sábado, abril 28, 2012

Un tal Miguel Ruíz


Michel de Montaigne y Porfirio Barba Jacob nos hicieron entender y digerir cómo todos los periplos existenciales de los seres humanos son vanos, variables y ondeantes, cual leves briznas al viento y al azar...porque la vida es clara, undívaga y abierta como un mar. Hasta que hay un día cuando nada ni nadie nos puedes retener y lo arriesgamos o nos lo jugamos todo por la libertad como razón última para existir: vivir y amar.
Sólo evocamos tales inolvidables prédicas cuando nos asaltan desgarradoras historias tamizadas por la poesía teatral, como ocurrió  con el estrujante unipersonal Un hombre, 4 estaciones, escrito y actuado por Luis Carlos Boffill Bordón (La Habana, 1965), con ejemplar puesta en escena de  José Manuel Peña Díaz, el cual hace temporada en la Sala Experimental del Celarg.
Un hombre, 4 estaciones es un asombroso teatro digno de ser llevado al cine por su alucinante y melodramática cadena de sucesos en la vida de un tal Miguel Ruiz, un cubano nacido dentro de la Revolución que se instala en Estados Unidos de América para materializar su amor homosexual, pero lo traicionan, lo enferman de SIDA y finalmente muere aplastado en un accidente automovilístico cuando iba a auxiliar a unos niños enfermos.
Lo  finamente pergeñado e interpretado, dolorosamente, por Boffill Bordón exuda cubanidad,  así lo aprehendimos del célebre escritor  cubano  Abilio Estévez en su unipersonal Josefina, la viajera (2006): “Cuba no es una isla sino un animal inmenso, que nos devora estemos donde estemos”. Memorable montaje, exhibido por respetable agrupación habanera en el Teatro Municipal de Caracas, el pasado 8 de abril.
No pretende ser Boffill Bordón una versión de la maestra cubana Delia Fiallo, pero sí exhibe un impactante estilo de contar y actuar, dentro de un contexto que no deja alternativas sino lagrimas o sangre, todo lo cual impacta por la verosimilitud y la crudeza de sus imágenes. Tiene talento y dominio para la estructura del monólogo como pocas veces hemos visto. Y todo eso en 80 minutos. Más no se puede exigir. Ahí estaba materializada una oda al respeto a la vida ajena y sus decisiones. Cruda invitación a reflexionar en comunidades donde aún imperan esquemas intolerantes en sus fijadas posiciones políticas. ¿Cine en el teatro?
Tenemos que repetir Un hombre, 4 estaciones porque la función del viernes 20 de abril se transformó en catártico acto contra la Parca, esa que se llevó días antes al director Peña Día (40 años), tras estrenar su primer trabajo de director, la semana anterior, una tarea que encontramos ejemplar.
El colofón de aquel inolvidable ritual fue un aplauso unánime y de pie para los padres del ausente y el discreto equipo humano que ha continuado con tan hermoso espectáculo, capaz de hacernos sentir nuevamente cangrejos de ira en el estómago, como cuando mataron en la selva colombiana al padre Camilo Torres, quien nos descubrió la verdad de una nación que no ha salido aún de la Colonia.

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