miércoles, agosto 22, 2018

Razones blindadas de Cervantes,Kafka y Vargas

Un espectáculo inolvidable.

El teatrero Luis Bernal insiste en producir, dirigir, actuar, promover y hacer temporadas con su estremecedor espectáculo La razón blindada, el cual presenta actualmente en la Sala La Viga del Centro Cultural Chacao.
Este Bernal, nacido en el tachirense San Cristóbal y quien desde aquel año 1972 está sin reposar por los avatares de su existencia, ha buscado ser útil a la patria y su familia por intermedio del esmerado cultivo de las artes escénicas. En el Taller Nacional de Teatro (fundado por Carlos Giménez en el mejor momento de su huracanada existencia aquí en Caracas) se hizo teatrero hace más de 20 años y ahora, al frente de su agrupación productora “Con los pies en las tablas”, repone ese poético texto del teatrero argentino Arístides Vargas (Córdoba, 1954) sobre sendos quijotescos personajes.
Esta es la segunda vez que vemos este montaje, después de haberlo ponderado el año pasado en el Teatro San Martín, de Artigas. Y ahora prosigue con el mismo valioso equipo humano que ha logrado armar, como lo es el primer actor Salomón Adames, con la asistencia de Demis Gutiérrez y el soporte escenográfico creador por Armando Zullo: dos monstruosas sillas que se convierten en celdas y muros para impedirles soñar.
Calificada como un poema dramático para exaltar el poder liberador de la imaginación y como forma de resistencia a la represión, La razón blindada está basada en la vida real de “Chicho”, hermano de Vargas, otra víctima de la dictadura argentina, y toma ideas y conceptos de El Quijote de Miguel de Cervantes y La verdadera historia de Sancho Panza de Franz Kafka.
Se ha elaborado una especie de libreto o guión sobre la supervivencia de dos presos políticos, de esos que a mala hora pululan en este balcanizado continente: De la Mancha y Panza, quienes se encuentran a las tres de la tarde de cada domingo, el único día   que se pueden ver en el patio de la cárcel, para tratar de representar una historia que les permita “liberarse” a través de la imaginación del encierro al cual fueron sometidos. Ambos sobreviven en el inframundo que representa la prisión a la cual fueron condenados injustamente. Ellos se entregan a un ritual con sus personajes entregados al frenesí de la locura real o imaginaria donde la ficción y la realidad deben cohabitar para que la vida sea posible. Ya que la creación de un mundo paralelo al infierno diario hace posible la salvación, ha dicho el mismo Bernal, quien encarna a Sancho Panza.
Ya Arthur Miller recordó, en una ocasión menos dramática que la plasmada en la escena actual, que el teatro es el único lugar que tiene el hombre para vivir y soñar en libertad, aunque en La razón blindada todo es más patético y hasta lacerante. Los “dos privados de libertad” física se salvan porque sueñan con el amor, hacen teatro y esperan que llegue la justicia. No puede haber amor sino hay justicia, dijo el poeta Juan Liscano años ha, quien, precisamente, predicó “que los poetas tenemos que seguir envenenando las cosas reales del mundo para que no las olviden los hombres del poder, quienes andan siempre entre sus cifras, sus monedas, sus novedades o sus máquinas”.
En La razón blindada se sufre con estos seres humanos sometidos a un castigo brutal e injusto, donde se desprende el terror que nos imponemos con las desgracias a las que nos sometemos y la grandeza que nos pueden dejar los momentos más degradantes de nuestra existencia.
Cabe destacar que estos dos antihéroes de Arístides Vargas sobrellevan humillaciones y derrotas, pero se empecinan en retener el espíritu lúdico, el afán de aventuras. Van de la llanura manchega a la Patagonia, cruzan montes y ríos para arribar al páramo andino… pasan el “túnel intangible” y con la frágil pero imbatible fuerza de aquellos presos políticos, exiliados, rebeldes- que conservan la ternura, la risa, y la pasión por jugar y crear- historias para alcanzar la libertad profunda; esa utopía que todos parecemos perseguir alguna vez.
Es, sin lograr dudas, un espectáculo agotador, que atrapa al público y prácticamente lo hace parte de sus lacerantes vivencias, lo cual se logra por la veracidad de sus actuaciones y por la intensidad y la dinámica de la puesta en escena.
De La Mancha, personaje creado por el primer actor Salomón Adames, es aquel caballero sediento de aventuras y desbordante pasión por su Dulcinea, loco-lúcido, manchego, patagónico o tropical, que por encima de su origen geográfico, es el paradigma del idealista. Un Quijote que confunde cárceles con paraísos y desiertos, y que se exilia en la sinrazón, en ese extraño desorden que no hace mal a nadie pero que ayuda profundamente a vivir. Mientras que Panza,​encarnado sobriamente por el actor y director Luis Bernal, representa a la perfección la dualidad entre el personaje literario y el creador de historias coexistentes en él. Dos personajes muy expresivos y convincentes capaces de hacer reír, llorar, sufrir por ellos y con ellos hasta el final de la obra.
Esta puesta en escena de Bernal se caracteriza por su depurada sencillez y por la autenticidad de las actuaciones y la escenografía –un par de sillas que se convierten en rejas y en otros marcos básicos para apuntalar las acciones actorales- es una especie de tercer personaje, metálico en su esencia pero hermosamente útil y hasta “frágil”. Un gran aporte de Zullo.
Con un tono, lúdico, algunas veces trágico y otras veces humorístico, La razón blindada mantiene cautivada la atención del espectador de principio a fin, en sus intensos 80 minutos de representación.
Y tenemos que reconocer, parafraseando al inolvidable Carlos Giménez, que Bernal es un auténtico comunicador moderno, insertado y profundamente comprometido con los tiempos que vivimos en esta América, y es, ante todo, un promotor del futuro. Él podía dedicarse a cualquier otra actividad teatral con piezas “más digestivas” y le iría “comercialmente” muy bien, pero lo suyo es el teatro comprometido, de honestos contenidos, más nada. ¡Un acto existencial muy respetable en estos tiempos!


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