Dos mujeres, que no han llegado a la tercera década
de vida y además disfrutaron de las bondades sexuales y los amores que compartieron
con sus respectivas parejas masculinas, eligen amarse y cuando están saboreando
el primer gran beso de esa relación lésbica, son agredidas salvájemente en un
parque de Nueva York por un desconocido, después de una noche de copas. Sara
termina en la terapia intensiva de un hospital, mientras que la otra, Callie,
también golpeada, inicia una campaña para que se haga justicia y además tratar
de salvar a su Sara… porque ahora se aman más.
Así se puede resumir el argumento de la pieza
teatral de denuncia antihomofóbica Stop
Kiss, hermoso y valiente texto de la estadounidense Diana Son (Dover, Delaware, 1965), versionado y puesto en escena por Consuelo
Trum, con las actuaciones destacadas de Sheila Monterola y Karina Velásquez,
acompañadas por las precisas participaciones de Agustín Segnini, Jesús Miguel
Das Merces y la participación especial de Antonio Delli y Carolina Leandro. La escenografía
de Edwin Erminy y la producción, responsabilidad de Reynaldo Cervini Villegas, complementan
este valioso aporte cultural.
CRIMENES DE ODIO
La etapa inaugural y la primera temporada de Stop
Kiss, que arrancó en el Espacio Alterno del Trasnocho, fue bien recibida por la comunidad sensibilizada
ante todo lo que sea crímenes de homofobia; todo
lo que sea rechazo, aversión, odio, prejuicio o discriminación hacia hombres o
mujeres homosexuales o gais, lo cual además involucra a bisexuales,
transexuales y travestis, en toda la Tierra.
Los espectadores sensibles y amantes del teatro,
saben muy bien, algunos hasta en carne propia, que la homofobia mata a quienes se atreven a practicar tales
conductas sexuales no tradicionales y por supuesto la lista de las víctimas no
es invento periodístico ni tampoco una vagabundería
más de los teatreros. Es una letal
realidad, incluso prohibida y hasta
castigada por la Carta Magna de Venezuela.
Y como una
prueba más de como la mortífera discriminación homofóbica existe, recordamos que
el diario Últimas Noticias (19.11.11) en su página 24 reseñó como
las autoridades levantaron el cuerpo de un transexual asesinado de una pedrada
en la cabeza, tenia manos y pies atados con tirro, y vestía pantalón negro,
blusa de mujer y zapatillas. La víctima, que apareció en la calle Santa Ana de
Prado de María, no portaba documentos de identidad.
El teatro, el cine y la televisión de Venezuela
han sido utilizados para denunciar y combatir a la homofobia, y es por eso que
durante la temporada 21011 se mostraron en Caracas seis espectáculos teatrales,
mientras que el cine cerró exitosamente el
año 2012 con el filme Azul y no tan rosa,
de Miguel Ferrari, otro crimen de odio homofóbico que desgracia la vida de
varios personajes cuyo pecado fue amar, más nada.
MONTAJE
Stop Kiss fue estrenada en el circuito Off Broadway de Nueva York,
en el Public Theater durante la temporada decembrina de
1998 y ha sido traducida por primera vez
al castellano, exclusivamente para este montaje en Venezuela, por la actriz
Carolina Leandro.
Hemos
seguido la carrera profesional de Consuelo Trum, una de las pocas mujeres que incursiona
con éxito en la dirección de espectáculos teatrales, y damos fe de su
crecimiento artístico y de su especial trabajo con las actrices y los actores
en los espectáculos atrevidos y nada banales que ha mostrado, como ocurrió en
el 2011 con la pieza Monstruos en el armario,
ogros bajo la cama, una epopeya fantástica y macabra sobre el atentado del 11
de septiembre de 2001 en Nueva York, escrita por Gustavo Ott. Ahí pudimos calibrar su talento para convertir
en exultante espectáculo tridimensional un nada fácil texto teatral.
Para
materializar Stop Kiss, la directora
Trum contó con la especial entrega profesional de dos actrices, como Sheila y Karina, para materializar a esas
norteamericanas que le pierden el miedo a lo desconocido y optan por amarse, así
de sencillo. Sus personajes van desde la elemental facilidad orgánica hasta la
entrega total que exige un beso bucal mutuo, pasando por la hermosa escena de
la vestidura de la convaleciente Sara que hace la amorosa Callie. Dos momentos críticos
y básicos, muy bien logrados, de ese estremecedor montaje.
También
hay que subrayar la habilidad de Consuelo para manejar un texto teatral no
convencional, cuya estructura no es aristotélica, sino más bien ese fastidioso arroz con mango que utilizan
algunos autores contemporáneos envenenados
por la televisión y el cine y empeñados con los saltos temporales y espaciales
para algunas de sus escenas, olvidándose de las dificultades que emanan de un escenario como
lo diseño el legendario Sabattini, por allá en el Renacimiento. Jugó, para su
delicado trabajo, con las luces y dos áreas escénicas: la cama del hospital donde reposa
Sara y el apartamento de Callie, además de una proyección con las escenas contemporáneas
de la investigación policial que siguió al asalto homofóbico.
En síntesis,
una puesta en escena difícil, que en la noche del estreno tuvo baches técnicos,
además del lógico problema del ritmo actoral de un estreno.
Pero más allá
de esos detalles anotados, los cuales fueron superados en las funciones posteriores,
hay que destacar el conjunto de la producción y muy especialmente, lo
reiteramos, las performances de Sheila y
Karina para crear a esas dos hembras que desafiaron a la sociedad homófoba
y dieron rienda suelta a sus pasiones. ¡Bravo por los aguerridos personajes y por el profesionalismo de nuestras
actrices!
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