José Ignacio Cabrujas luce inquieto. Algunos asuntos artísticos y personales le preocupan, como esa experimentación con un teatro mal llamado comercial en que andan sus alumnos favoritos; anhela que la película de Román Chalbaud, Días de poder, en cuyo guión destacan también sus huellas, pase la prueba de fuego de la taquilla, porque detrás galopa un proyecto con El aplauso va por dentro, notable monólogo de Mónica Montañés que persigue la gran pantalla; desea culminar ambicioso negocio televisivo en Bogotá, porque no quiere salir más de Caracas o de Margarita; prefiere estar cerca al mar y, especialmente, del Parque de los Caobos donde, durante los fines de semana, pasea con su nieto, el hijo de Diego Cabrujas Palacios; y está a punto de concluir otra pieza, la cual suma todo su arte, para mostrar la ponzoña que sí tiene el teatro venezolano contra los gobernantes y rendir homenaje al integro Bertold Brecht, olvidado por sus camaradas.
Ese Cabrujas es su fantasma que nos recordó algunas preocupaciones. Hizo mutis el 21 de octubre de 1995 y ahora son pocos quienes lo evocan, salvo el caso del Grupo Actoral 80 que ha escenificado sus textos El americano ilustrado (2000), El día que me quieras (2005) y adelanta la segunda temporada de Acto cultural, donde materializan angustias y frustraciones de los artistas que sobreviven en Venezuela.
Cabrujas no conoció a los jóvenes que dan urticante vida a su Acto Cultural, en la Sala Alterna del Trasnocho Cultural, ni soñó jamás que “El chiqui”, o sea Héctor Manrique, fuera el gran responsable de las empresas culturales del GA-80. Es por eso que Samantha Castillo, Melissa Wolf, Angélica Arteaga, Juvel Vielma, Daniel Rodríguez y Juan Vicente Pérez han dado todo lo que tienen para homenajear al ausente que regresa siempre.
No hay vademécum para descifrar el teatro de Cabrujas. Pergeñó sus piezas con estructuras cómodas –utiliza el grotesco criollo argentino, con toques venezolanos- para ser degustadas por el público y las preñó de metáforas sociológicas y hasta filosóficas, porque fue un pensador comprometido, formado con marxismo y existencialismo, que devino en dramaturgo.
Después de 35 años ha retornado este Acto cultural que montan tres hombres y tres mujeres de diversas edades, habitantes de San Rafael de Ejido, para festejar las cinco décadas de una sociedad dedicada a fomentar las artes, las ciencias y las industrias. Ensayan y exhiben el drama histórico Colón Cristóbal, el genovés alucinado, pero durante la representación se desdoblan y afloran contradicciones, frustraciones y las perennes derrotas en que han vivido. Ese cuento sobre el descubridor de un mundo no es más que un pretexto para intentar trascender como artistas antes esa comunidad que los contempla, pero la realidad es que están solos, siempre estuvieron íngrimos en sus luchas.
Cabrujas alude a la soledad del artista en una sociedad que lo ignora, cuestiona al país que vive únicamente para efemérides y no afronta los problemas que lastran su desarrollo. Así nos lo dijo.
Y para quienes duden de la vida de Cabrujas más allá de su tumba, les recomendamos que revisen sus obras e interpreten sus metáforas. No es tan difícil, solo se exige paciencia.
Ese Cabrujas es su fantasma que nos recordó algunas preocupaciones. Hizo mutis el 21 de octubre de 1995 y ahora son pocos quienes lo evocan, salvo el caso del Grupo Actoral 80 que ha escenificado sus textos El americano ilustrado (2000), El día que me quieras (2005) y adelanta la segunda temporada de Acto cultural, donde materializan angustias y frustraciones de los artistas que sobreviven en Venezuela.
Cabrujas no conoció a los jóvenes que dan urticante vida a su Acto Cultural, en la Sala Alterna del Trasnocho Cultural, ni soñó jamás que “El chiqui”, o sea Héctor Manrique, fuera el gran responsable de las empresas culturales del GA-80. Es por eso que Samantha Castillo, Melissa Wolf, Angélica Arteaga, Juvel Vielma, Daniel Rodríguez y Juan Vicente Pérez han dado todo lo que tienen para homenajear al ausente que regresa siempre.
No hay vademécum para descifrar el teatro de Cabrujas. Pergeñó sus piezas con estructuras cómodas –utiliza el grotesco criollo argentino, con toques venezolanos- para ser degustadas por el público y las preñó de metáforas sociológicas y hasta filosóficas, porque fue un pensador comprometido, formado con marxismo y existencialismo, que devino en dramaturgo.
Después de 35 años ha retornado este Acto cultural que montan tres hombres y tres mujeres de diversas edades, habitantes de San Rafael de Ejido, para festejar las cinco décadas de una sociedad dedicada a fomentar las artes, las ciencias y las industrias. Ensayan y exhiben el drama histórico Colón Cristóbal, el genovés alucinado, pero durante la representación se desdoblan y afloran contradicciones, frustraciones y las perennes derrotas en que han vivido. Ese cuento sobre el descubridor de un mundo no es más que un pretexto para intentar trascender como artistas antes esa comunidad que los contempla, pero la realidad es que están solos, siempre estuvieron íngrimos en sus luchas.
Cabrujas alude a la soledad del artista en una sociedad que lo ignora, cuestiona al país que vive únicamente para efemérides y no afronta los problemas que lastran su desarrollo. Así nos lo dijo.
Y para quienes duden de la vida de Cabrujas más allá de su tumba, les recomendamos que revisen sus obras e interpreten sus metáforas. No es tan difícil, solo se exige paciencia.
1 comentario:
Realmente conmovedor, el tema y el tratamiento del tema. Gracias por hacerme reflexionar.
Publicar un comentario