Grupo de 1978. Desde ese tiempo me propuse escribir dramaturgia partiendo de nuestra historia nacional, de ahí salieron mis piezas Longanizo (sobre Simón Bolívar); Toñito (centrada en Antonio José de Sucre) y Dados (que alude a Rafael Urdaneta). Pero también me propuse abordar la historia nacional sobre aquellos personajes que nos fueron negados en la historia oficial, así como también de aquellos anónimos que terminaron arrastrados por la historia y sus circunstancias. La investigación forma parte ardua de la creación cuando se trata de la historia en mayúscula. Hay que investigar todo el ciclo vital del personaje a través de lo económico, de lo político, de las finanzas, de lo militar, de lo social y de los diálogos y costumbres de la época. Luego de ello, en ese moldura, viene la historia dramatúrgica en sí, el argumento encuadrado en todos los hitos reales y dialécticos que componen al personaje viviendo en un momento histórico preciso. Interviene luego la imaginación, el conocimiento de la escena, la poesía y sobre todo visitar el alma de la persona para convertirlo en dramaturgia, en arte. Todo eso está presente en Las Lunas de Maisanta, quien fue fiel a sus principios aunque otros revolucionarios terminaran siendo séquitos del dictador Juan Vicente Gómez.
-¿Hay un sino trágico en la vida de casi todos los luchadores venezolanos por la libertad?
- Sí, porque se enfrentaron a todo un sistema clasista instituido desde la Colonia. Un sistema de poder dominante, de oligarquía férrea, poca pero poderosa que aún hoy en día se hace sentir con fuerza para no perder sus privilegios. La dominación es no sólo un hecho económico, sino mental, sobre todo cultural. Ese sistema terrible hace ver como normal algo que no lo es y se inocula como un virus en el pensamiento del dominado. Ahora bien, ser un visionario, un revolucionario, un luchador por la libertad y la igualdad, no sólo es enfrentarse a esa oligarquía, sino también a los dominados porque no tienen concientización de la explotación a que son sometidos. El problema es cultural, lo que sucede es que la historia es irrefrenable y de contradicciones en contradicciones se va llegando a la revolución a través de un pueblo que primero actúa por intuición, por descontento y luego por formación encabezado por un líder que siempre motoriza, empuja, estimula y acompaña a los dominados en su lucha. Cuando un pueblo está preparado, siempre aparecerá el líder. Entonces, no es un sino trágico per se, sino que todo cambio que es aniquilado por la oligarquía, es recogido, tomado luego por otros líderes en tiempos propicios y se sigue avanzando.
-¿Que posibilidades tiene de ser llevada al cine?
-El guión de cine lo tengo desde el 2001. Espero ofertas de la Villa del Cine, por supuesto.
La semilla
Caballero dice que ya Las lunas de Maisanta está publicada y eso es como un nuevo teatro que se levanta ante cada lector, ante cada creador. “Ya aparecerá el director que la lleve a escena. Longanizo se monta actualmente en varias partes del país a través de grupos de teatros populares, así como profesionales. El Teatro Estable de Maracay la tiene en cartelera hace años. Cuando una obra encuentra su público, se pierde de vista del autor. Espero que mi pieza sobre Maisanta caiga como una semilla que germine y se esparza y se monte. Por los momentos no está en mis planes dirigirla.
Así comienza el texto teatral Las lunas de Maisanta con el cual Néstor Caballero (Anzátegui, 1953) ganó el II Concurso Nacional de Creación Contemporánea y Dramaturgia Innovadora 2008, que adjudicó el Instituto de Artes Escénicas y Musicales, y el cual consistía en 30 mil bolívares, un pergamino y derecho a la publicación. A un año de haber recibido ese premio, el escritor reconoce que “la obra se bautizó hace pocas semanas y fue muy gratificante estar ahí con muchísima gente interesada por leer la pieza y por saber más sobre Maisanta”.
Caballero, dramaturgo profesional, que hasta ahora ha ganado 34 premios por sus habilidades con los dramas, advierte que el teatro es una manifestación que por su complejidad requiere de una gran inversión pues en ella concurren todas las demás artes para poder expresarse.
Comenta, que escribió su teatro sobre el antepasado del presidente Hugo Chávez Frías, porque, “ya desde la mitad de los años setenta, en el Teatro El Triángulo conocí del personaje, no sólo Maisanta, sino también Zamora, a través del maestro César Rengifo. En ese tiempo se estudiaron diversos hitos históricos revolucionarios. Mi primera pieza, El rey de los araguatos, es sobre la Guerra Federal, sobre Ezequiel Zamora, me dio el premio del Nuevo Grupo de 1978. Desde ese tiempo me propuse escribir dramaturgia partiendo de nuestra historia nacional, de ahí salieron mis piezas Longanizo (sobre Simón Bolívar); Toñito (centrada en Antonio José de Sucre) y Dados (que alude a Rafael Urdaneta). Pero también me propuse abordar la historia nacional sobre aquellos personajes que nos fueron negados en la historia oficial, así como también de aquellos anónimos que terminaron arrastrados por la historia y sus circunstancias. La investigación forma parte ardua de la creación cuando se trata de la historia en mayúscula. Hay que investigar todo el ciclo vital del personaje a través de lo económico, de lo político, de las finanzas, de lo militar, de lo social y de los diálogos y costumbres de la época. Luego de ello, en ese moldura, viene la historia dramatúrgica en sí, el argumento encuadrado en todos los hitos reales y dialécticos que componen al personaje viviendo en un momento histórico preciso. Interviene luego la imaginación, el conocimiento de la escena, la poesía y sobre todo visitar el alma de la persona para convertirlo en dramaturgia, en arte. Todo eso está presente en Las Lunas de Maisanta, quien fue fiel a sus principios aunque otros revolucionarios terminaran siendo séquitos del dictador Juan Vicente Gómez.
-¿Hay un sino trágico en la vida de casi todos los luchadores venezolanos por la libertad?
- Sí, porque se enfrentaron a todo un sistema clasista instituido desde la Colonia. Un sistema de poder dominante, de oligarquía férrea, poca pero poderosa que aún hoy en día se hace sentir con fuerza para no perder sus privilegios. La dominación es no sólo un hecho económico, sino mental, sobre todo cultural. Ese sistema terrible hace ver como normal algo que no lo es y se inocula como un virus en el pensamiento del dominado. Ahora bien, ser un visionario, un revolucionario, un luchador por la libertad y la igualdad, no sólo es enfrentarse a esa oligarquía, sino también a los dominados porque no tienen concientización de la explotación a que son sometidos. El problema es cultural, lo que sucede es que la historia es irrefrenable y de contradicciones en contradicciones se va llegando a la revolución a través de un pueblo que primero actúa por intuición, por descontento y luego por formación encabezado por un líder que siempre motoriza, empuja, estimula y acompaña a los dominados en su lucha. Cuando un pueblo está preparado, siempre aparecerá el líder. Entonces, no es un sino trágico per se, sino que todo cambio que es aniquilado por la oligarquía, es recogido, tomado luego por otros líderes en tiempos propicios y se sigue avanzando.
-¿Que posibilidades tiene de ser llevada al cine?
-El guión de cine lo tengo desde el 2001. Espero ofertas de la Villa del Cine, por supuesto.
La semilla
Caballero dice que ya Las lunas de Maisanta está publicada y eso es como un nuevo teatro que se levanta ante cada lector, ante cada creador. “Ya aparecerá el director que la lleve a escena. Longanizo se monta actualmente en varias partes del país a través de grupos de teatros populares, así como profesionales. El Teatro Estable de Maracay la tiene en cartelera hace años. Cuando una obra encuentra su público, se pierde de vista del autor. Espero que mi pieza sobre Maisanta caiga como una semilla que germine y se esparza y se monte. Por los momentos no está en mis planes dirigirla.
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