Una pieza del teatro francés contemporáneo . |
Fue Bernard-Marie Koltès
(Metz, 1948/ París, 1989) todo
un prestigioso autor, escritor y director teatral francés, quien murió tempranamente
a consecuencia del Sida. Sus obras, las cuales fueron calificadas por el ministro de Cultura,
Jack Lang, de "voces sin igual" y "ejemplos de un teatro
verdaderamente contemporáneo", han sido representadas en Nueva York, el
Reino Unido, Holanda, Suecia y la República Federal de Alemania.
Aquí en Caracas, durante las temporadas 2018 y 2019 en las salas
San Martín, Luis Peraza y Rajatabla, ha sido mostrada su Tabataba,
gracias al director Eduard Paruh y
los actores Ángel Pelay y María Alejandra Jiménez, con la participación de Jesús Colina, José Manuel Rueda, y Gerónimo
Reyes en los rubros de la producción, asistencia e iluminación, además de Jesús
Núñez y Eliezer Torrealba. Todo un ejemplar equipo de criollos que sí creyó en
ese corrosivo texto.
Tabataba, que podría ubicarse
en una barriada popular en la costa mediterránea, al norte de África, o en las afueras de París, materializa a dos hermanos, Maimouna y Petite Abou y una Harley
Davidson (aquí en Venezuela es de otra marca), entregados al complaciente ritual
erótico de un baño y después a un acto
sexual desesperante, que podría interpretarse como una desesperada búsqueda de
sus identidades y una soledad sin amor
posible, quienes así repiensan sus mandatos casi ancestrales, donde monologan
en voz y cuerpo sus carencias identitarias y durante una noche de un verano se
redescubren en sus desesperadas vidas luchando por “resimbolizar” la alegría de
alguna manera que les permita huir –o quedarse –y ser a su modo mientras más
temprano que tarde les visita la muerte, que siempre está ahí, esperando.
Tabataba, que escénicamente no supera los 45 minutos, es pues una joyita
de ese teatro que pocos se atreven a representar, pero aquí tenemos un grupete
de venezolanos que sí lo hicieron desafiando prejuicios y anatemas, por lo que
merecen de verdad muchas felicitaciones
y deseos de que sigan en los escenarios haciendo todo eso en lo que crean y
además les guste.
A Koltès, que es considerado el autor teatral francés más
importante de la ultimadas década, por el director Patrice Chéreau, que lo
eligió como su autor favorito. Koltès descubrió su vocación teatral cuando era
un adolescente al ver a Mara Casares representar la Medea de
Jorge Lavelli en Estrasburgo. "Quiero escribir una obra como esa para una
actriz como esa", contó posteriormente que fue su reacción al presenciar
la actuación de María Casares. Para ella escribió efectivamente, en 1972, L'Héritage, su primera obra, leída por la actriz española y por
Jean Topart en la emisora France-Culture. Pero, como dicen los biógrafos, fue
cinco años después, en 1977, cuando Koltès irrumpió en el teatro francés con la
presentación en el Festival de Aviñón de La nuit juste avant les forêts, un monólogo
escrito con dureza y lirismo, características presentes en sus textos
entrecortados y violentos. "Él ha sido", escribió ayer Chèreau
en Le Monde, "un
meteorito que ha atravesado nuestro cielo con violencia en una gran soledad de
pensamiento y con una increíble fuerza, a la que era a veces difícil
acceder".
Le retour au désert fue su última obra, montada el otoño del 89 por Chèreau y
por su escenógrafo habitual Richard Peduzzi, e interpretada por Michel Piccoli.
Sus textos incorporaban a veces expresiones de otras culturas, como las frases
en español y en quechua introducidas en Quai ouest, o en árabe
en Le retour au désert. Koltès
entró en 1971 en la escuela del Theâtre National de Estrasburgo como alumno es
la especialidad de regidor, pero pronto se dedicó a escribir para el teatro.
Publicó también en 1984 una novela, La fuite a cheval, y
tradujo varias obras del gran Shakespeare.
Tenemos que cerrar esta crónica recomendando que hasta el próximo
fin de semana hay un espectáculo nada habitual, el cual debe ser visto sin
prejuicios para ponderar mejor a un autor malogrado y calibrar el talento
histriónico de los venezolanos que se atrevieron a tanto. Y nosotros
quedamos con ganas de verlos en otros trabajos
porque son, sin lugar a dudas, ese
necesario y esperado relevo.
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