La tradición
teatral ha hecho de Macbeth la más
desafortunada de todas las piezas de teatro de Shakespeare, en particular para
quienes actúan en ella, lo escribió el célebre Harold Bloom ( Nueva
York,1930-2019) y lo recordamos aquí porque ya se ensaya tan afamada pieza en
Caracas. Pero dejemos que sea el venezolano artista José Tomás Angola Heredia
quien cuente lo que pasa o podría ocurrir con dicho texto.
¿Usted
sabe que es conocida como “la obra maldita” por incluir en su argumento el
ritual satánico de unas brujas y el cual puede afectar a quienes la representan?
Las leyendas
urbanas sobran, y los cuentos asociados a la pieza son parte del imaginario de
la gente del teatro. Pero para que te pasen cosas malas, en realidad lo
único que tienes es que vivir. A todos nos pasarán cosas duras, con Macbeth o
sin él. Todos nos enfermaremos, sufriremos contratiempos, accidentes, y tarde o
temprano moriremos. Nada de eso se podría asociar a Macbeth. Lo que sí podemos
juntar a esta pieza es la poesía demoledora, la enorme genialidad de
Shakespeare, la potencia de su discurso y lo aleccionadora que es para nuestro
tiempo. Shakespeare no fue un dramaturgo, fue un profeta.
¿Cómo
serán sus ensayos y qué propuestas
tiene?
Eso los dicta el
director Federico Pacanins y la
productora. Yo trabajo normalmente por mi cuenta, levanto el personaje desde
las mil referencias cinematográficas, televisivas y teatrales que ahora la
tecnología permite ver. Para entender lo que han hecho pero no repetirlo. Leo
mucho, trabajo con las visiones e interpretaciones de los especialistas. Los
meandros de la poesía de Shakespeare son muy ambiguos. Eso es lo que hace que
el arte sea dominio del espectador, no del creador.
¿Cómo se siente mejor: actor, director o autor?
Eso depende de los
proyectos. No me creo actor, eso pertenece a una especie de artista donde soy
un advenedizo. Soy escritor y director
¿Creé que montar a los clásicos es
un rechazo a la dramaturgia venezolana o latinoamericana?
Para nada. Es una
manera de apuntalar a lo autóctono. En los clásicos está el germen de nuestra
dramaturgia. La escena es un continuum que se forma capa sobre capa, desde los
maestros antiguos hasta nuestros días. Me atrevería a decir incluso, que mucho de
los clásicos vive en nuestro teatro actual. José Simón Escalona, Javier y
Xiomara Moreno, Edilio Peña y Johnny Gavlosky, entre otros, estupendos
dramaturgos actuales elaboran su discurso desde el impulso de los clásicos.
¿Qué hacer para acrecentar al teatro
en Venezuela y en especial al público, sin el cual no habría teatro como tal?
El espectador
venezolano está ávido de teatro. Pero es responsabilidad de nosotros, la gente
del teatro, hacer buen teatro. La falta de rigor, la comodidad, el facilismo
son malos consejeros de las producciones. El arte es cruel y demandante. No
acepta medias tintas ni chantajes. El público siempre nos ha acompañado de la
forma que puede. Yo al menos no quiero hacer montajes multitudinarios, con
miles de personas haciendo fila para entrar. No me interesa el éxito de la
taquilla como primer valor de una obra. Me interesa que el espectador que
venga, quiera ser tocado por el arte que proponemos. Es como una fiesta en tu
casa. Invitas solo a los amigos queridos, a los que quieren de verdad compartir
contigo. Los demás no entrarán.
¿Cuándo sería el estreno?
La obra se estrena
a finales de febrero y la dirige Federico Pacanins en quizá su reto más
importante como puestista. Shakespeare siempre es el pináculo de los
teatristas. Llegar a él se debe hacer con mucho respeto pero audacia, con mucho
rigor pero inventiva. Macbeth fue estrenado
por Carlos Giménez y Rajatabla, protagonizando mi querida Pilar Romero. Luego
la hizo Orlando Arocha y Contrajuego en una versión contemporánea. Son
precedentes valiosos que hay que honrar. Daremos lo mejor de nosotros para que así
sea.
Y como abre boca
para el público caraqueño que podrá ver o
disfrutar este Macbeth nacido de la
dupla artística de Pacanins-Angola Heredia, recordamos que Bloom decía que la naturaleza es crimen en Macbeth, pero no precisamente en el sentido
cristiano que reclama que la naturaleza sea redimida por la gracia, o por la
expiación o el perdón.” Como en El rey Lear,
en Macbeth no tenemos a donde ír; no
hay ningún santuario a nuestro alcance.Macbeth
mismo nos excede, en energía, en tormento, pero también él nos representa, y lo
descubrimos más vívidamente dentro de
nosotros cuando profundamente cavamos”.
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