Daniel Uribe de San Fernando de Apure a Caracas. |
Nació en San Fernando de Apure (1959), Daniel Uribe Osío (hijo
de colombiano y llanera venezolana) y desde entonces ha estado luchando para
subir la difícil escalera de Jacobo y colocarse en un sitio de prestigio, precisamente
en el mundo de las artes criollas. Su lema ha sido trabajar, trabajar y
trabajar porque no es el único director de teatro en Caracas y tampoco le quita
el trabajo nadie. Es uno de los pocos puestistas
que vive realmente de su trabajo, porque sus ingresos provienen de porcentajes
de las taquillas de los montajes que realiza. “No debo revelarlos, pero sí me
permiten vivir, siempre y cuando los espectáculos tengan éxito”, dice sin
mayores explicaciones.
¿Por qué trabaja tanto?
Estoy en
lucha contra el tiempo y quiero vivir todos los segundos de una hora, todo el
tiempo posible de un día, de una noche, de una semana. Y para eso tengo que trabajar. No puedo detenerme ahora porque
después no sé si podré seguir con la misma intensidad y claridad de conceptos.
Trabajo para demostrar que estoy vivo. Espero que me comprendan.
COMALA FUE EL PRINCIPIO
Su
carrera profesional se inició hacia 1981 con una versión de la novela Pedro Paramo de Juan Rulfo. Su Comala contó con la participación de
José Torres, Alfredo Sandoval, Aníbal Grunn, Gonzalo Velutini, Fanny Arjona y Helena
Naranjo. Y así debutó con el Centro de Directores para el Nuevo Teatro, un prometeico
proyecto de Carlos Giménez para darle una nueva generación de directores al
teatro venezolano.
Se hizo director después de haber comenzado a trabajar como
actor, al mismo tiempo que estudiaba Comunicación Social en la Universidad Católica
Andrés Bello, de donde desertó para trabajar en Rajatabla con Carlos Gimenez,
quien sí le enseñó y estimuló definitivamente para hacerse director, porque “en Venezuela esa especialidad no se estudia en las
academias, sino que se hace con la práctica. La vida me llevó al teatro y ahí
estoy desde entonces. En síntesis, mi gran escuela fue la pasantía que hice con Giménez.
Y cuando él muere, en 1993, nos quedamos con el Centro
de Directores para el Nuevo Teatro, institución que creó para la generación de relevo, pero antes,
durante la temporada de 1992, monté Fango
negro o teatro en el autobús, de José
Gabriel Núñez, y eso me catapultó definitivamente.Creo que ya
tengo unos 60 montajes, por lo menos.
-¿Cuál es su método?
-El teatro, como evento escénico, es la suma de dramaturgia, actuaciones y espectáculo como tal. Con esas
tres cosas se hace una combinación y nace todo sobre el escenario. En Rajatabla aprendí lo básico y poco a poco fui
buscando mi propia estética, buscando un tono intimista en mis puestas en
escena, muy lejos de los montajes aparatosos
TEATRO COMERCIAL
-¿A usted se le identifica con el teatro comercial?
-No acepto que el adjetivo “comercial” sea tomado peyorativamente. Para mí el mejor teatro es el teatro lleno y reitero que todo montaje debe ser comercial, porque el público necesita comprar productos teatrales de calidad. Todo el teatro que aquí se hace es para el público y se le presenta además una taquilla. En cuanto a las temáticas yo he montado de todo, desde comedias hasta dramas.
-No acepto que el adjetivo “comercial” sea tomado peyorativamente. Para mí el mejor teatro es el teatro lleno y reitero que todo montaje debe ser comercial, porque el público necesita comprar productos teatrales de calidad. Todo el teatro que aquí se hace es para el público y se le presenta además una taquilla. En cuanto a las temáticas yo he montado de todo, desde comedias hasta dramas.
¿Qué pasa con la docencia
teatral?
Actualmente hago un taller de seis meses y lo dicto en un espacio dentro
del Teatro Teresa Carreño. Desde hace 8 años vengo
realizando estos talleres montajes; al inicio me acompañó América Alonso y yo
continúo realizándolos no solo en Caracas. Este año quisimos hacerlo con
la dramaturgia nacional y rendirles homenaje a Chalbaud, Cabrujas y Chocrón, ya
que para mí representan un espacio y un terreno histórico en el teatro
venezolano.
¿Satisfecho con la docencia?
No solo satisfecho, sino emocionado y entusiasmado. Nunca pensé
que daría un poco de mí a una generación que necesita una mano. Es como una
simbiosis creativa. Te oxigena y le das a tu profesión esa tilde, ese acento
que se necesita para darle luz y sentido a todo en lo que has creído.
¿Montajes para este 2016?
Ahora tengo tres en
cartelera: La curva de la felicidad,
Primero muerta que bañada en sangre
y La princesa Venecia que me permite
sacar a pasear al niño que hay dentro. En microteatro estoy con Bullying. Luego en estos 30 años de
trabajo vamos a montar Fango negro o Teatro
en el autobús y hacerle un merecido homenaje a José Gabriel Núñez.
Entusiasmado con la vida. Y dándole gracias a Dios todos los días por dejarme
hacer lo que tanto me gusta: teatro.
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