El teatro es vida y por eso no se puede detener. |
Superado un incidente que afectó a un valioso actor, Medida
por medida, una de las
obras más personales de William Shakespeare, que denuncia el
abuso sobre las mujeres, en una versión escénica de Federico Pacanins, dirigida por José Tomás Angola Heredia, se
presentará en cuatro únicas funciones, los días 25 y 26 de agosto, 1 y 2 de septiembre, a las
11 am, en la Sala
de Teatro de la Asociación Cultural Humboldt, ubicada en la avenida
Los Próceres, cruce con Avenida Juan Germán Roscio de San Bernardino.
Se espera que los teatros maníacos
caraqueños desafíen todos los obstáculos posibles y acudan a las funciones
que se presentarán en el exquisito teatro de San Bernardino, gracias al
maravilloso equipo humano que ha organizado y dirigido José Tomás Angola
Heredia, quien aquí cuenta porque espera que Caracas le responda.
¿Por qué Shakespeare? ¿Qué hizo con la versión
en español y acaso la venezolanizó?
Es necesario volver de cuando en
cuando la vista hacia los clásicos para entender nuestra esencia. La obra de
Shakespeare mantiene una vigencia incuestionable. Sus textos desentrañan la
condición humana con tanta poesía y honestidad que nos revelan lo que ha sido
constante en nuestro espíritu a través de los tiempos. En Venezuela hoy en día
solemos hacer pocos clásicos, y cuando se representan casi siempre son
adaptaciones contemporáneas, o versiones muy compactadas. Eso se debe a tres
razones: la primera es que el espectador venezolano ha perdido la costumbre de
presenciar obras de cinco actos y tres horas. La otra es que nuestras escuelas
no están preparando talentos para el teatro clásico, ni en la actuación ni en
la dirección. El teatro del siglo de oro, las obras en verso o del teatro
isabelino tienen sus demandas, necesidades y exigencias cuando se quieren
acometer tal y como fueron escritas. No se trata tampoco de hacer un montaje
arqueológico, pero el actor y el director que asumen Shakespeare deben tener
una capacidad de lectura, comprensión e interpretación que no se les solicita
normalmente para textos modernos. De allí lo difícil de reunir un elenco
preparado para hacerlo en su forma original. Finalmente producir las obras de
Shakespeare, si se quiere hacer tal como se concibieron, ameritan de una
importante inversión económica que no siempre se recuperará. Hablamos de
elencos muy grandes, con largos procesos de ensayo (en nuestro caso 4 meses).
Diseños y realización de vestuarios, escenografía, iluminación, utilería.
Tenemos por ejemplo en esta producción látigos antiguos que debimos mandar a
fabricar, espadas y estoques, botas de cuero, todos los guantes, etc. Es de
verdad un esfuerzo mayúsculo financiero, y estando Venezuela como lo está,
viviendo su peor crisis histórica, muy pocos están dispuestos a lanzarse
en esta cruzada por el teatro clásico de arte.
La decisión de hacer Medida por medida fue de nuestro
productor ejecutivo y autor de la versión escénica, Federico Pacanins. Federico
es un hombre no solo de la música y el teatro, lo es del
arte integralmente. Por su formación académica, es abogado, le interesaba
sobre manera el tema de la justicia. En Medida
por medida el meollo dramático versa sobre la imposibilidad de que la
justicia humana pueda alcanzar eso que llamamos la verdad. La hipocresía, la
falsedad, en cuanto hablamos de las pasiones y la moral, nos hace muy débiles
para juzgar en otros, delitos a los que somos propensos por nuestra
esencia carnal. Esta obra le apasionaba desde hacía años, tanto que enfrentó su
versión escénica manteniendo un gran rigor. La obra sigue teniendo sus cinco
actos, dura 2 horas y media, con un intermedio de 10 minutos. Pero atendiendo
muy de cerca la lectura crítica que de ella hizo el poeta W. H. Auden, propone
unos afeites menores y de estilo, en donde suprime ciertas reiteraciones de
trama, muy de Shakespeare para que los espectadores de su época no se
perdieran, y esto agiliza el ritmo sin sacrificar trama. También sirvió de
catalizador entre las muchas traducciones de que se valió. Como sabemos las
traducciones de Shakespeare son en sí mismas nuevas obras. Es imposible
mantener y recrear en español la belleza plástica y la melodía de los versos
yámbicos en inglés. Entonces Pacanins, afinando su oído de melómano ensambló
las mejores traducciones y las más cercanas al espíritu original de la obra,
modulándolas y atemperándolas a nuestro presente. Esto no significa, sin
embargo, que los diálogos se hayan "venezolanizados", simplemente plantea
una lectura más casual y comprensible, sin desantender la poesía y la
musicalidad. Creo que Federico logró un trabajo muy exacto a lo que
Shakespeare originalmente escribió.
Tendremos 6 funciones en el teatro de
la Asociación Humboldt en San Bernardino. El público venezolano, al no tener
ese tipo de oferta cultural en los últimos años, perdió la costumbre de ver y
disfrutar teatro clásico. Así que su cantidad mermó. Eso pasó también con la
ópera. Luego de haber sido un país con una estupenda y variada programación
lírica, su reducción hizo que el auditorio se constriñera. Para ver teatro
clásico (y ópera) hay que disponerse emocional e intelectualmente. Hay que
resonar con la palabra y la acción dramática desde un tempo que ya no es el del
vértigo actual. Con un aforo para 300 espectadores, esas seis funciones
significarían casi 2.000 espectadores. Me llevaría una gratísima sorpresa si
esas funciones se abarrotan. Eso hablaría de un público sediento de arte. De
paso debo aclarar que aunque el teatro clásico tiene sus convenciones, el
espectador no irá a ver una obra de museo. Hay ciertas licencias que nos hemos
tomado en aras de darle colorido y fuerza al espectáculo. Por ejemplo, como es
común en mis obras, la puesta incluye el manejo del mapping y el video de una
manera diegética. Es decir, como parte del discurso. No se verá el video como
efecto sino que su uso se mixtura con la luz teatral. A veces no sabremos si lo
que vemos es un reflector o una proyección digital. Otro recurso que le da
mucha fuerza a la puesta es el manejo de la música, con la presencia
intermitente de un guitarrista/cantante, que en la vera tradicional del
trovador, nos lleva sonoramente por emociones, espacios y situaciones.
La otra razón por la que tendremos
solo 6 funciones es que al ser un espectáculo complejo en su montaje, la Sala
de la Asociación Humboldt queda ese tiempo amarrada solo a nuestra producción.
Es imposible entre semana levantar la escenografía para permitir otros eventos.
Eso era algo muy común en otras épocas cuando agrupaciones como Rajatabla,
Theja o el Nuevo Grupo hacían grandes despliegues escenográficos. El teatro,
como es lo lógico, quedaba exclusivamente para ese montaje. Hoy por la
imposición grosera de la taquilla, se exigen escenografías pret-a-porte,
móviles, de poquísimos elemento en casi todas las salas para que ocurran tres y
cuatro obras el mismo día. Eso pude funcionar con cierto tipo de teatro, pero
no para nosotros. La Humboldt realmente está abogando por un teatro de arte y
de calidad, por eso dispone de esas tres semanas para esta aventura. Los otros
días ya tienen actividades programadas.
¿Costos de producción?
No manejo la parte ejecutiva de la
producción. La cabeza ahí es Federico Pacanins. Pero con él establecí un
diálogo de artista a artista, y Federico ha comprendido las necesidades para
ciertas inversiones que pueden lucir grandes ahora, pero que sin embargo
redundan en calidad. Una de esas inversiones en la que no se escatimó fue en el
elenco. Logramos reunir un grupo de actores de primer orden. Artistas
talentosos, entrenados en teatro clásico, con recursos técnicos enormes. Me
siento muy orgulloso de dirigirlos. Nombres que les serán muy conocidos porque
representan lo mejor de nuestro teatro: Antonio Delli, Sandra Yajure, Gerardo
Soto, Ignacio Marchena, Salvador Pérez Castro, José Antonio Barrios, Andrea
Miartus, Brixio Bell, Zair Mora, Edgar Sibada, Federico Moleiro, Rafael
Gorrochotegui, Silvia de Abreu, Andrés Sierra y Juan Carlos Grisal, gran músico
en el rol del trovador.
Con ellos un equipo técnico al que
solo puedo agradecerles el empeño y la dedicación. El vestuario es obra de la
talentosa Fabiola Neri con la gran ayuda de Elizabeth Yrausquín, la iluminación
es de un colaborador habitual y estupendo profesional. Manuel Troconis, el
diseño y la realización escenográfica de un maestro de maestros, Freddy
Belisario, Multimedia y mapping uno de los mejores en su campo en Venezuela,
José Martínez. Todos bajo la batuta de un gran productor, un señor del teatro,
con 40 años en el medio, Carlos SIlva.
También debo agradecer a la
Asociación Humboldt quienes apostando con gran vocación por la cultura en
Venezuela, coproducen esta obra, y nos permiten que la entrada tenga un costo
muy solidario. Menos que un café servido en barra. Esto para que la entrada no
sea un obstáculo para los espectadores que están padeciendo la brutal situación
que todos sufrimos.
¿Por qué no monta sus textos?
Este año, dadas las dificultades
económicas, en mi grupo, La Máquina Teatro, decidimos enfocarnos en una sola
producción que resultó un gran éxito de crítica, "Ningún hombre es una
isla". Es una pieza de mi autoría que ya tuvo su estreno y primera
temporada a principios de año, y que regresa con un remontaje en septiembre,
también en la Sala Humboldt. Es una obra compleja técnicamente, demandante en
lo actoral, y extenuante en la producción. Haremos una nueva temporada corta
pues allí asumo de actor, director y autor. Es una tarea muy ambiciosa para la
que debo prepararme anímica y físicamente. Pero ha sido una experiencia muy
reconfortante. Lo que había presentado antes en Venezuela de mi autoría habían
sido los monólogos del ciclo "Matria" que hice en el Ateneo de
Caracas con un elenco de lujo: Aura Rivas, Catherina Cardozo, Claudia Nieto y
Neo Rodríguez. Todo lo demás lo había estrenado en Estados Unidos, de la mano
de amigos venezolanos allá como Luis Carreño y Otto Rodríguez. Rebeca Alemán
mostró interés en llevar a Chicago Ningún
hombre es una isla en inglés.
Estamos aún en el asunto de la traducción. Soy quizá demasiado crítico conmigo
mismo. Mis procesos creativos son lentos, muy pensados, y me gusta tener el
control y manejar cada detalle. Es posible que no sea la mejor manera de llevar
en Venezuela el tema de la creación, donde todo es tan acelerado e inmediato.
Pero no tengo apuro. Trabajando así en 27 años de teatro profesional he logrado
estrenar 20 obras mías en Venezuela, Estados Unidos, España y México, publicar
varios volúmenes de teatro en Venezuela y España, ganar uno que otro premio, y
recibir elogiosas y también duras críticas. Andamos, andamos y eso es lo que
cuenta.
¿Qué estrategias tienes para la
promoción teniendo en cuenta los tiempos y los horarios?
Obviamente la cartelera teatral en
Venezuela es un asunto muy enrevesado y complicado. Las funciones más tarde
empiezan a las 7 de la noche. La gente le da miedo, con razón, circular en la
calle después de las 8 de la noche. Por ello para una obra con esta duración
hemos decidido experimentar una opción novedosa. Entendiendo un poco al público
de la música sinfónica, habitual de conciertos de casi dos horas, haremos
funciones solo los sábados y domingos a las 11 am. A mí en lo personal el
horario me encanta. Tus sentidos están alertas pero no tienes el apuro de la
hora por la inseguridad, ni la preocupación de la noche. Es fin de semana, buen
momento para dedicarlo al esparcimiento pero también a la reflexión y la
emoción. Shakespeare no es teatro solo para distraer. Cumple con esa responsabilidad,
pero no es la principal. El arte entretiene sí, pero nos hace pensar y sentir
aún después de terminada la función. Y nos debe transformar. Allí quizá esté la
única forma de diferenciar lo que es entretenimiento y lo que es arte. Si al
salir de una obra de teatro usted es distinto, tiene otra visión o es mejor,
acaba de estar frente a una obra de arte.
Con la promoción también estamos
viviendo un tiempo de cambio radical. Como el gobierno desnaturalizó a los
medios de comunicación masivos, los espacios para la cultura se volvieron las
esquinas y sótanos de esos medios. Iremos a los lugares donde aún resisten los
valientes creyentes en el arte, pero estamos también desplegando campañas por
medios digitales y redes sociales buscando alcanzar y motivar a los
espectadores.
Los espacios de la Asociación
Cultural Humboldt en San Bernardino, al lado del Ávila, son magníficos. Una de
las mejores salas con que cuenta Caracas, obra del genio arquitectónico de Dirk
Bornhorst . Estacionamiento, cafetín, vigilancia. No ir es perder una
oportunidad de ser feliz.
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