GERARDO BLANCO LÓPEZ |
No siempre los
balances artísticos suelen ser gratos, pero algunos teatreros, de esos que jamás
se mienten a sí mismos, al final de una temporada se sientan y sacan sus
números para ver a cuantos espectadores llegaron o presenciaron sus eventos
culturales. Siempre queda muy adentro de los corazones de esos artistas –son
escasos-la satisfacción de haber cumplido su “objetivo principal” porque para
eso trabajaron: sí fue la gente, a pesar de todos los obstáculos que hay para
llegar a una sala teatral, además de los imponderables.
Escribimos esto
porque estuvimos pendientes de las 27 funciones programadas de Noche de guardia, extraña obra pieza
venezolana, producida por el grupo Bagazos, sobre la vejez, agravada con el
deterioro físico de una enfermedad terminal, y una solución, no muy católica, como diría mi
profesor de religión, para salir de este mundo. En síntesis: una comedia
patética donde se advierte sobre el inevitable colofón de los humanos,
especialmente de los masculinos, que logran pasar el medio cupón, por lo menos,
de vida útil.
Noche de guardia,
pues, cumplió con su compromiso en El Espacio Alterno del Trasnocho Cultural y
contabilizó 1.200 espectadores. Los comentarios, del público y de los exiguos
críticos que aún quedan, son muy positivos, pululan, y seguramente continuarán
cuando se haga la segunda temporada, posiblemente para el año próximo, además
de un foro con la participación de público y especialistas.
Gerardo Blanco
López, quien ha escrito y escenificado no menos de 19 obras, comenta que
su Noche de guardia es un reclamo a lo injusto y terrible de la
vejez, un canto a la amistad, una lucha por el derecho a decidir por nosotros,
un recuento de lo vivido y la sorpresa al darnos cuenta que la vida siempre nos
da motivos para sorprendernos. "Es mi forma de tratar de alejarme
inútilmente de lo inevitable, un abrazo cálido a los viejos que nos ha tocado
cuidar y que han sido un espejo, un recordatorio de lo próximo. Esta pieza forma parte de una
trilogía sobre la ancianidad, que inicié con La cuadrilla (1996),
la vejez en pareja; seguida con Nos vemos el miércoles (2017),
la vejez a través de la visión femenina, y ahora Noche de guardia (2018), la ancianidad a través del prisma
masculino”.
Noche de
guardia, comenta Blanco López, nace al igual que Nos vemos el
miércoles de la experiencia vivida durante la gravedad de su madre, de
las horas con ella durante su enfermedad y la necesidad de brindar un homenaje
a nuestros viejos amados durante sus años dorados. “Esta reciente
pieza, creo que es mucho más reflexiva, ahí la risa se entrelaza con la
dura realidad de la vejez y la fatal enfermedad de uno de los cuatro amigos que
se reúnen una noche para cuidar al afectado, y resulta sorpresiva y al mismo
tiempo plantea una serie de dilemas que nos harán reír y reflexionar, esa por
lo menos es mi intención y espero que así lo vea nuestra audiencia”.
Considera Blanco
López que escribir es un ejercicio de intimidad fascinante, un descubrir
imágenes que reclaman su autonomía, las cuales batallan por tener vida propia y
con Noche de Guardia no fue la excepción, mucho de lo que hablan
esos cuatro viejos, sus personajes protagonistas, tienen que ver con lo vivido,
donde no hay nada que no sea común y cotidiano, pero a veces triste y doloroso
como echar una mirada a un álbum de fotos viejas. “¿A quién no se le arruga el
corazón al revisar las gráficas o las fotografias que nos atestiguan los
tiempos vividos? El montaje resultó fascinante, intenso, con turbulencias y
temores, como todos los montajes, pero reconfortante y de mucho crecimiento;
trabajar con cuatro excelentes actores de gran experiencia, calidad humana y
profesionalismo es muy enriquecedor, me siento honrado, un privilegio. Ahí estaban,
dándole vida a mis personajes, comediantes como Alejandro Mata, Pedro Durán,
Carlos Abbatemarco y Antonio Cuevas. El público, ese temible critico de las mil
cabezas, pronunció su veredicto”.
Blanco López,
que le da gracias a Dios permanentemente por haberle permitido hacer su carrera
artística, “en especial a todos esos amigos; actores, técnicos, productores,
patrocinantes, que han creído en mí, me han acompañado durante estos 39 años y
me han enseñado a vivir el teatro, a entender que es una pasión, una hermosa
locura, siempre desde esa casa cálida, que ha sido el grupo Bagazos. Hay que
agradecer, dar gracias a tanta gente, mil y más nombres se vienen a mi mente.
El último de los sueños logrados tienen su origen en la complicidad con el
maestro Salvador Itriago y en la confianza y apoyo de su hija Trina Itriago, La
caja Teatral y nuestra escuela de teatro Escénica en el Centro de Artes
Integradas, sueños de años ya tangibles, como no agradecerles a todos ellos”.
DOS SUEÑOS HUMANOS
Blanco López, con varias décadas en las lides
teatrales, reconoce que su profesión es una travesía de aciertos y desaciertos.
“Me siento feliz y agradecido por todo lo que he recibido del teatro, pero
satisfecho no, siempre podemos hacer más”. Y así lo demuestra, brillantemente,
con su decimonovena pieza Noche de guardia, un texto corto que en
escena alcanza cómodamente los 60 minutos, donde advierte, en claves
características de la llamadas comedias negras o esa comedias sobre aspectos no
festivos de la vida, como el inevitable final del camino de los humanos,
especialmente de los hombres, que logran pasar el medio cupón, por lo menos.
Noche de guardia es la historia de cuatro viejos quienes
deciden que uno de ellos no vivirá más y planifican ayudarlo a bien
morir, porque un cáncer terminal (de origen prostático) lo ha dejado
inútil, tanto que no puede realizar sus taras higiénicas intimas, además de
otras complicaciones. Ante un eventual suicidio del enfermo, ellos traman
eliminarlo con una sobredosis de morfina. Tarea que hacen. Eutanasia o como se
llame es lo que pone fin, por ahora, a uno de ese grupete de ancianos amigos,
Alfonzo en este caso, encarnado por ese señor de la actuación que es Antonio
Cuevas.
Noche de guardia es otra pulcra producción de su grupo Bagazos, con
cuatro actores sobre los 60 años o cercanos a tan concreta barrera, quienes
materializan, de gran manera, sus peculiares personajes y lograr plasmar
en la escena sus reclamos ante lo injusto y terrible de la vejez,
con un especie de canto coral a la amistad, estremecedora y hermosa
invitación para luchar por el derecho a decidir, al tiempo que hacen
un recuento de lo vivido y entonan un cántico final quizás, al
darse cuenta que la vida siempre nos dará motivos para sorprendernos y para
desear que no todo termine ahí. Quizás sea la moraleja, nos atrevemos a
puntualizar.
El montaje resultó
fascinante, intenso, con turbulencias y temores, pero reconfortante y de mucho
crecimiento profesional y artístico, porque hay una entrega total de esos
excelentes actores, de indudable calidad humana y depurado profesionalismo.
Nada fácil es hacer de viejo y convencer y ahí ellos no solo lo demuestran.
Mientras llega la
cura para la vejez ,capaz además de detener la muerte de los seres humanos, dos
grandes sueños en estos momentos, los teatreros (con los dramaturgos a la
cabeza y entre ellos Blanco López) hacen espectáculos para
advertirles a sus públicos de las vicisitudes de esas nada fáciles etapas de la
vida, aunque actualmente la ciencia al tiempo que busca otros mundos y fabrica
armas capaces de desaparecer a la vida misma, también persigue la eterna
juventud y por ende la perpetuidad de la raza humana.
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