La agrupación que Carlos Giménez (1946/1993) hace debutar con la crítica comedia musical Tu país está feliz, de Antonio Miranda, el 28 de febrero de 1971, afronta ahora un dilema hamletiano para decidir su agenda de los próximos años. Rajatabla ocupa desde hace tres largas décadas, gracias al apoyo del Ateneo de Caracas (durante la gestión de María Teresa Castillo), una pequeña edificación de tres plantas, erigida por el Estado sobre un lote de terreno, de la Nación, detrás de la parcela donde está la sede de Unearte y además tiene linderos con el Museo de Ciencias y el Teatro Teresa Carreño. Pero no posee –léase bien- un documento que legalice ahí su presencia, salvo los derechos que tiene como pisataria.
La institución que, desde el 28 de marzo de 1993, comanda Francisco Alfaro tras el mutis de Giménez, necesita además regularizar todas sus relaciones con el vecindario para proseguir las tareas propias de su dedicación artística, insistir con sus talleres de capacitación actoral y sus temporadas regulares, además de buscar la autogestión por intermedio de otras actividades.
Unearte (institución tutelada por el Poder Ejecutivo) y Rajatabla estudian por ahora una formula salomónica, la cual garantice la sobrevivencia de la histórica agrupación, además de su vinculación legal con las actividades universitarias. Las propuestas están la mesa y la decisión debe beneficiar al teatro y su compleja historia.
Prohibido detenerse
Mientras se decide su permanencia en la sede que ha usufructuado, pública y notoriamente desde los años 70, Rajatabla no se detiene y por eso hace temporada con el espectáculo Ubú rey, versión de Enrique Buenaventura sobre el original de Alfred Jarry, para graduar 19 actores y actrices, quienes cursaron dos años de estudios teórico-prácticos en el Taller Nacional de Teatro (TNT). Una metodología de capacitación que inicia Giménez en 1984, la cual ha aventado 19 promociones, y que se caracteriza por su dinámica propia para laborar con sus integrantes, apuntalada en la estética que el fundador rajatablino desarrolló a lo largo de su fructífera y exitosa carrera como director y creador.
Ubú rey es una circense metáfora escénica, bien materializada en agudo tono farsesco por el director Rufino Dorta, sobre las vicisitudes del Poder y sus nefastas consecuencias entre quienes se apasionan por controlar tal fuerza capaz de cambiarlo todo y al final no alterar nada. Siniestra show circense sobre reyezuelos de las centurias XVIII y XIX, finalmente barridos en el siglo XX, salvo contadas excepciones. Su trama densa, y hasta inverosímil, propone comparaciones con algunos gobernantes que han sido, deja enseñanzas y advertencias sobre los abusos del Poder en general y anuncia su derrocamiento por la insurrección popular. ¡Este espectáculo nos hace rememorar al montaje rajatablino de Macbeth en 1984, por su abordaje estrepitoso de todas las aristas del Poder y la conversión de los seres humanos en bestias por sus pasiones, que eran algunas de la obsesiones del capo Giménez!
Para este montaje, Dorta aplica la versión realizada por Buenaventura en 1966 e intenta plasmar algunas de las enseñanzas de ese gran maestro del teatro colombiano, quien, precisamente, predicó y demostró que el texto literario teatral es literatura pero no es “el teatro”, puesto que todos los espectáculos se componen de varios textos o prácticas parateatrales, como las imágenes visuales y las sonoras, además de la recreación de una serie de relaciones sensoriales con el espectador. Demuestra como las agrupaciones dedicadas al montaje de obras sí pueden y deben romper la estructura jerarquizada de las compañías comerciales, para reemplazarla por la de un colectivo, de acuerdo con la dialéctica socialista, donde todos sus miembros: autor, director, actor y personal técnico tienen la misma importancia, pues sé trabaja hacia el objetivo común de lograr una creación colectiva, puntualiza Dorta, quien gracias a este trabajo ubuesco rajatablino toma una larga distancia de sus colegas generacionales y avanza hacia una formulación estética propia, donde el barroquismo escénico es una característica que se le detecta, un híbrido con varias disciplinas, un toque de transdisciplinariedad. ¡Anda, pues, en un largo, ambicioso y creativo peregrinar
Destaca en esta producción de Ubú rey, que es una oportuna prédica sobre eventuales tiranías, el trío de Jean Franco De Marchi, Abilio Torres y Danique Weill, con apasionados y plausibles despliegues histriónicos, secundado por Derwin Campos, Ángel Pájaro, Eliana Terán, Jhondeiro Leal, José Lugo, Génesis Rodríguez, Maryelis Rivas, Karen Ramírez, Carolina Rico, María Hernández, Evelia Di Gennaro, Mayela Hernández, Kerllyn López, Lindsay Penagos, Miosothis Pineda y Sahara Álvarez. Aquí todos demuestran lo aprendido y hasta revelan parte de lo que son capaces en ulteriores espectáculos y escenarios. En esta ocasión recibieron los profesionales apoyos de Peggy Bruzual en la iluminación, Simona Chirinos con la vocalización, mientras que Soraya Orta atendió la expresión corporal. José Domínguez y Francisco Alfaro estuvieron al frente de la producciones, la ejecutiva y la general, para lograr así un trabajo artístico decantado y con patina profesional. ¡Buen debut para un puñado de comediantes que comienza su periplo!
La institución que, desde el 28 de marzo de 1993, comanda Francisco Alfaro tras el mutis de Giménez, necesita además regularizar todas sus relaciones con el vecindario para proseguir las tareas propias de su dedicación artística, insistir con sus talleres de capacitación actoral y sus temporadas regulares, además de buscar la autogestión por intermedio de otras actividades.
Unearte (institución tutelada por el Poder Ejecutivo) y Rajatabla estudian por ahora una formula salomónica, la cual garantice la sobrevivencia de la histórica agrupación, además de su vinculación legal con las actividades universitarias. Las propuestas están la mesa y la decisión debe beneficiar al teatro y su compleja historia.
Prohibido detenerse
Mientras se decide su permanencia en la sede que ha usufructuado, pública y notoriamente desde los años 70, Rajatabla no se detiene y por eso hace temporada con el espectáculo Ubú rey, versión de Enrique Buenaventura sobre el original de Alfred Jarry, para graduar 19 actores y actrices, quienes cursaron dos años de estudios teórico-prácticos en el Taller Nacional de Teatro (TNT). Una metodología de capacitación que inicia Giménez en 1984, la cual ha aventado 19 promociones, y que se caracteriza por su dinámica propia para laborar con sus integrantes, apuntalada en la estética que el fundador rajatablino desarrolló a lo largo de su fructífera y exitosa carrera como director y creador.
Ubú rey es una circense metáfora escénica, bien materializada en agudo tono farsesco por el director Rufino Dorta, sobre las vicisitudes del Poder y sus nefastas consecuencias entre quienes se apasionan por controlar tal fuerza capaz de cambiarlo todo y al final no alterar nada. Siniestra show circense sobre reyezuelos de las centurias XVIII y XIX, finalmente barridos en el siglo XX, salvo contadas excepciones. Su trama densa, y hasta inverosímil, propone comparaciones con algunos gobernantes que han sido, deja enseñanzas y advertencias sobre los abusos del Poder en general y anuncia su derrocamiento por la insurrección popular. ¡Este espectáculo nos hace rememorar al montaje rajatablino de Macbeth en 1984, por su abordaje estrepitoso de todas las aristas del Poder y la conversión de los seres humanos en bestias por sus pasiones, que eran algunas de la obsesiones del capo Giménez!
Para este montaje, Dorta aplica la versión realizada por Buenaventura en 1966 e intenta plasmar algunas de las enseñanzas de ese gran maestro del teatro colombiano, quien, precisamente, predicó y demostró que el texto literario teatral es literatura pero no es “el teatro”, puesto que todos los espectáculos se componen de varios textos o prácticas parateatrales, como las imágenes visuales y las sonoras, además de la recreación de una serie de relaciones sensoriales con el espectador. Demuestra como las agrupaciones dedicadas al montaje de obras sí pueden y deben romper la estructura jerarquizada de las compañías comerciales, para reemplazarla por la de un colectivo, de acuerdo con la dialéctica socialista, donde todos sus miembros: autor, director, actor y personal técnico tienen la misma importancia, pues sé trabaja hacia el objetivo común de lograr una creación colectiva, puntualiza Dorta, quien gracias a este trabajo ubuesco rajatablino toma una larga distancia de sus colegas generacionales y avanza hacia una formulación estética propia, donde el barroquismo escénico es una característica que se le detecta, un híbrido con varias disciplinas, un toque de transdisciplinariedad. ¡Anda, pues, en un largo, ambicioso y creativo peregrinar
Destaca en esta producción de Ubú rey, que es una oportuna prédica sobre eventuales tiranías, el trío de Jean Franco De Marchi, Abilio Torres y Danique Weill, con apasionados y plausibles despliegues histriónicos, secundado por Derwin Campos, Ángel Pájaro, Eliana Terán, Jhondeiro Leal, José Lugo, Génesis Rodríguez, Maryelis Rivas, Karen Ramírez, Carolina Rico, María Hernández, Evelia Di Gennaro, Mayela Hernández, Kerllyn López, Lindsay Penagos, Miosothis Pineda y Sahara Álvarez. Aquí todos demuestran lo aprendido y hasta revelan parte de lo que son capaces en ulteriores espectáculos y escenarios. En esta ocasión recibieron los profesionales apoyos de Peggy Bruzual en la iluminación, Simona Chirinos con la vocalización, mientras que Soraya Orta atendió la expresión corporal. José Domínguez y Francisco Alfaro estuvieron al frente de la producciones, la ejecutiva y la general, para lograr así un trabajo artístico decantado y con patina profesional. ¡Buen debut para un puñado de comediantes que comienza su periplo!
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