Francis y su esposo Gilberto Pinto. |
Gracias a la moralista comedia
española El sí de las niñas, de Leandro Fernández de Moratín,
conocimos a Francis Rueda (Caracas, 17 de abril de 1949) encarnando a “Doña
Francisca” durante la temporada teatral de 1970, en la sala Alberto de Paz y
Mateos de El Nuevo Grupo, bajo la dirección de Antonio Briceño.
Desde entonces seguimos su ascendente
carrera profesional y ahora hemos vuelto a degustarla al conocer que le han
otorgado el Premio Nacional de Teatro 2017, un galardón que le había sido esquivo
por razones que no diremos aquí. Todo eso quedó atrás y hay que exaltarla por
todo lo hecho en las últimas décadas, especialmente por el último espectáculo que
le escribió y le dirigió su único esposo, Gilberto Pinto, fallecido a finales
de 2011, con quien procrearon a Máximo, único hijo del matrimonio.
Nos referimos a Encuentro con Francis Rueda, el cual desde el año 2008 está en
escena y se ha convertido en su tarjeta de presentación para los que no la conozcan.
Recorrió el país y le queda muchos escenarios más donde mostrarlo. Ahí da vida
a siete mujeres y un hombre pertenecientes a la mejor historia del teatro
venezolano y universal, quienes se hacen hueso y carne gracias a su depurado
talento histriónico, al esmero dramaturgista y la minimalista puesta en escena
adelantadas por el veterano teatrero.Y como la memoria es traidora nada mejor que recordar aquí ese montaje,histórico además.
Encuentro con Francis Rueda, el cual hizo una temporada en la Sala Experimental del Celarg,
presentado por la Compañía Nacional de Teatro. No hay que olvidar que nunca,
gracias al temperamento actoral, dos representaciones escénicas son iguales. Esta
producción del grupo Teatro del Duende, le permite a Francis lucir sus
capacidades interpretativas, cultivadas durante los últimos 50 años, por
intermedio de algunos de los personajes que ha interpretado, y que, de especial
manera, contribuyeron a su desarrollo profesional.
Pero este montaje es un pretexto para
que revele las razones por las que desde los 16 años (estudió en La Escuela
Juana Sujo) decidió formar parte del mundo del teatro y en especial del
venezolano. Y para ello se apoya en la encarnación de personajes como
“Lucrecia” de Lucrecia de Gilberto Pinto; “Greta Garbo”
de Oficina Nro. 1 de Miguel Otero Silva; “Laurencia” de Fuenteovejuna de
Lope de Vega; “Ramona” de El rompimiento de Rafael Guinand;
“Medea” de Medea de Jean Anouilh-Eurípides; “Clitemnestra”,
canción de Carlos Moreán para la Cátedra del Humor; “Clov” de Final
de partida de Samuel Beckett; y “Brusca la rompe fuego” de Lo
que dejó la tempestad de César Rengifo.
Encuentro con Francis Rueda tiene dos niveles de lectura: uno político y aleccionador sobre el
rol de la mujer, y otro centrado en las intimidades y las características de la
profesión, “esa irrefrenable inclinación a jugar a ser el otro, al placer y a
la angustia de la transfiguración, hasta llegar a la complementación del ser
humano a través del arte de la actuación”, como dice la actriz.
Su espectáculo está integrado, por
ocho segmentos del más puro teatro y otros ocho apasionados momentos de conversación,
donde revela las intimidades de cada uno de esos personajes, para reiterar
finalmente su inquebrantable decisión de no abandonar jamás su profesión,
mientras le queden fuerzas para cumplir con sus agotadoras exigencias, que
además son bastantes.
La mantuana Lucrecia que sueña con el
triunfo de Bolívar y la consolidación de la independencia de la provincia de
Venezuela; la desesperada prostituta Greta Garbo que no quiere consumirse en la
asqueante explotación de un campamento petrolero; la vigorosa Laurencia que le
exige a los varones más masculinidad para que defiendan a sus mujeres y sus
hogares; la chismosa Ramona, una caraqueña que se aterra ante el indetenible
avance de la modernidad; la tragedia de la enamorada Medea que sacrifica a sus
hijos para vengarse de Jasón por el abandono a que la somete; la hetaira
Clitemnestra que se burla de la sociedad que la usa y la desecha; el misteriosa
Clov que presencia el final de la humanidad, y la loca guerrillera Brusca que
habla del regreso de Zamora, son los entes que desde la escena lanzan sus
mensajes de amor, de rabia, de desesperación y porque no hasta de conmiseración
hacia un mundo que todavía se niega a aceptar la presencia de las mujeres en
todos los roles de la sociedad. Es un grito de advertencia para todos aquellos
y aquellas (porque también las hay) que no se han dado cuenta de que los
pueblos crecen y demandan más justicia e igualdad, entre otras cosas.
Cabe resaltar que cada uno de los
ocho personajes recibe un especial y aleccionador tratamiento artístico,
teniendo en cuenta la historia, el contexto y las características de cada una
de ellos. Ahí es donde se aprecia no sólo el profesionalismo de la actriz, sino
el especial cuidado del director Pinto (79 años), con quien estuvo casada más
de 30 años, además de haber sido su profesor. El ritmo y la brevedad, menor de
una hora, son golosinas para los espectadores.
Tras ponderar cada una de sus
caracterizaciones, lamentamos que Francis Rueda no haya tenido más roles de
importancia, no sólo en el teatro sino también en el cine y la televisión.
Ojalá que esta cátedra de teatro que ella ha llevado al escenario sirva para
que los cazadores de talento se den cuenta de lo que ella encierra y de lo que
puede ser capaz. Está en su mejor momento. Creemos incluso que debe
"ampliar" este unipersonal, que además se realiza con el concepto del
conversatorio, una especie de clase magistral actuada.
Encuentro con Francis Rueda le ha permitido a la actriz reflexionar y disertar sobre su profesión, porque apoyándose en algunos de sus más notables trabajos teatrales (su lista pasa de 100, entre los exhibidos y los que ensayó y no pudo mostrar), aspira ahora que el público se adentre en el misterio de la creación actoral, “que para muchos se trata de un terreno desconocido”, como ella misma lo ha dicho.
Encuentro con Francis Rueda le ha permitido a la actriz reflexionar y disertar sobre su profesión, porque apoyándose en algunos de sus más notables trabajos teatrales (su lista pasa de 100, entre los exhibidos y los que ensayó y no pudo mostrar), aspira ahora que el público se adentre en el misterio de la creación actoral, “que para muchos se trata de un terreno desconocido”, como ella misma lo ha dicho.
Actualmente, Francis Rueda es primera actriz del elenco oficial de la Compañía Nacional de Teatro.
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