Elvis Chaveinte encarna a Winstom Smith |
Fue al culminar nuestro bachillerato
que pudimos leer la versión en español de la inglesa novela 1984, de
George Orwell (Eric Arthur Blair, 1903, India/1950,
Londres), y a mediados de la
década de los 80 matizamos ese fantástico y utópico relato gracias a la
excelente versión cinematográfica, dirigida por Michel Bradford, con los roles
actorales de John Hurt, Suzanna Hamilton y Richard Burton. Ese filme nos quitó
dudas sobre el crecimiento y desarrollo de un monstruo sociopolítico que amenaza
a la libertad de todos los habitantes del mundo occidental, porque ahora es ya una
vulgar realidad que se ha acrecentado ante el hiper desarrollo de las
tecnologías, especialmente de la Internet, que avizora un super control
mundial.
Pero es ahora, en esta segunda década del
siglo XXI, cuando la metáfora de Orwell se nos hace más urticante y deja muchas
más dudas sobre el futuro de la libertad
de los seres humanos, gracias a que durante el pasado 9 de septiembre de 2017, hemos
disfrutado a plenitud del sobrio trabajo teatral, logrado por los directores Aníbal
Cova y Abel García, junto a los convincentes actores Elvis Chaveinte, Antonio
Delli, Carolina Torres, Maria Elasía Machadi, Jose Francisco Silva, Johnny Rivas,
Abilio Torres, Sandra Yajure y Santiago Osuna. Toda una bien trabajada producción
del Grupo Actoral Dram-ON, que hace temporada en el Espacio Alterno del
Trasnocho Cultural. Un espectáculo que demuestra como las nuevas generaciones si
son capaces de hacer avanzar el carromato del teatro criollo, a pesar de todas las
difíciles circunstancias económicas y técnicas que hay para la creación
artística.
MERENGADA TOTALITARIA
La
novela 1984 se publicó en el Reino
Unido Unido hacia 1949 y fue traducida al español en 1952, cuando el general
Francisco Franco aun mandaba en la península ibérica. Es considerada, con
muchísima razón, como una de las grandes creaciones literarias del siglo XX, porque
ahí se plasma una sociedad distópica donde saber demasiado puede ser peligroso,
donde impera una dictadura que avasalla los pensamientos más íntimos de sus
ciudadanos, donde hay un hombre, Winston Smith, que sufre una transformación
para finalmente rebelarse.
Hay
que puntualizar que 1984 -tanto la
novela como su versión cinematográfica y teatral-propone una visión utópica del futuro, aplicable o
realizable dentro de una sociedad futura, pero que, como consecuencia de perversas
ideologías y malignas acciones humanas, se pervierte esa visión del futuro ideal
y humanista en términos opuestos a los de una sociedad ideal, donde las
tendencias sociales se llevan a extremos apocalípticos. La anhelada
libertad de los seres humanos se convierte en una salvaje esclavitud por la
perversión cultural de los jefes o líderes del poder. El pasado tiránico de los
reyes depuestos regresa con más fuerza y violencia, sepultando los alcances de
la revolución francesa.
Ahí, en este 1984, Winston
Smith se rebela ante un gobierno tiránico y totalitario que ha logrado controlar
cada uno de las acciones de sus ciudadanos y castiga incluso a aquellos que “delinquen
con el pensamiento”. Advertido de las terribles consecuencias que puede
acarrear la disidencia, Winston se une a una ambigua Hermandad por mediación
del líder O’Brien. Paulatinamente, sin embargo, el protagonista va
comprendiendo que ni la Hermandad ni O’Brien son lo que aparentan, y que la
rebelión, al cabo, quizá sea un objetivo inalcanzable, una especie de paraíso
inalcanzable.
Se ha afirmado que 1984 es
el último eslabón de una trilogía de la que forman parte Homenaje a Cataluña y
Rebelión en la granja, un terceto que se fue gestando en la mente de Orwell
durante un largo período, y que podría titularse La revolución traicionada. Esta novela y su guion teatral es, entre
otras cosas, una reflexión repetida y más elaborada de temas omnipresentes en
la producción orwelliana durante los diez años que transcurren entre las
publicaciones. Son los temas tópicos de la deformación de la historia, el uso
de la propaganda política y el rechazo de los sistemas totalitarios, que aquí
alcanza un tratamiento muy pormenorizado, pero que no son en absoluto nuevos en
Orwell, ya que tienen su raíz en la experiencia vivida por él en la guerra
civil española. El nazismo alemán y los fascismos de Mussolini y Franco están
ahí presentes, además del estado soviético o la perversión del marxismo ruso.
Todos ellos hacen una merengada totalitaria que utiliza el temido Imperio
Americano, que han llegado a la locura del show mediático de Donald Trum, un desatino que no merece jamás
la patria de Abraham Lincoln.
La vigilancia y el control son las premisas que rigen a la sociedad de
Oceanía, el pais donde se desarrolla 1984,
donde el Gran Hermano (el todopoderoso jefe) todo lo ve. La opresión hace que
en los personajes afloren sus sentimientos más íntimos y proyectan una
advertencia sobre lo que pudiera llegar a ser el mundo si el poder se queda en
manos de pocos.
La trama o argumento de 1984 se
basa en un mundo industrial, donde todos se ven y piensan igual o avanzan hacia
ese único horizonte. Cuando surge la curiosidad, o aquellas preguntas sin
respuesta convincente, comienza la historia verdadera y ahí es donde el
espectador compara su realidad con la de los personajes, vestidos todos con
overoles marrones.
Por eso que en la novela y
el guion teatral está muy bien descrito y analizado, ante todo
en las relaciones del poder y las dependencias que crea en los individuos,
se le considera a 1984 como una de
las narraciones más inquietantes y atractivas del siglo XX, solo comprable con
la literatura de Franz Kafka, creemos nosotros.
SER O NO SER
Aníbal Cova y Abel García han trabajado
en varios montajes juntos, pero esta es la primera vez que se reúnen para
dirigir y crear para lo cual tomaron una pieza de la literatura
universal, como 1984 de George Orwell, que
les ha permitido contar una historia íntima, cargada de emociones, que a pesar
de las similitudes con el contexto no pretende dar cuenta de la realidad
venezolana. Todavía la realidad teatral no alcanza los niveles de la realidad
pais, porque de lo contrario no habría evento teatral. Se los aseguro.
“Lo
que busqué fue seguir el curso del viaje de Winston Smith, el protagonista de
la novela de Orwell. En el libro hay más momentos descriptivos, pero yo escogí
los que signaban la acción dramática y que van llevando al actor a un estado
emocional particular. Se siente confundido y ese es el detonante principal”,
explica Cova, quien hizo la adaptación para las tablas.
El teatrero y escenógrafo, de origen
colombiano Angel Pájaro se inventó una
gran pared lisa con pequeñas puertas, que marcan entradas y salidas, demarca el
espacio de la acción –la sala Espacio Plural del Trasnocho Cultural, donde
nueve actores invocan y convencen a sociedad autómata que creo Orwell. Hay que
reconocer que Elvis Chaveinte desarrolla la confusión y agonía del personaje
principal, llevándole a límites insospechables, mientras que Antonio Delli
encarna al frio antagonista, el malo de la película, y obtiene la dureza del
partido de gobierno gubernamental que mantiene la vigilancia masiva a través de
una gran tele pantalla.
Los juegos de luces y la música
electrónica marcan las transiciones del montaje de más de dos horas de duración,
quizás lo único que molesta. La premisa de la dirección era que un solo espacio
se transformara en todos los espacios de la acción dramática. Todo eso se logra
gracias a la energía y al compromiso cultural de los actores. “La dirección
actoral se llevó todo el esfuerzo porque es una historia muy honesta de
emociones crudas”, refiere García sobre la puesta en escena.
Cova y García afirman en lo innecesario
de encasillar el montaje. “Cuando devoras 1984, desde la
primera escena en que el protagonista se hace preguntas, es muy fácil sentirse
identificado. Puede ser muy cómodo equipararlo con el contexto venezolano
actual, pero no quisimos quedarnos allí. Este no es un montaje panfletario, porque
la saga se puede circunscribir a cualquier país del mundo e igual se producirá
la identificación por parte del público, porque “la advertencia que da el autor
es universal”, advierten.
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