La originalidad cuando se consigue hace más divertida la vida. Hay que huirle a las conductas en serie y rechazar hace todo como los demás. Y en esa lucha contra la corriente se nos va la vida. En el teatro también es fundamental ser diferente. No debe parecerse a lo que se exhibió ayer o anteayer, o lo que está en tal o cual libro. Decimos esto porque hemos visto el espectáculo Las novias de Travolta, que prometía mucho pero que al final no enseñó nada nuevo, salvó que las actrices, cuatro señoras (la denominación no es peyorativa, sino todo lo contrario), son verdaderos volcanes y están luchando, dentro y fuera del escenario, para no apagarse, como es el caso de Mayra Africano, Violeta Alemán, Vilma Ramia y Verónica Cortez. Eso para nosotros resultó mucho más importante que la obra misma, la cual carece de originalidad y se le notan "las costuras", o sea que exhibe huellas de otros textos, lo cual no es nada difícil, ya que la globalización, la Internet y la intertextualidad “ayudan muchísimo”.
Las novias de Travolta, del uruguayo Andrés Tulipano, montada por José Domínguez en la Sala de Conciertos del Ateneo de Caracas, rescata un montón de inquietudes y vivencias del colectivo femenino que bailó con locura los ritmos exógenos y endógenos de las décadas de los 70 y 80, descubrió el amor y el desamor, parió con gusto o con frustración y ha llegado a los 40 y pico años y no quiere dejar nada atrás, además de cargar en sus bolsos un álbum de pesada nostalgia. La sinopsis se centra en cuatro amigas reunidas para celebrar el cumpleaños 40 de Gaby, divorciada y mamá de un adolescente. Cris es médica y ha dedicado su vida a la profesión. Estela se casó muy joven y ahora está descubriendo el mundo. Y Lucía se marchó a Suecia con sus padres en la década de los 70 y regresa para revelar su lesbianismo.
Antes de Las novias de Travolta aquí en Caracas se habían exhibido, con éxito de público y de crítica, las comedias Secreto a voces de la venezolana Toti Vollmer y Brujas del español Santiago Moncada. En ellas pasa, más o menos lo mismo que en la pieza del uruguayo. No estamos denunciando otra copia. No, nada de eso. Ya el mundo no es tan ancho ni tan ajeno, y cada vez más es difícil ser diferente u original. Hay tantas coincidencias que no hay nada que pensar. Es tan conocido y obvio ese argumento, aunque la pieza fue creada a través de un cuestionario enviado vía e-mail con preguntas hechas directamente a mujeres de diversas edades, cuyas respuestas sirvieron al autor para tejer una trama ágil, graciosa, refrescante, con puntos de altos horizontes conceptuales que evoca, obviando el melodrama, no sólo un tiempo del pasado común sino un virus sin antídoto que padece nuestra sociedad entera: la nostalgia.
Las novias de Travolta cumple, al menos, con dos fines esenciales del buen teatro de comedia: hacer reír y hacer pensar. Se puede disfrutar, siempre y cuando no se persigan novedades , de jueves a sábado a las ocho de la noche y los domingos a las seis de la tarde en la Sala de Conciertos del Ateneo de Caracas.
Pero salvo ese monumental detalle de "las costuras", que se seguirá repitiéndo en el teatro y la vida, hay que destacar el trabajo de las cuatro actrices y muy en especial la performance de Maya Africano, gran cómica que no ha tenido la oportunidad de exhibirse más en el teatro, así como el desenfadado rol de Violeta Alemán.¡Gratas sorpresas!
El espectáculo manosea la nostalgia de damas y caballeros, como apuntamos antes, y se disfruta por su singular competencia de talentos histriónicos, la pista musical muy conocida y bailada y anexada a etapas que casi remotas, además del buen gusto de la producción KJC -una empresa que liderizan Kelvis Martinez y Juan Carlos Pabón- y el aplomado trabajo de Domínguez, que de vez en cuando sorprende gratamente. ¡Gracias!
Las novias de Travolta, del uruguayo Andrés Tulipano, montada por José Domínguez en la Sala de Conciertos del Ateneo de Caracas, rescata un montón de inquietudes y vivencias del colectivo femenino que bailó con locura los ritmos exógenos y endógenos de las décadas de los 70 y 80, descubrió el amor y el desamor, parió con gusto o con frustración y ha llegado a los 40 y pico años y no quiere dejar nada atrás, además de cargar en sus bolsos un álbum de pesada nostalgia. La sinopsis se centra en cuatro amigas reunidas para celebrar el cumpleaños 40 de Gaby, divorciada y mamá de un adolescente. Cris es médica y ha dedicado su vida a la profesión. Estela se casó muy joven y ahora está descubriendo el mundo. Y Lucía se marchó a Suecia con sus padres en la década de los 70 y regresa para revelar su lesbianismo.
Antes de Las novias de Travolta aquí en Caracas se habían exhibido, con éxito de público y de crítica, las comedias Secreto a voces de la venezolana Toti Vollmer y Brujas del español Santiago Moncada. En ellas pasa, más o menos lo mismo que en la pieza del uruguayo. No estamos denunciando otra copia. No, nada de eso. Ya el mundo no es tan ancho ni tan ajeno, y cada vez más es difícil ser diferente u original. Hay tantas coincidencias que no hay nada que pensar. Es tan conocido y obvio ese argumento, aunque la pieza fue creada a través de un cuestionario enviado vía e-mail con preguntas hechas directamente a mujeres de diversas edades, cuyas respuestas sirvieron al autor para tejer una trama ágil, graciosa, refrescante, con puntos de altos horizontes conceptuales que evoca, obviando el melodrama, no sólo un tiempo del pasado común sino un virus sin antídoto que padece nuestra sociedad entera: la nostalgia.
Las novias de Travolta cumple, al menos, con dos fines esenciales del buen teatro de comedia: hacer reír y hacer pensar. Se puede disfrutar, siempre y cuando no se persigan novedades , de jueves a sábado a las ocho de la noche y los domingos a las seis de la tarde en la Sala de Conciertos del Ateneo de Caracas.
Pero salvo ese monumental detalle de "las costuras", que se seguirá repitiéndo en el teatro y la vida, hay que destacar el trabajo de las cuatro actrices y muy en especial la performance de Maya Africano, gran cómica que no ha tenido la oportunidad de exhibirse más en el teatro, así como el desenfadado rol de Violeta Alemán.¡Gratas sorpresas!
El espectáculo manosea la nostalgia de damas y caballeros, como apuntamos antes, y se disfruta por su singular competencia de talentos histriónicos, la pista musical muy conocida y bailada y anexada a etapas que casi remotas, además del buen gusto de la producción KJC -una empresa que liderizan Kelvis Martinez y Juan Carlos Pabón- y el aplomado trabajo de Domínguez, que de vez en cuando sorprende gratamente. ¡Gracias!
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