Francis Rueda y su esposo Gilberto Pinto, ya fallecido. |
EL portal venezolano Climax, del 27 de noviembre de 2017, por intermedio de la
periodista Fabiana Ortega, entrevistó a la actriz Francis Rueda, la cual
publicamos aquí:
Tras 52
años de carrera artística, la actriz venezolana ganó el pasado viernes el
Premio Nacional de Teatro. La veterana de 68 años de edad cree que con el
talento se nace y añora de las nuevas generaciones el compromiso y la entrega
que exige el oficio. Apoya las iniciativas del gobierno nacional y confiesa que
no desea regresar a la TV.
Una
actriz debe tener —además de pasión—la preparación necesaria y la sensibilidad
suficiente para poder encarnar y meterse en la piel de otro personaje; para
poder identificar las emociones, trabajarlas, canalizarlas y luego
exteriorizarlas. Requiere extraviarse y hallarse al mismo tiempo para
luego entonces tratar de conocer y entender al ser humano que, al final, será
siempre la materia prima en la creación de cualquier pieza teatral o personaje.
En esta misma dinámica ha estado por más de 52 años la actriz venezolana
Francis Rueda, quien por décadas fue uno de los rostros que exhibió la hoy
extinta cadena de televisión RCTV en su cartel de novelas como La señora de Cárdenas (1977); Pura sangre (1999); Mi prima ciela (2007),
por nombrar algunas, y que a lo largo del tiempo ha permanecido fiel al cine y
al teatro.
“Este
es un trabajo para toda la vida”, dice hoy la veterana de 68 años de edad, que
el pasado viernes 22 de septiembre fue galardonada con el Premio Nacional de Teatro,
uno de los Premios Nacionales de Cultura que se entregan desde 1970,
oportunidad en la que se le adjudicó al dramaturgo Rodolfo Santana, cuando la
concesión correspondía al Ministerio de Educación. Desde 2001 éste se entrega
de manera bianual y lo otorga el Ministerio para la Cultura, a través de la
Fundación Casa del Artista, para exaltar a diversas personalidades y creadores
artísticos que contribuyan a la creación, rescate y mantenimiento en relación a
la cultura venezolana. Aún no se ha fijado la fecha de la ceremonia. Hasta
ahora, la actriz solo tiene el veredicto.
Cien obras de teatro, 12
largometrajes, y numerosas telenovelas, reafirman la inquebrantable pasión que
tiene Rueda por la actuación y el
compromiso que adquirió desde su adolescencia, cuando por empeño y tenacidad,
aún no teniendo la edad necesaria, logró ingresar a la Escuela Juana Sujo, con
la complicidad de su amiga, la actriz Doris Wells.
Aunque
inició a los 16 años en la escena nacional, tras maravillarse en un primer
encuentro con el Teatro Nacional, los reconocimientos a su entrega, compromiso
y plenitud artística comenzaron cuando contaba con 33 años de edad, en 1986,
momento en el que recibió el Premio Municipal de Teatro César Rengifo, del que
se adueñó hasta 1989. Desde entonces, además de los aplausos que ha
recibido por sus ilustres actuaciones en cada función teatral, también han sido
numerosos los reconocimientos que ha obtenido por parte del gremio, entre los
que destacan por su trayectoria el Premio Juana Sujo (1988) y el Premio María
Teresa Castillo (1989); así como también el Premio ANAC 2006, por su actuación
en la película El Caracazo, de Román Chalbaud. Aunque cada galardón lo recibe y agradece
con emoción, admite que el Premio Nacional de Teatro— que ahora la coloca en el
mismo sitial de quienes en su momento también fueron sus primeros maestros — ha
sido el más importante de su vida y lo equipara a lo que simboliza un Oscar
para un actor de cine. “Este premio representa muchísimo para mí porque me
dice que no fue en vano todos los años que le dediqué al teatro. Ahora sé que no voy a
pasar desapercibida”, expresa la actriz al tiempo que confiesa que este
galardón (que también lo recibió en 1999 su difunto esposo, Gilberto Pinto) lo
esperaba desde años atrás.
He sido
postulada desde 2003 y siempre me decían ‘¡Quedaste con el ganador, Francis!
¡Quedaste con el ganador, Francis!’, ‘¡Por un punto!’…hasta que por fin me tocó
a mí. ¿Tardío? Sí. Pero no importa. El tiempo de Dios es perfecto y creo es el
momento más apropiado para recibirlo. Estoy más madura”, asegura.
Para
Rueda, la actuación es un don innato que viene adherido —casi— al ser humano:
“Yo siempre lo he dicho, aunque me cuestionen: ‘uno nace, no se hace’. Uno nace
con eso. Yo siento que nací con eso porque cuando yo estudiaba primaria yo no
me pelaba ningún acto de los que hacían y yo montaba mis obras y las dirigía y
tenía una capacidad para el baile y para cantar impresionante. O sea, yo nací
con eso. Además, cuando tu das clases, como pedagoga, a los dos
meses sabes quién puede funcionar y quién no. Puede tener toda la disposición del
mundo y las ganas pero si no tienes talento, ahí no hay nada que hacer”,
explica la actriz que en sus rutinas además de los ejercicios vocales y de
respiración, también incluyen serie de abdominales y saltadillas. “Yo hago de todo para mantenerme
enérgica. Este es un trabajo demasiado exigente”, agrega.
Y a
propósito de exigencias, Rueda confiesa que lo que busca en un nuevo actor es
disciplina, entrega y compromiso. Reconoce el camino que han labrado algunos de
sus alumnos: Rossana Hernández y Gabriel Agüero en la Caja de Fósforos, en
Colinas de Bello Monte. Aunque identifica talento en algunos jóvenes que
supervisa en la Fundación Rajatabla, y de quienes se convierte en espectadora
en una que otra obra en cartelera, añora responsabilidad en las nuevas
generaciones. “Yo creo que, y no meto a todos en el mismo saco, se ha perdido
la ética. Yo he tenido compañeros, sobre todo jóvenes, que llegan 15 minutos
antes de la obra y se los digo, aunque me odien, ‘el teatro es algo serio’. Tienes
que llegar dos horas antes porque tienes que reconocer el espacio que vas a
utilizar en esa función. Yo
en El pez que fuma (original
de Román Chalbaud) tenía que manipular tantos elementos y tenía que llevar
tantas cosas a mi sitio, que yo llegaba dos horas antes para poder manipularlos
y a los 15 minutos ya estaba listo. Me tomo mi tiempo para repasar mi letra,
maquillarme con calma en mi camerino y todo con tranquilidad para que luego
estés tranquilo y puedas entrar con esa misma tranquilidad a escena. Y es gente
más joven y no puede ser”, señala la actriz que se ha presentado, jura, en
todos los teatros del país.
Rueda
sostiene que una de las claves para el éxito en su carrera ha sido desligarse
de cualquier referencia anterior: “Yo empiezo de cero todos mis trabajos. De
que no he hecho cosas atrás y eso me ha ayudado muchísimo en mi carrera
porque es como una cosa nueva: un nuevo director, una nueva obra”.
Cuando
trabaja un personaje, explica que se involucra lo más que pueda en cada palabra
y cada línea. “Esos libretos no los suelto. Mi
esposo (Pinto) era súper organizado y pulcro con los suyos; yo no. El mío
siempre lo encontrarás lleno de grasa, arrugado, manoseado, roto, rayado todo.
¡Yo vivo con eso! Paso letra bañándome, en el metro y cuando
voy caminando… porque yo soy así: ciudadana de a pie. Yo me monto en Metro y
también me ves maniobrando en las camioneticas”, explica la veterana que además
saca a colación una anécdota de este año cuando —desenfadadamente, según
relata— tuvo que agarrar un mototaxi para llegar a tiempo al Teatro Teresa
Carreño donde cumplía función con la pieza El pez que fuma (versionada por Ibrahim Guerra), en el
marco del Festival de Teatro de Caracas de este año.
A
propósito de este tipo de eventos, Rueda —que actualmente pertenece a Centro
Nacional de Teatro— celebra las iniciativas del gobierno nacional. “Ya el
subsidio no existe. Ahora existe el Circuito de Teatro. Ellos te compran las
funciones y te ubican en Caracas y en el interior. A mí me han comprado varias
y me ha ido bien. Eso me parece estupendo”, dice al explicar que añora la época
de Festivales Internacionales de Teatro, cuando Carlos Giménez —fundador de
Rajatabla. Alaba, no obstante, que el Estado organice el Festival de Caracas,
liderado por el ex ministro Freddy Ñáñez, “que me parece es un trabajador
incansable, eso es muy enriquecedor. Me parece muy importante que nos nutramos
de las propuestas de países como Argentina, España, México, Chile y Uruguay”.
Sobre
las nuevas modalidades de disfrutar del teatro, como por ejemplo el
“microteatro” Rueda difiere: “Yo no lo cuestiono. A veces a mí me dicen
‘Francis, métete. Se puede hacer real’ y yo no lo cuestiono ni lo critico. A mí
me han llamado 800 mil veces y no lo hago. No me gusta. Yo no hago teatro así por dinero y he tenido la suerte que me he
mantenido y que he vivido de esto. Yo le he permanecido fiel al teatro que
hago”.
¿Televisión?
—Ahorita
no estoy para sufrimiento. A estas alturas de mi vida quiero estar tranquila y
seguir haciendo teatro. Recibí una propuesta y dije que no.
De
momento, Francis Rueda continúa sumergida en las funciones del espectàculo teatral Troyanas Nuestras (una inspiración
de su director, Costa Palamides, en los escritos de Esquilo,
Sófocles y Eurípides) que presenta en el Teatro Nacional, mientras que
participa en el rodaje d e Parque
Central, de Luis Alberto
Lamata, con quién también trabajó en 1991, en Jericó.
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