José Gabriel Núñez (Carúpano, 29 de octubre de 1937) es dramaturgo de bajo perfil, aunque tiene más de 30 de obras exitosas aquí y allende las fronteras. Sin embargo, la pieza que más emociones y fama le ha dado es Fango negro, estrenada en la temporada caraqueña de 1990 por Daniel Uribe, la cual, con el titulo de Barro negro, se hace desde 20 años en Montevideo, puesta en escena por Marcelino Duffau.
Núñez cuenta que Fango negro nació porque Carlos Giménez le pidió hacer una obra innovadora para espacios no convencionales. “No quería simplemente montarla en la calle, pues eso estaba más que visto. Sugirió adaptar el Woyseck de Georg Büchner, pero ¿komo y dónde? La idea no progresaba hasta que un día me subí a una buseta y me atracaron: hubo pleitos y desmayos; una viejita protestaba porque tenían que llevarla a La Vega y la camionetita aquella iba a Petare, y hasta escuche la conversación entre dos soldados, donde uno revelaba que su mujer estaba trabajando en un bar como fichera; en fin, allí pasó de todo y se me ocurrió decirle a Carlos que la obra se haría en un autobús y él se emocionó. Luego vino la segunda parte, porque llegó un momento en que Woyseck no servía para lo que necesitaba y el proceso se hizo al revés. Fango negro comenzó a nacer con autonomía, pedía su propia historia y así lo hice. Trasladé la otra parte al prostíbulo y del Woyseck quedaron tres fragmentos que me ayudaron sobre todo en la parte poética de la obra. Y broto así la saga de un crímen pasional, rodeado de violencia cotidiana, donde todos sus personajes son violentos y perdedores, están marcados y nadie los va a sacar de su marginación y de su derrota, ya no tienen nada más que hacer en la vida sino sufrir las consecuencias de haber nacido al margen de cualquier posibilidad de alcanzar una vida digna. En un momento, la puta María le grita a Manuel:”a nosotros no nos salva nadie, perdimos. A ti no te salva nadie, ni a mi, y el hijito que tenemos tampoco se va a salvar, perdimos”. El proyecto se detuvo hasta que Daniel Uribe encontró el libreto mientras limpiaba la oficina de Giménez, lo leyó y me llamó para montarlo y así lo hizo. Creo que la ha remontado como ocho veces acá en Caracas”.
Fango negro en todas partes ha sido un suceso. Indudablemente que esto se debe a la novedad del autobús, el prostíbulo, el crímen en plena calle que ha provocado desde la intervención de la policía hasta crisis de nervios e intentos de agresiones a los actores pues los transeúntes miran como apuñalan a María y creen que es verdad. Hay cien anécdotas y muchas de ellas las recoge el libro de Duffau sobre el montaje de Barro negro, para cuya celebración Núñez visitó al lejano Uruguay, durante el pasado mes de junio.
Interior y exterior
Acá en Venezuela, Fango negro se ha mantenido en cartelera casi todos los años, aunque no siempre en Caracas, como ocurre en Montevideo donde ha sido escenificada durante 20 años ininterrumpidamente. Se ha montado en San Cristóbal por dos grupos, entre ellos el de Rafael Daboín, ya fallecido, con un gran impacto, en La Victoria, Maracay, Barquisimeto, en Valencia acaba de montarla Leopoldo Guevara.
Y en el exterior, aparte de Uruguay, se montó en Buenos Aires por casi cuatro años, pero cortaron pues hubo problemas con el elenco, lamentablemente pues el público respondió cada noche, Se ha hecho en Miami, Santo Domingo, en Córdoba, Paraguay, Brasil, Alemania, Colombia, España... en fin, en muchas ciudades y con enorme éxito, el público la toma como un asunto de culto, aunque suene petulante, pero, hay que ver las reacciones de la gente en el exterior, subraya Núnez.
Núñez cuenta que Fango negro nació porque Carlos Giménez le pidió hacer una obra innovadora para espacios no convencionales. “No quería simplemente montarla en la calle, pues eso estaba más que visto. Sugirió adaptar el Woyseck de Georg Büchner, pero ¿komo y dónde? La idea no progresaba hasta que un día me subí a una buseta y me atracaron: hubo pleitos y desmayos; una viejita protestaba porque tenían que llevarla a La Vega y la camionetita aquella iba a Petare, y hasta escuche la conversación entre dos soldados, donde uno revelaba que su mujer estaba trabajando en un bar como fichera; en fin, allí pasó de todo y se me ocurrió decirle a Carlos que la obra se haría en un autobús y él se emocionó. Luego vino la segunda parte, porque llegó un momento en que Woyseck no servía para lo que necesitaba y el proceso se hizo al revés. Fango negro comenzó a nacer con autonomía, pedía su propia historia y así lo hice. Trasladé la otra parte al prostíbulo y del Woyseck quedaron tres fragmentos que me ayudaron sobre todo en la parte poética de la obra. Y broto así la saga de un crímen pasional, rodeado de violencia cotidiana, donde todos sus personajes son violentos y perdedores, están marcados y nadie los va a sacar de su marginación y de su derrota, ya no tienen nada más que hacer en la vida sino sufrir las consecuencias de haber nacido al margen de cualquier posibilidad de alcanzar una vida digna. En un momento, la puta María le grita a Manuel:”a nosotros no nos salva nadie, perdimos. A ti no te salva nadie, ni a mi, y el hijito que tenemos tampoco se va a salvar, perdimos”. El proyecto se detuvo hasta que Daniel Uribe encontró el libreto mientras limpiaba la oficina de Giménez, lo leyó y me llamó para montarlo y así lo hizo. Creo que la ha remontado como ocho veces acá en Caracas”.
Fango negro en todas partes ha sido un suceso. Indudablemente que esto se debe a la novedad del autobús, el prostíbulo, el crímen en plena calle que ha provocado desde la intervención de la policía hasta crisis de nervios e intentos de agresiones a los actores pues los transeúntes miran como apuñalan a María y creen que es verdad. Hay cien anécdotas y muchas de ellas las recoge el libro de Duffau sobre el montaje de Barro negro, para cuya celebración Núñez visitó al lejano Uruguay, durante el pasado mes de junio.
Interior y exterior
Acá en Venezuela, Fango negro se ha mantenido en cartelera casi todos los años, aunque no siempre en Caracas, como ocurre en Montevideo donde ha sido escenificada durante 20 años ininterrumpidamente. Se ha montado en San Cristóbal por dos grupos, entre ellos el de Rafael Daboín, ya fallecido, con un gran impacto, en La Victoria, Maracay, Barquisimeto, en Valencia acaba de montarla Leopoldo Guevara.
Y en el exterior, aparte de Uruguay, se montó en Buenos Aires por casi cuatro años, pero cortaron pues hubo problemas con el elenco, lamentablemente pues el público respondió cada noche, Se ha hecho en Miami, Santo Domingo, en Córdoba, Paraguay, Brasil, Alemania, Colombia, España... en fin, en muchas ciudades y con enorme éxito, el público la toma como un asunto de culto, aunque suene petulante, pero, hay que ver las reacciones de la gente en el exterior, subraya Núnez.
"Siento que hay como una especie de veneración con la obra. Lamentablemente aquí en Venezuela no se ha reseñado esto y ni siquiera los 20 años en Uruguay se han mencionado, Es un record de permanencia en cartelera para Latinoamérica, fue declarada de interés turístico y cultural, allá la tienen como un patrimonio propio y acá casi nadie sabe lo que ha ocurrido con Fango negro. Bueno, así vivimos, ¿no?"
Desde Montevideo
“El tango dice que veinte años no es nada... pero lo que sí sabemos todos los que integramos el equipo de Barro negro es que 20 años es mucho... mucho tiempo. Y por supuesto que esos años de un espectáculo no son nada comunes en la realidad teatral uruguaya y como primera cosa nos sugiere el dar gracias a todos los espectadores, que son los reales responsables, de que la obra se haya transformado en el éxito que es y han hecho que hoy día sea considerada un icono en el teatro uruguayo”, expresa Marcelino Duffau, el director y artífice de esa empresa cultural que ha llevado a lo largo de dos décadas la versión uruguaya del venezolano Fango negro.
¿Cuáles son las razones o las causas del éxito? ¿La obra? ¿El autor? ¿El que esté realizada sobre un ómnibus o autobús? ¿La calidad de las actuaciones?.. ¿El director? y así podríamos seguir enumerando razones intentando encontrar la clave de ese éxito.
Duffau ,veterano en los lides teatrales, apunta hacia “la cantidad de personajes arquetipos que los montevideanos nos topamos todos los días al abordar el trasporte capitalino: el vendedor ambulante, la anciana que toma equivocada su ómnibus, los soldados que viajan comentando su problemática, la pituca acostumbrada a viajar siempre en taxi, la policía y, por supuesto, el infaltable guarda, personaje único en América Latina y eje central del transporte capitalino y que todos los que viajamos en ómnibus conocemos sobradamente”.
“Todos estos personajes hacen realidad y contribuyen al desarrollo del conflicto de Barro Negro, conflicto tan viejo como el mundo y que no es otro que una historia de amor enmarcada en una realidad que todos conocemos muy bien y a la cual tenemos que agregarle el humor. Y es a través de ese humor que estamos mostrando, una vez más, como a través de la risa y de situaciones, por momentos un tanto absurdas podemos entablar la siempre tan anhelada relación y comunión entre los artistas y los espectadores”.
“José Gabriel Núñez, dramaturgo venezolano, escribió para la realidad de su país, nosotros aquí tomamos la idea, siempre fiel a la historia que el dramaturgo desarrolló, y la transformamos en una obra uruguaya. Es por eso que el público se siente identificado con lo que sucede arriba del ómnibus y, creo, que esa es una de las razones del éxito de Barro negro y que a su vez demuestra, una vez más, que el arte no tiene fronteras.
Desde Montevideo
“El tango dice que veinte años no es nada... pero lo que sí sabemos todos los que integramos el equipo de Barro negro es que 20 años es mucho... mucho tiempo. Y por supuesto que esos años de un espectáculo no son nada comunes en la realidad teatral uruguaya y como primera cosa nos sugiere el dar gracias a todos los espectadores, que son los reales responsables, de que la obra se haya transformado en el éxito que es y han hecho que hoy día sea considerada un icono en el teatro uruguayo”, expresa Marcelino Duffau, el director y artífice de esa empresa cultural que ha llevado a lo largo de dos décadas la versión uruguaya del venezolano Fango negro.
¿Cuáles son las razones o las causas del éxito? ¿La obra? ¿El autor? ¿El que esté realizada sobre un ómnibus o autobús? ¿La calidad de las actuaciones?.. ¿El director? y así podríamos seguir enumerando razones intentando encontrar la clave de ese éxito.
Duffau ,veterano en los lides teatrales, apunta hacia “la cantidad de personajes arquetipos que los montevideanos nos topamos todos los días al abordar el trasporte capitalino: el vendedor ambulante, la anciana que toma equivocada su ómnibus, los soldados que viajan comentando su problemática, la pituca acostumbrada a viajar siempre en taxi, la policía y, por supuesto, el infaltable guarda, personaje único en América Latina y eje central del transporte capitalino y que todos los que viajamos en ómnibus conocemos sobradamente”.
“Todos estos personajes hacen realidad y contribuyen al desarrollo del conflicto de Barro Negro, conflicto tan viejo como el mundo y que no es otro que una historia de amor enmarcada en una realidad que todos conocemos muy bien y a la cual tenemos que agregarle el humor. Y es a través de ese humor que estamos mostrando, una vez más, como a través de la risa y de situaciones, por momentos un tanto absurdas podemos entablar la siempre tan anhelada relación y comunión entre los artistas y los espectadores”.
“José Gabriel Núñez, dramaturgo venezolano, escribió para la realidad de su país, nosotros aquí tomamos la idea, siempre fiel a la historia que el dramaturgo desarrolló, y la transformamos en una obra uruguaya. Es por eso que el público se siente identificado con lo que sucede arriba del ómnibus y, creo, que esa es una de las razones del éxito de Barro negro y que a su vez demuestra, una vez más, que el arte no tiene fronteras.
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