El "tocayo" Edgar Borges disfruta del éxito profesional. |
¿Cuál es el balance profesional sobre su ya largo periplo en Europa? Le preguntamos al escritor venezolano
Edgar Borges radicado desde hace varios años en España, donde ha tenido notable y contable éxito con
sus textos.
Gracias,
pues, a la Internet, “mi tocayo”, como nos tratamos coloquialmente, dijo:
-Ha sido intenso,
principalmente en España e Italia; representa una etapa importante que valoro
en muchos sentidos y que agradezco a muchas personas que han confiado en mi
obra.
¿Qué ha pasado con su libro de ficción donde alude al Nobel de Literatura
2019?
-La novela, mi obra pues, El hombre no mediático que leía a Peter
Handke fue publicada originalmente en el año 2012, luego de que yo
obtuviera una Beca Residencia del Centre d’Art La Rectoría, en Barcelona. En
2016 se tradujo al italiano y en 2019 al serbio. Ahora, siete años después de
su primera edición, el sello catalán Ediciones Carena acaba de publicar una
nueva edición revisada y ampliada, con prólogo del filósofo vasco Vicente Huici.
Este libro es ante todo una novela, o una aproximación a la novela, que tiene
como personajes, entre otros, a un investigador y a la obra de Peter Handke. Y
digo aproximación a la novela porque es una obra híbrida, aglutina expresiones
como el diario, la entrevista, la investigación.
-Haciendo un
aparte, me parece necesario opinar sobre la enorme estupidez que se ha desatado
en algunos sectores cuestionando el Nobel de Handke, por su posición en la
Guerra de los Balcanes. Asombra que se convalide la estupidez reinante en buena
parte del argumentario literario actual, mientras se pretende ignorar la
dimensión de la obra literaria de un autor como Handke. Lo políticamente
correcto no tiene nada que ver con lo estrictamente literario.
¿En qué nuevos proyectos está trabajando?
-En marzo de
2020, dos años después de mi anterior libro La niña
del salto, saldrá en varios países mi nueva novela titulada Enjambres. Sobre esa obra aún no puedo
hablar mucho, pero adelanto que tendrá que ver con “la guerra del todos contra
todos” que hoy toma fuerza en el mundo. También durante el próximo año sellos
de distintos países preparan reediciones de mis anteriores libros.
¿Y Venezuela sigue en su camino de creador?
-Los lectores
venezolanos siempre se han interesado en mi obra, realidad que se confirma
mediante correos que me llegan y el interés que demuestran buscando los libros
en diversas plataformas. Los que nunca se han interesado son los editores, en
ninguna de las etapas de la realidad venezolana. Pienso que esto obedece a que
ellos están más interesados en narrativas que reflejen la realidad política
nacional, cosa que a mí no me interesa. Yo no escribo para dejar testimonio de
nada, eso es un papel del periodismo. A mí me interesa es subvertir cualquier
lógica desde la imaginación. Considero que todo arte que se impregna al cien
por ciento de la realidad, frena su evolución. Todo pueblo necesita de la
perspectiva del arte que trasciende a la realidad, se crece abriendo ventanas,
nunca encerrados en una visión uniforme de lo social. La literatura venezolana
necesita liberarse un poco de la historia política del país; entiendo que
escribir novelas sobre el chavismo abre puertas comerciales en los grandes
diarios internacionales, pero a mí eso no me interesa como escritor. En
cualquier caso, eso ha sido así siempre, antes las novelas se centraban en el
bendito petróleo y hoy en el chavismo. Mención aparte para la poesía, pues en
Venezuela se ha hecho y se hace una poesía que sobrevuela toda noción informativa.
Pienso que desde la poesía se ha creado lo mejor de la literatura venezolana,
si es que a la literatura se le puede atribuir nacionalidad alguna. La
poesía es uno de los principales valores que tiene Venezuela. Si tuviera
que dar nombres, ocuparía toda la entrevista. No me interesa la realidad como
un valor literario, si tuviera que dedicarme a transcribir la realidad,
preferiría no publicar. Sin embargo, respeto todas las opciones y a todos los
lectores, como no podía ser de otra manera. Kafka es Kafka porque permite
múltiples interpretaciones.
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