jueves, diciembre 09, 2010

Gabriel Díaz conquista Alemania

A Venezuela tengo 11 años que no voy. Trabajar en mi idioma es lo que más extraño últimamente. En mi cabeza siempre hay algo, pero creo que me he vuelto muy alemán en eso de planear. Ir y hacer algo en Venezuela significaría para mi, tener un plan militar para luego poder volver a Alemania y seguir trabajando. Siempre que hago algo acá, pienso en como sería allá, o ahora que monté esta trilogía de cantantes y actrices alemanas, pienso que me falta la Piaf y eso lo podría hacer en Venezuela con Caridad Canelón, porque la cantante que tengo acá es muy grande. Cuando monté en Suiza El dios de la furia pensé esto lo podría hacer en Venezuela, luego vi que Héctor Manrique la montó. Me gustaría hacer la Boheme y que mi gente llorara como lloran acá, cuando suenan los últimos acordes. Hay muchas cosas en mi cabeza. Muchos sueños. Hay revoluciones que no avanzan, que no van para atrás, ni van para adelante y uno se pregunta, en que puedo ayudar yo.... definitivamente hay países, que están sentados como el coronel… esperando una carta, que no llega... me da terror, que alguien les grite y que vamos a comer hoy... y mientras llueve, alguien grite mucho más duro: mierda.

Por ahora preparo un espectáculo para un festival cerca de Colonia, pero empezaré con los ensayos en febrero y durante diciembre y enero me toca pulir los proyectos para la próxima temporada teatral, porque estos son los meses en los que en los distintos teatros empiezan a planificar para la próxima temporada.

Desarrollo teatral

Alemania es para mí una bendición y para todo aquel que haga teatro, aquí hay salas en cada esquina. Alemania ha luchado siempre y sigue luchando por la descentralización. Aunque Berlín después de la caída del Muro se ha convertido en el punto fuerte de Alemania. Tanto los políticos, como las autoridades municipales luchan porque todas las ciudades germanas tengan, de cierta forma, igualdad y opción a competir.

Es sorprendente ver ciudades con poblaciones de 40 mil habitantes, o menos, con Teatros con la calidad y la producción de espectáculos que cualquier capital del mundo desearía. Pina Bausch tenía su compañía en Wuppertal, una pequeña ciudad en la mitad de la Alemania industrial. Esa agrupación viaja a todas partes del mundo, pero si uno quiere ver sus piezas en Alemania, pues hay que viajar hasta allá. Nunca le intereso irse a Berlín o a Hamburgo, sus funciones están completamente agotadas.

La cantidad de Teatros en Alemania es impresionante. Si yo quiero puedo ir en una semana a siete ciudades distintas que no me quedan a más de una hora de Colonia a ver siete obras diferentes. Lamentablemente, la crisis y la economía ha empezado a jugar en contra de los Teatros y ahí es cuando nos hacemos la pregunta: ¿por qué no se fusionan más y en vez de tener en una ciudad: una ópera, una orquesta, un teatro y ballet y a 30 minutos en la próxima ciudad otra ópera, otra orquesta, otro ballet? Fusionar estos Teatros y hacer de dos solo uno. Pero por otra parte, las organizaciones de cada Teatro y ciudad son tan complicadas y tan fuertes, que a veces es más fácil dejarlo así como están, que empezar reestructuraciones que durarían años. Lo bueno de la cantidad es la diversidad. Hay espectáculos muy vanguardistas, así como los hay muy conservadores, que tiene muchos seguidores. Hay de todo y para todos y eso en estos tiempos es un lujo.

Actualmente, estoy muy cansado, pero no me puedo dar el lujo de descansar, porque en el teatro alemán, si no se tiene el estatus de grande, y ese lo tienen muy pocos, dejar de trabajar unos meses es mortal, porque estás inmediatamente fuera. Tengo planes de nuevo en Eisenach y en Bern y en febrero empiezo los ensayos con un montaje para un festival en la ciudad de Bonn. Las próximas semanas que no tengo ensayo las voy utilizar para visitar Teatros, ver estrenos y conocer directores. Es una tarea ardua y muy cansona, pero después de tantos años acá, he aprendido, que el estar siempre presente es imprescindible e importante. Y así como hay directores que viajan por toda Alemania y miran tus espectáculos, si los invitas y les mandas las fechas, hay otros a los que hay que ir a convencerlos en sus propios espacios teatrales.

Al principio fue muy duro adaptarme al ritmo, porque aunque sea teatro u opera, las producciones se ensayan en seis semanas y si tienes suerte tienes siete semanas, de las cuales no puedes contar con todos los días, porque si trabajas en un Teatro con elenco estable, pues esos actores tienen funciones también mientras ensayan. Si tu obra se ensaya en la mitad del periodo teatral y ellos ya han estrenado tres, cuatro o cinco obras, puedes tener la suerte de que uno de tus actores este en esas obras y si en la semana muestran las cinco obras, tienes que hacer planes mágicos para poderlos tenerlo en tus ensayos, o por lo menos en los de la mañana. Hay una planificación muy buena en algunas salas y en otras hay que peleárselas, antes empezaba siempre con el miedo de que no iba a estar listo cuando llegara el estreno. Con una ópera o un musical es más complicado porque hay que estar listo antes de que empiecen los ensayos con la orquesta, porque si tienes un dirigente que no perdona, pues no te da ni un chance de que digas algo en sus ensayos. El idioma quiera o no quiera, siempre en una u otra cosa, es una traba, sobre todo el alemán, con sus interminables formas y maneras.

Yo me tengo que preparar y llegar a los ensayos muy claro y tengo que entrenar el idioma como un bailarín prepara su cuerpo. He tenido tiempos en que dirigía con señas, pero a no todos les gusta eso. Cuando saben como soy y lo que quiero, funciona todo como ellos dicen: como un río. Pero para que ese río fluya tengo que luchar mucho. A veces creo que con todo lo que he hecho hasta ahora, podría tener en España o en un país de habla hispana mi propio Teatro o un grupo que es mi sueño. Pero tampoco me desagrada mi situación de ahora. Nunca he sido impaciente.

Periplo de un venezolano

Me instalé en Alemania porque tenía un muy buen amigo alemán, que había visto un par de cosas mías y quería que montara un musical latinoamericano. Lamentablemente, en el momento en que lo estábamos planificando, vinieron unas agrupaciones argentinas y brasileras con sus espectáculos y eso era más rentable porque ya estaban listos para llevarlos a la escena. Así es que pensé bueno, me voy a Venezuela de nuevo, que allá esta mi grupito y le tenia el ojo puesto a un poco de actrices con las que quería hacer cosas, hasta había escrito un monologo sobre Luisa Cáceres de Arismendi que quería hacer con Caridad Canelón. Con Teresa Selma quería hacer otro tanto. Pero una semana antes de devolverme me enamore, y como siempre había tenido muy mala suerte en el amor me dije: esto, no lo dejo yo así, yo me quedo un rato más. Y empecé de cero, primero aprender alemán, luego, como Gisela Pérez Guzmán otra diosa y maestra me había hablado del Theater Ann der. Ruhr, una agrupación que no quedaba muy lejos de Colonia donde vivo y que ya había estado en el Festival Internacional de Caracas, pues decidí escribirles y una semana despues me llamaron. El poco alemán que hablaba no importaba allí, porque el gran Roberto Chilli, tenía y tiene una mezcla en su grupo de todos los países. Allí empecé haciendo asistencia. Hacia de todo, preparaba café 40 veces en menos de un par de horas, porque fumaban y bebían café sin parar, pero sus ensayos eran clases magistrales, era el único grupo o tal vez es el único, en el cual el trabajo en común es sagrado y todo los actores de la obra están todos los días en los ensayos, estén en la escena o no. Allí hasta actúe en la obra Despertar de Primavera. La dirigía un mexicano así es que podía hacer lo que me daba la gana. Luego me dije tengo que ir por más y mande mis papeles al Teatro de Lübeck. La dramaturga Karla Mäder me llamó y me dijo: tú no hablas muy bien alemán aun. No lo se, le dije y le pedí que nos encontraramos personalmente. Me dijo que no me prometía nada y me preguntó que si me quería hacer un viaje tan largo. Le dije: que si, si llegué de Venezuela a Alemania, llego también de colonia a Lübeck. Nos encontramos unos días más tarde y horas despues me dijo: tengo dos asistencias, si quieres. Me mude a Lübeck y empecé ha trabajar allí.

Hasta que un día me fui a Hamburgo para ver una obra en el Thalia Teatro, uno de los mejores de Alemania. Y estando en la cola para comprar mi entrada, un señor me regaló una entrada. Ese día vi Woyzeck. El señor que me dio la entrada era dramaturgo y dirigía el Teatro de Rostock, intercambiamos teléfonos y unas semanas más tardes me llamó para decirme que se cambiaba a un Teatro el oeste de Alemania y que le mandara mis papeles porque estaba buscando directores. Unas semanas despues que le envíe mis papeles me ofreció un puesto fijo en su Teatro Landestheater Eisenach como director fijo. Allí empecé a dirigir y no he parado más. Mi primera obra fue una obra de Pam Gems sobre Marlene Dietrich, a ella le siguió un musical para dos personas de Peter Lund, Baby Talk, despues vino un musical para niños, Der Lebkuchenmann de David Wood, despues de esto, la obra que mas amo y mi primera opera Un tranvía llamado deseo, de Andre Previn. Con ella me convertía en el segundo director en mostrar esa obra en Alemania, en Giessen. Obtuvimos críticas en las revistas y periodicos más importantes y al poco tiempo recibi el Premio de los Asociados del Teatro, por las piezas que había montado. Mientras trabajaba en Eisenach, mi dramaturga en Lübeckme invito a participar como director y allí hice el monologo Klamms Krieg de Kai Henzel, una de las obras más representadas en Alemania y que sueño hacer en español, y también tuve el lujo de montar en Lübeck, en estreno mundial, Terapia de Dolor de Laura Forti.

A todas estas. trabajé cinco años seguidos en Eisenach. Dirigí los Cuentos de Navidad, la opereta Petticoat und Minirock , los musicales La jaula de las locas de Jerry Herman y El Hombre de la Mancha de Mitch Leigh, entre otras. Hasta el 2006, estuve trabajando fijo allí. La dramaturga de Lübeck se fue a Suiza, a Bern, y alli monté dos obras como director invitado:Die Kopien von Caryl Churchill y el éxito mundial de Jazmina Reza, Der Gott des Gemetzels, que en España la tradujeron como El dios de la furia o El dios salvaje en Caracas.

En Eisenach trabajo aún como invitado y monté dos obras infantiles durante el año pasado y el musical Te Black Rider de Tom Waits y la última pieza que acabo de estrenar So oder so Hildegard Knef .Hay muchos más montaje pero este es un resumen para no aburrir.

La flecha del teatro

Mi llegada al teatro venezolano fue un flechazo lleno de magia. Porque al terminar el liceo y antes de entrar a la Universidad Católica Andrés Bello a estudiar Letras, me compre una entrada para ir al teatro un domingo en la tarde con el único dinero que tenía en el bolsillo.Terminé sentado en la última fila de la Sala Ana Julia Rojas, del entonces Ateneo de Caracas, viendo la obra Oficina No. 1, del grupo Rajatabla y dirigida por Carlos Giménez. Hasta ese día ninguno de esos nombres me decían algo.

Y así como me sentí ese día, me siento en este momento mientras cuento lo vivido en casi 20 años. Pero hay pocos recuerdos en mi vida que me conmuevan tanto y permanezcan en mi mente tan claros como aquel día y aquella obra. A veces me sorprendo de eso porque olvido tanto o borro tanto de mi memoria, pero aquella escena en la cual Teresa Selma, con aquella torta para celebrar los 30 años de su hija Carmen Rosa, actuada por Elba Escobar, no la borre nunca más de mi mente, tampoco la imagen de Francis Ruedas desnuda bañándose en aquel pote de latón y olvido, marchándose a tratar de curarse, las palabras, la energía, las imágenes. Todo eso se pegó en mí como un tapete que aun permanece en toda mi piel. Salí de alli y dije: yo quiero esto.

Era el año 1992 y Caracas era otra, por supuesto. Me inscribí en el Sindicato para Actores, que aun estaba en La Florida. Subía esas calles los sábados muy temprano, con miedo que entre las quintas y el barrio que lo atravesaba me robaran todo, aunque no tenia mucho. Alli encontré una de las personas que mas me ha dado en mi vida, Isabel Hungría. Con ella empecé en esa sede de la Florida, de allí, pasamos al salón de fiesta de su edificio, en Parque Carabobo, y terminamos en su apartamento, recibiendo clases entre el comedor y la cocina. De ella recibí no solo clases de actuación, sino cátedras de ser humano; con ella hice mi primer papel como actor en Samba pa 'ti en un teatrito cerca del Museo de Bellas Artes, obra que ella dirigía y en la cual terminé actuando, porque a una de las actrices la botó, después que se dijeron palabras, que acá no voy a escribir. Peleando era grandiosa y no tenia medidas. A pocas semanas de terminar el curso con Isabel, el Taller Nacional de Teatro de Rajatabla abría sus inscripciones y allí quería llegar yo. Recuerdo que para la selección en el TNT de Rajatabla teníamos que ir a unas pruebas durante cuatro días y participar en distintas clases y presentaciones. Uno de ellas era un sábado, el último sábado que yo tenia en el taller de Isabel Hungría y en el que teníamos una presentación; no podía fallar al TNT ni no le podía fallar a Isabel porque me mataba, así es que fui al TNT que empezaba temprano, le dije a Teresa Selma que me tenia que ir temprano porque mi mamá estaba enferma y como ya los primeros tres días había dado buena impresión no tuve problema, presenté mi performance, agarre mis cosas y salí corriendo hacia Parque Carabobo,. Isabel, me gritó, me insultó y me reprendió porque llegué tarde, pero allí inventé otra cosa e hice mi presentación.

Una semana después terminaba, el taller de Isabel Hungría y una semana más tarde fui aceptado en el TNT Rajatabla, mientras Raúl Brambilla montaba La candida Eréndira y el 28 de Marzo de 1993, día de mi cumpleaños moría Carlos Giménez. Llegué a Rajatabla en medio de la tristeza y sin embargo había tanta vida aún en ellos. Me di el lujo, porque fue un lujo tener como maestros a Daniel López, Teresa Selma a quien amo, Andreina Womut inmensa bailarina, Luis Armando Castillo un grande, Gonzalo J. Camacho un maestrazo, Raúl Brambilla inspiración para lo que hoy hago y cuantos otros, anos inolvidables. Allí me dije: tu vas actuar, pero tu camino es dirigir, y entre obra y obra armé mi grupito con alumnos del ex TNT, Omphalo Teatro, y con mi primera obra infantil Don Quijote, me gané una nominación para el Premio Marco Antonio Etedgui. Luego me fui un año a Buenos Aires para amar y respirar. Volví a Venezuela, monté Un amor infinito en la sala Rajatabla y de allí volé a Europa dizque por un par de meses.

De Maturín a Caracas

Nací en Maturín, pero yo llegando al mundo y mis padres divorciándose, mi mamá haciendo sus maletas y cual Madre Coraje salió corriendo con cuatro hijos hacia Caracas. No había lujos pero sí mucho amor. En Caracas, donde conocí los muros grises y los caminos verdes, estudie en un colegio de la fundación cristiana Fe y Alegría y le escribí todos los años, en el mes de mayo, su poesía a la Virgen María y aunque odiaba las convivencias, terminaba siempre llorando en todas ellas y prometiendo ser cada día más bueno que el día anterior. Quería ser escritor y terminé, antes que el teatro me raptara, buscando letras perdidas en la Andrés Bello. Podría contar tanto. Hay muchos nombres y muchas historias y recuerdos.

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