domingo, agosto 05, 2007

Rodolfo Santana busca su Itaca

Vincula la escritura a la aventura y cree que los seres humanos deben asumir la vida como un viaje, con naufragios irremediables y cree por eso que la historia esta repleta de héroes viajeros, con sus descubrimientos y combates. Escribe teatro porque no puede ser Hilary escalando el Jomlunga, o el Everest; mucho menos Marco Polo o Charles Limberg.
“Y eso mismo ocurre con la ficción, porque el hombre es monotemático con la aventura y desde niños, al igual que Ulises, preparamos la embarcación para buscar la Itaca personal”, así nos lo dijo hace 12 años cuando ya había escrito no menos de 8O obras, la mayoría publicadas y representadas, porque por algo es que a Rodolfo Santana se le considera no solo el dramaturgo venezolano más prolífico de Venezuela.
Nacido en Caracas el 25 octubre de 1944 y criado entre Guarenas y Petare, Santana es además uno de los pilares del movimiento cinematográfico criollo, lo que ocurre es que su trabajo ha sido libretista o guionista y los créditos se los llevan los directores o los actores, y los reales se los guardan unos pocos. El cine le ha modificado sus conceptos temáticos. rítmicos y estructurales de su teatro. Hasta en el lenguaje busca imágenes teatrales que se sostengan como un primer plano o un travelling. Las transiciones entre estructuras escénicas las maneja con la fluidez de las disolvencias. Y la influencia del ritmo cinematográfico es muy marcada en cuanto a síntesis de las imágenes y su diversidad.
Sobre sus orígenes teatrales, cuenta que se desposó a los 19 años, el 22 de noviembre de 1963, el día que asesinaron a John F. Kennedy, con Gladys Rodríguez. Treinta y cuatro años después recuperó tal magnicidio en una obra llamada El asesinato público como diversión pública. En ese entonces, Aníbal Guerrero, director de cultura de Petare, le preguntó: ¿Sabes de teatro? Dijo que sí, porque conocía al dedillo los trágicos griegos, el Siglo de Oro Español, los autores isabelinos y muchas obras de dramaturgos latinoamericanos. Lo nombraron director de Teatro de la Casa de Cultura y comenzó a organizar grupos en los barrios petareños, barriadas nacientes, donde el polvo flotaba; sin agua ni electricidad . Se sumergió en las necesidades abrumadoras de unos invasores que rehuían el campo donde cultivar era miserable. Trabajó el entremés El mancebo que casó con mujer brava, de Miguel de Cervantes, en versión de Alejandro Casona. Cuando lo presentó, en una zona que ahora es La Urbina, recibieron una lluvia de tomates y piedras, y al protagonista, un muchacho vestido de riguroso clásico, le gritaban “Peter Pan marico”. o se detuvo ante el desastre. Investigó fríamente el porqué las piedras y los tomates: sencillamente no entendían al mancebo, ni su vestimenta, lenguaje, etcétera. Al no entender, el publico hizo su obra: "Peter Pan maricón" y participó activamente con piedras y tomates. El fracaso con el entremés cervantino le enseñó muchísimo y a partir de ahí es cuando empezó a escribir teatro. Primera inquisición fue su ópera obra y desde ahí entendió que el teatro era una necesidad social, tan importante como el sueño o alimentación.
Reconoce que sus conflictos con la ideología y la verdad comenzaron durante su pasantía por Petare. Y esa imagen no se le ha ido de sus neuronas, porque fue torturado por la Digepol tras traicionado por su maestro, pero lo salvó José Vicente Rangel Vale. Tan siniestra experiencia por su ideología política lo hizo más radical y es por eso que su teatro enseña que el acto de vivir es una pelea, un combate, el transito de una aventura, un marco social y político donde se contradecían las opiniones y “uno habla mediante el drama”. Subraya que ante su frustración por ser Marco Polo o Cristóbal Colón, accedió a la aventura del espíritu, el cual, según estudiosos que se han dedicado a pesar gente en agonía y después de muerta, el alma pesa diez gramos. “Pero a nivel vital el alma nos conduce y maneja. Somos primariamente reos de un amor que quiere entregarse y no halla los modos”.
Optimista
Para Santana “nuestro pueblo vive un momento estelar, que nos modifica como sociedad por los próximos 100 años. Aprendemos, en días, conceptos, formas de asociación y participación que en 200 años nos fueron negadas. El alma de nuestras gentes se fortalece en la confrontación, la diatriba, la confusión y el sentimiento que corre en las calles. Soy optimista y no creo que naufraguemos”. Y porque cree en otro mañana es que prepara un libro con siete obras nuevas que tocan diversos temas como la muerte, los mundos mágico-religiosos de América Latina, los asesinatos múltiples. Sea usted un héroe, El hada azul no tiene celular, Un lugar donde nadie nos mire los zapatos, El asesinato múltiple como diversión pública, Obra para dormir al público y Cómo matar al Fénix, son algunos de sus títulos. Él prosigue reescribiendo sus obras anteriores. Las rehace totalmente cuando detecta que el lenguaje y los personajes ya no existen en la realidad donde esta inmerso. No olvida el Petare de su adolescencia y lo que ha aprendido con sangre, sudor y lagrimas.

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