sábado, julio 02, 2011

Teatro acampado en los clubes

En Caracas los festivales de teatro desaparecieron junto con sus inteligentes promotores y felices financistas privados u oficiales. Aquello de convertir a la capital de Venezuela en una ventana del mejor arte escénico del mundo es otro de los tantos fantasmas que ahora deambulan en esta “Caracas la horrible”, como la llamó el mismo Simón Bolívar.
Y es mejor recordar las razones o las sin razones que provocaron tales involuciones, las cuales terminaron por afectar no solo al público, el gran beneficiario, sino también a las otras disciplinas artísticas ahí comprometidas. Todos perdimos porque alguien descubrió que desde la escena teatral se manejan palabras, conceptos y se proponen preguntas las cuales se transforman en ponzoñas para denunciar la corrupción que hundió reinos, imperios y repúblicas.
Y mientras esperamos “la resurrección de los muertos”, hay que informar, con complacencia y complicidad, que en los clubes sociales de Caracas, la Guaira, Valencia y Maracay llevan varios años entregados a producir espectáculos y que por eso fuimos testigos, de primera fila, del reciente XIX Festival de Teatro Interclubes 2011, en el cual participaron 11 montajes que se exhibieron en las sedes de las instituciones capitalinas, entre el 10 y 25 de junio de este año “bisagra”.
Queda advertir que los festivales interclubes se hacen con actores aficionados, quienes se pusieron en manos de directores profesionales y dieron toda su pasión a sus personajes, llegando incluso a sorprender a la audiencia como ocurrió varias veces en este evento. No menos de 5 mil espectadores, importantísimo caudal humano, aplaudieron a 12 autores y 300 artistas y técnicos en los escenarios de los clubes caraqueños, especialmente en el Centro Italo Venezolano(CIV). Gracias a esta competencia, puesta en marcha por la Agrupación Teatral Maschere del CIV y dedicada a exaltar la labor tesonera de Marcella Mosca, por sus 42 años de labores en pro del desarrollo cultural y artístico de venezolanos y extranjeros en Caracas, fue posible presenciar algunos espectáculos dignos de estar en las salas profesionales o comerciales de Trasnocho o Escena 8, como La posadera, Fuga, Un espíritu burlón, Guantánamo y, por supuesto, Del drama a la carcajada.
Junto a especialistas como Gioia Lombardini, Ghrislaine Latorraca, Iris Dubs, Augusto Galíndez, Joaquín Lugo y Douglas Palumbo, compartimos un jurado que concedió premios a los mejores montajes o espectáculos, las direcciones, las actuaciones, los vestuarios, las escenografias y las iluminaciones, además de cuatro menciones especiales.
Pero como no hubo premios para todos los ahí involucrados porque se trataba de un festival competitivo, sí podemos aplaudir la entrega y la paciencia de todos los elencos vistos y además subrayar esa pasión que los llevó a estudiar, ensayar y mostrarse antes sus públicos, siempre buscando el mejor nivel de interpretación. Con gente así -más vinculada a la cartelera profesional- Caracas, Valencia y Maracay tendrían más y mejores espectáculos.
Y como colofón de tan insólita y grata experiencia sociocultural para los crispados tiempos que vivimos en esta Tierra de Gracia, esta el hecho que el teatro luce acorralado por la comercialización galopante, mientras en los clubes hay capacidad para planificar y realizar un festival con todas las de la ley, donde el público es lo más asombroso por su placentera presencia y su indeclinable colaboración para con esos artistas, porque ellos son familiares o amigos o simplemente socios. Algo, pues, muy gratificante sucede con todo el teatro venezolano, el cual no se doblega y da la pelea contra la incultura y la barbarie, a pesar de estar viviendo más trabajos que ratón en ferretería.
Mirandolina
Fuera de competencia, el CIV presentó La Posadera, de Goldoni, hábil versión y escenificación de Giovanni Reali, con desempeños actorales de Ángela Di Ienzo, Armida Quintana, Natale La Rocca, Antonio Urdaneta, Juan C. Guedes, Raquel Cisneros, Alexander Rodríguez, Raquel Lisbona, Roberto Marinaro, Virginia Rocco, Blanca Tommasetti y Julián García; la cual contó con acróbatas y bailarines como Reinaldo Kei, Julio Rodríguez, Silder Briceño, Juan Carlos Torres, Werner Madriz, Cahterine Pintos, Jesús Guanipa,Daniel Carias y Ademar Mariño; y los músicos Mariana Piñango, Antonio Perdomo, Jerry de los Ríos y Javier Triana. Resultó impactante y espectacular lo mostrado por Reali y su sincronizado equipo, especialmente con las performances de Urdaneta y La Rocca. Es un montaje que puede ser exhibido en una sala comercial por la calidad del mismo. Además es una de esas piezas donde el autor resume una cátedra de gran seducción femenina, como la que enseña la Mirandolina, empeñada en buscar al hombre necesario para su vida.
Drama y carcajada
Nunca esperamos encontrarnos con sólidas y precisas producciones artísticas de El cristo de las violetas de Andrés Eloy Blanco y Las Muñoz Marin salen de compras de Aquiles Nazoa, las cuales integraron el montaje Del drama a la carcajada, que ganó para el Centro Social Italo Venezolano de Valencia como mejor espectáculo del XIX Festival Interclubes, puesto por Eduardo Sanoja, merecedor además del premio como mejor director en escena. El trabajo global de la agrupación, liderizado por la primera actriz Susana Kleczynski, subrayó la gran vigencia de los textos de los poetas criollos, olvidados por la supuesta industria cultural actual. Obras didácticas y de corte sociológico que reiteran cual es la venezolanidad a través de los tiempos.
Apasionados espectáculos

“Caracas la horrible” tuvo una cartelera del más apasionado de los teatros, gracias a La posadera de Carlo Goldoni, dirección Giovanni Reali, producción Centro Italiano Venezolano de Caracas. Camas separadas de Enrique Bariego, dirección Santiago Otero, producción Casa Italia de Maracay. Un espíritu burlón de Noel Coward, dirección Yves Bitton, producción Centro Social, Cultural y Deportivo Hebraica. Guantánamo de V. Brittain y G. Slovo, dirección Vladimir Vera, producción Caracas Theater Club. Del drama a la carcajada de Andrés Eloy Blanco y Aquiles Nazoa, dirección Eduardo Sanoja, producción Centro Social Italo Venezolano de Valencia. La visita del obispo, autoría y dirección de Gerardo Blanco, producción Centro Portugués. Un marido de ida y vuelta de Enrique Jardiel Poncela, dirección Gabriel Altuve, producción Hermandad Gallega de Venezuela. La rosa tatuada de Tennessee Williams, dirección Daniel Uribe, producción Club Puerto Azul. Fuga de Jordi Garcelan, dirección Eduardo Gulino, producción Centro Catalán. El olvido de Ricardo Grasso, dirección Antonio Cuevas, producción Club Santa Paula. Titania, reina mía de Orlando Alonso, dirección Antonio Bethencourt, producción Hogar Canario Venezolano. El caso de la mujer asesinadita de Miguel Mihura, dirección Hernán Marcano, Lagunita Country Club

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