jueves, septiembre 28, 2017

Misivas de amor y dolor

 María Cristina Lozada y Jorge Palacios cerrando el evento del Trasnocho .
Culmina en el Teatro Trasnocho Cultural la temporada del espectáculo Cartas de amor de Albert Ramsdell Gurney, donde se pueden conocer  deseos y aspiraciones, además de  sufrimientos y sueños presentes en la melodramática historia del exitoso abogado y político Andrew Makepeace Ladd III y la artista frustrada y alcohólica Melissa Gardner, a través de una relación epistolar de más de 50 años; una saga que habría podido ser  otra historia de intenso amor físico, pero que el destino quiso separar, y sin embargo siguió vivo a través de las misivas, las cuales  transmitieron emociones que se fueron consolidando a lo largo del tiempo a pesar de las distancias.
Hasta el próximo 8 de octubre el público podrá descubrir lo que revelan esas misivas de amor, y también de dolores y frustraciones, escritas y enviadas a lo largo de medio siglo. Esta puesta en escena conserva la dirección original de la recientemente fallecida directora teatral Miriam Dembo, bajo la supervisión de Héctor Manrique, asistido por Gisela Rojas y con la producción general de Carolina Rincón con el apoyo de María José Castro.
Este montaje de la temporada 2017 de Cartas de Amor comenzó con la pareja formada por Mariángel Ruiz y Héctor Manrique, pero las siguientes semanas fue asumido por   los actores Julie Restifo y Javier Vidal; luego Prakriti Maduro y Sócrates Serrano y ahora finaliza con María Cristina Lozada y Jorge Palacios. Todos encarnaron a Melissa y Andrew, exquisitos personajes que desde su infancia se intercambian cartas, hermosa tradición que continúan en la madurez a pesar que sus vidas tomaron rumbos totalmente diferentes, aunque ambos pertenecen a la misma clase social de familias ricas y de muy buena posición.
El espectador conoce así sus vidas, el amor fraternal, espiritual, erótico, las diversas sensibilidades entre el hombre y la mujer, el desasosiego y la fragilidad del ser humano frente a la soledad y la importancia del valor de la pertenencia en la sociedad.  Cartas y postales de viajes repletas de esperanzas, ambiciones, sueños, victorias y fracasos son el hilo conductor de esta magistral pieza, escrita originalmente como novela, pero fue rechazada por la editorial The New Yorker. Su autor el estadounidense Albert Ramsdell Gurney (Buffalo, 1 de noviembre de 1930/Nueva York, 13 de junio de 2017) se propuso reescribir el libro como una simple obra de teatro donde dos personas leen mutuamente una serie de cartas. Nunca imaginó que la obra se convertiría en finalista de los premios Pulitzer y en la más exitosa de su carrera profesional.
ÉXITO TEATRAL Y CINEMATOGRÁFICO  
El éxito de este espectáculo radica en la sencillez del montaje que propone el autor y, sobre todo, porque habla de la vida: el primer amor, las enfermedades, la pérdida de oportunidades y del amor, lo que termina siendo un agudo y punzante retrato de la decadencia de la clase alta norteamericana.
Cartas de amor se estrenó en el Promenade Theatre, de Off-Broadway, Nueva York, en 1989 con los comediantes John Rubinstein como Andrew y Joanna Gleason como Melissa, ambos ganadores de un Tony. En principio estaba programada para presentarla solo los días lunes, pero ante las excelentes críticas de la prensa especializada y del público pasó a 8 funciones semanales durante varias temporadas.
Gurney no se esperaba tal éxito de taquilla y que Cartas de Amor se convertiría en finalista de los Premios Pulitzer y en el mayor éxito de su carrera como dramaturgo. A partir de ese momento se siguió representando en todos los teatros más importantes del mundo. El productor Martin Starger compró los derechos para la versión cinematográfica y en 1999 fue rodada con los actores Laura Linney y Stephen Weber, bajo la dirección de Stanley Donen. El guión de cine era del mismo
EN CARACAS
En Venezuela se estrenó en 1991 con las actuaciones de Fausto Verdial y María Cristina Lozada, bajo la dirección de Miriam Dembo. Después de ese debut ha sido interpretada por los actores más importantes del país. Nosotros vimos ese estreno el 8 de septiembre de 1993 en el auditorio del Centro Cultural Consolidado, donde funciona ahora el Centro Cultural BOD.Y a escasos 24 años de ese evento cultural, ahora en el Trasnocho Cultural, aplaudimos el remontaje de la misma traducción y versión de Cartas de amor, con las excelentes caracterizaciones asumidas por Mariángel Ruiz y Héctor Manrique, como primera pareja.
Y para cerrar este ciclo hemos ponderado las caracterizaciones asumidas por Maria Cristina Lozada y Jorge Palacios, actores destacadisimos, a quienes vimos   por vez primera en el Aula Magna de la UCV y el teatro Las Palmas, respectivamente; ella encarnando a Polly Pechum (1970) de La ópera de Tres centavos de Bertold Brecht; y a él caracterizado como Albín (1976), uno de los homosexuales del musical La jaula de locas de Jean Poiret.
Ver a Lozada y Palacios leyendo y actuando a sus complejos y enamoradizos personajes, fue comprender una vez más la grandeza del teatro bien actuado, y en especial ese espectáculo que transcurre en el cerebro del espectador, y no ante sus ojos, porque los actores-personajes están sentados frente sus escritorios y deben transmitir sus emociones, así como el paso del tiempo a lo largo de 50 años; desde los inicios infantiles hasta los complejos años de la madurez.
Por supuesto que María Cristina y Jorge agarran a sus personajes y los van llevado paso a paso hasta que el problema social, y familiares de sus personajes, los colocan al borde del precipicio de sus existencias. Ella cae en el alcoholismo y él la busca desesperadamente por la pureza de ese amor de su infancia y adolescencia, que no llega al matrimonio porque se dejaron arrinconar por sus compromisos sociales, profesionales y políticos. Ella era una artista con aspiraciones y él un abogado con los ojos puestos en el poder político de su pais. A ella la hunden las bebidas espirituosas y él alcanza el éxito profesional, pero con una familia problematizada. 
No hay duda alguna que la madurez física y profesional de Maria Cristina y Jorge la da a sus personajes una contundente lección de moral y también de ética para quienes aman y deben decidir entre los asuntos del corazón y los asuntos comerciales y/o profesionales. Es una advertencia porque el tiempo no se detiene y en el amor es como una hoguera que consume todo y no deja sino cenizas o recuerdos, amargos la mayoría de las veces, o esas mudas fotografías de lo que ha pasado. Los seres humanos esclavizados por sus compromisos sociales y negándose la libertad de cambiar.
PARA CURAR O MORIR
Cuando vimos por primer vez a Cartas de amor escribimos, y aquí lo reiteramos de nuevo, que es una oportuna invitación a reflexionar sobre el amor, único sentimiento que iguala a todos los seres humanos y que es capaz de hacerlos acometer las más grandes conquistas o proezas, o, en el caso opuesto, de sumergirse en las más abyectas y siniestras conspiraciones, con tal de obtener o preservar al ser amado o de impedir que otros lo disfruten.
Por supuesto que Cartas de amor es un gran espejo que muestra todo lo que puede ocurrir a quienes no se atreven a dar el gran salto, a vivir de acuerdo a sus impulsos y abandonar las conductas caducas de una sociedad anquilosada y atada al pasado. Ahí es cuando hay que lamentarse de lo no hecho. Ahí queda solamente queda llorar amargamente lo realizado, más nada., como lo hace conmovedoramente el personaje de Jorge Palacios.
Este espectáculo del año 2017, como aquel del 1993, sin ser novedosos, como tampoco lo es el hecho de que dos seres humanos se carteen consecuentemente, es educativo y entretenido.



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