Newman Vera y Markel Méndez en la comprometida pareja gay de Marburg |
No es frecuente, en
el ámbito teatral caraqueño del siglo XXI, que un autor foráneo, vivo y joven,
ocupe sendos escenarios y además sea capaz de incitar la curiosidad del público.
Nos referimos al periodista español Guillem Clua (Barcelona, 1973), a quien los
grupos Rajatabla y Dram-ON le han montado sus obras La piel en llamas (2005) y Marburg (2010), durante los
dos últimos meses.
Rajatabla, con 42
años de historia en el duro batallar del teatro criollo, busca estar a tono con
nuevos tiempos teatrales y por eso
orquesta planes artísticos. Tiene, después del mutis de su fundador Carlos
Giménez (1993), a un director artístico, Vladimir Vera, quien debutó el 19 de
septiembre con La piel en llamas, producción de William López con buen elenco
de profesionales como Pepe Domínguez, Fedora Freites, Jean Franco De Marchi y
Tatiana Mabo.
En La piel en llamas se fracturan dos de las tres unidades de la estética aristotélica
y por eso muestra sendos conflictos (acción), uno que ocurrió y otro que está en
desarrollo (tiempo), pero que utilizan el mismo espacio: la habitación de un
hotel. No es un espectáculo fácil para el público por la duplicidad de las
acciones y los diálogos se cruzan, pero, gracias a las proyecciones que tiene
la propuesta de Vera, se obtiene una atmósfera lúdica para quien de verdad
quiera llegar a descubrir las claves de todo lo que se muestra. Al final, comprenderá
que ha participado en un viaje emocional e intelectual que obliga a
considerar y cuestionar esa línea que separa a poderosos de necesitados. Y, lo
más importante, ver y palpar, la inmoralidad mundial: un médico
trafica con su ciencia y el honor de una mujer desesperada, y un periodista que
pacta hasta con el demonio con tal de estar al lado del poder. ¿Eso sucede en
Venezuela?
Juan José Martin se atrevió a escenificar Marburg: cuatro
historias en diferentes espacios y tiempos, pero que terminan siendo un contundente
alegato contra la discriminación sexual y la desazón existencial de los seres
humanos, precisamente en una centurias donde los virus y las drogas psicotrópicas niegan las
posibilidades del amor, como el Sida, por ejemplo. Se exhibe los fines de
semana en la Asociación Cultural Humboldt, con los diestros Diana Volpe,
Eulalia Siso, Guillermo Díaz Yuma, Elio Pietrini, Ana Melo, Louani Rivero,
Newman Vera, Markel Méndez y Aníbal Cova.
Gracias a
esta pieza sabemos que en la Tierra hay cuatro pueblos denominados
Marburg y el autor los utiliza para
escenificar hechos que él vincula entre sí: un matrimonio de científicos
descubre que el desamor no tiene cura, durante los años 60, en Alemania
Occidental; unos esposos gringos execra a su hijo de 17 años por ser gay, en
los tiempos de Reagan; una monja africana droga al sacerdote que investiga a un
crucificado de madera que llora sangre, durante
la última noche del siglo XX, y una pareja gay elige amarse a pesar de las higiénicas molestias del condón, en los
tiempos actuales de esa lejana Australia.
Nos sorprendieron
gratamente Newman Vera y Markel Méndez por la verdad de lo que mostraron: la pareja
de gais desafiando a los virus y en pos de ese intangible que es el amor. Y el
director Martín sale muy airoso de esta prueba.
Dos espectáculos para ver
en esta Caracas, a la cual Simón Bolivar la llamo, una vez, “la horrible”. ¿Por
qué sería? ¿Están superados esos malos ratos
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