Michel
de Montaigne y Porfirio Barba Jacob nos hicieron entender y digerir cómo todos los
periplos existenciales de los seres humanos son vanos, variables y ondeantes,
cual leves briznas al viento y al azar...porque la vida es clara, undívaga y
abierta como un mar. Hasta que hay un día cuando nada ni nadie nos puedes
retener y lo arriesgamos o nos lo jugamos todo por la libertad como razón
última para existir: vivir y amar.
Sólo
evocamos tales inolvidables prédicas cuando nos asaltan desgarradoras historias
tamizadas por la poesía teatral, como ocurrió
con el estrujante unipersonal Un hombre,
4 estaciones, escrito y actuado por Luis Carlos Boffill Bordón (La Habana,
1965), con ejemplar puesta en escena de José Manuel Peña Díaz, el cual hace temporada
en la Sala Experimental del Celarg.
Un hombre, 4 estaciones es
un asombroso teatro digno de ser llevado al cine por su alucinante y melodramática
cadena de sucesos en la vida de un tal Miguel Ruiz, un cubano nacido dentro de
la Revolución que se instala en Estados Unidos de América para materializar su
amor homosexual, pero lo traicionan, lo enferman de SIDA y finalmente muere
aplastado en un accidente automovilístico cuando iba a auxiliar a unos niños
enfermos.
Lo finamente pergeñado e interpretado,
dolorosamente, por Boffill Bordón exuda cubanidad, así lo aprehendimos del célebre escritor cubano
Abilio Estévez en su unipersonal Josefina,
la viajera (2006): “Cuba no es una isla sino un animal inmenso, que nos
devora estemos donde estemos”. Memorable montaje, exhibido por respetable
agrupación habanera en el Teatro Municipal de Caracas, el pasado 8 de abril.
No
pretende ser Boffill Bordón una versión de la maestra cubana Delia Fiallo, pero
sí exhibe un impactante estilo de contar y actuar, dentro de un contexto que no
deja alternativas sino lagrimas o sangre, todo lo cual impacta por la
verosimilitud y la crudeza de sus imágenes. Tiene talento y dominio para la
estructura del monólogo como pocas veces hemos visto. Y todo eso en 80 minutos.
Más no se puede exigir. Ahí estaba materializada una oda al respeto a la vida
ajena y sus decisiones. Cruda invitación a reflexionar en comunidades donde aún
imperan esquemas intolerantes en sus fijadas posiciones políticas. ¿Cine en el
teatro?
Tenemos
que repetir Un hombre, 4 estaciones porque
la función del viernes 20 de abril se transformó en catártico acto contra la Parca,
esa que se llevó días antes al director Peña Día (40 años), tras estrenar su
primer trabajo de director, la semana anterior, una tarea que encontramos
ejemplar.
El
colofón de aquel inolvidable ritual fue un aplauso unánime y de pie para los
padres del ausente y el discreto equipo humano que ha continuado con tan
hermoso espectáculo, capaz de hacernos sentir nuevamente cangrejos de ira en el
estómago, como cuando mataron en la selva colombiana al padre Camilo Torres, quien
nos descubrió la verdad de una nación que no ha salido aún de la Colonia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario