sábado, agosto 18, 2007

Un taller teatral para la gente de a pie

A sus 43 años de haber nacido en la española Barcelona, este Javier Vidal no se rinde y cual quijote insiste en su batallar contra los fantasmas que impiden el desarrollo cultural de su Venezuela, país donde se hizo hombre, padre de familia (tiene dos hijos), periodista actor y hasta profesor universitario. Ahora está al frente de unos inéditos talleres de apreciación dramática en el Teatro Trasnocho del Centro Cultural Trasnocho, conocido también como el Ateneo de Caracas del siglo XXI y con mucha razón porque el tiempo ni la historia se detienen,
Con este primer taller de apreciación dramática, Vidal pretende que sus asistentes tengan una idea clara sobre los dramaturgos, sus obras, movimientos, “ismos” y escuelas que conformaron el espíritu del mejor teatro del siglo XX a través de la lectura de 26 piezas en sus contextos y complementarios autores de literatura dramática con su respectiva discusión y análisis interpretativos, ofreciéndole al tallerista las suficientes herramientas para distinguir y apreciar el teatro de la contemporaneidad.
Vidal, que dirigirá totalmente ese singular taller, analizará con sus alumnos desde Casa de muñecas de Ibsen, hasta Muerte accidental de un anarquista de Fo, no menos de 30 piezas que hicieron historia. Es por todo eso que lo hemos entrevistado, para que exista un testimonio de este actor y además quijote cultural:
-¿Qué hace un actor como usted metido en las honduras de un taller sobre apreciacióndramática?
-No tienes que ver a un actor como una máquina repetidora de textos memorizados. Lo menos que debe ser un actor, una actriz, es ser un intelectual; en cuanto un actor maneje, monitoree un taller sobre apreciación dramático es, creo, de lo más normal. De todas formas tengo que recordar que yo di clases en la UCAB de teatro y que ahora doy clases de historia del teatro en el IUDET.
-¿No está destinado únicamente a los actores ni profesores?
-No es la intención inicial. Quisiera que fuera más para el público en general, más para la gente de a pie que para profesionales del teatro. También podría serles útil a los profesores de otras materias como los de literatura o bioquímica.
-¿Cuales son sus objetivos?
-Abrirle los ojos, los oídos, los sentidos al espectador de teatro. Que vean lo que a simple vista no se ve en el teatro que ven ahora en la metrópolis. Que sepan de dónde viene el teatro contemporáneo, para dónde va… Al final del taller el asistente tendrá herramientas cultas para ver y distinguir el teatro que presencia en cuerpo, actualmente. Distinguir entre los géneros, estilos, escuelas… valorar las poéticas del drama y los dramaturgos como los indicadores del teatro que se montó en el S. XX y que se monta ahora. Conmoverlo con las lecturas de diez obras claves para entender el S. XX.
--¿Porque Trasnocho cultural organiza un evento tan didáctico?
-Esta pregunta la debería contestar Moisés Guevara, promotor y animador de estos talleres y quien me motivó e invitó a crearlo. Yo sólo agregaría que el Trasnocho Cultural y en especial el Teatro Trasnocho como columna principal de dicho centro ha llenado muchos de los vacíos que el Estado deja y ha dejado a la buena de Dios o de la dialéctica… para que lo entiendan ellos.
-¿Cuántos talleres de este tipo ha dictado usted?
-Este es el primero. He dictado talleres de dramaturgia y dirección, pero esto para mí también es nuevo y por ende fascinante.
-¿Qué pasará con los que hagan este taller después de que hayan asistido a las diez sesiones?
-Sabrán mucho más de teatro que algunos de los actores que se montan en las tablas hoy día. Se trata del conocimiento. Sabrán más y serán más infelices. Acuérdate que la “ignorancia es madre de la felicidad” y el saber angustia pero te hace libre. No tiene mayor pretensión que la de provocar a ser un mejor espectador. El espectador también debe tener su ética y construir una moral teatral. El espectador actual se está volviendo un poco laxo. Esa laxitud es perjudicial para el hombre de teatro. Aunque, ¡ojo!, no hay que perder de vista que el teatro es también entretenimiento, evasión, mentira. Pero como el buen gourmet que asiste a un restaurante debe discriminar una hamburguesa de unas huevas de esturión. No debe tragarse el plato sin degustarlo, paladearlo. El teatro también es una degustación del espíritu y como tal incita a la reflexión, al diálogo más allá de la caída del último telón.
-¿Usted cree que es clave para los que navegan en el mundo comunicacional estar al tanto de las teorías básicas de la apreciación dramática?
-Sí. De lo contrario viven en el limbo y son meros “operarios”. No construyen ideas. El teatro, verbigracia, fue el canal de transmisión de las teorías existencialistas para Sastre y Camus; y del marxismo para Brecht y Weiss, o para el antifascismo para Miller.
-¿Cuál es la verdad del estado actual de la docencia teatral en Venezuela?
-Mi apreciación al respecto es muy dramática. Mi percepción es que se cierra en el claustro. Este taller, por ejemplo, tendría que ser impartido en la Escuela de Arte de la UCV para la comunidad extramuros y sin embargo…
-¿Persisten las escuelitas que forman actores o actrices en seis meses?
-¿Escuelas Express? Sí, pero todos deben saber que nadie sale actor de esas escuelitas. Eso debería ser explícito antes de que alguien se aliste a una de ellas. Deben ser como una suma de talleres donde se imparten algunas herramientas para introducirlos rápidamente en el espectro mediático. Como la comida rápida.
-¿Por que las universidades venezolanas no se han tomado en serio el teatro, tal como sí se hace en otros países?
-Nuestras universidades han sido manejadas por políticos más que por intelectuales y las facultades, salvo las excepciones que confirmarían esta regla, han seguido la línea de politizar con miras inmediatas, proselitistas y electoreras a nuestros muchachos que recién florecen a la vida. No les interesa la cultura. Las direcciones de extensión igualmente siempre confunden la formación artística y cultural con los templetes folclóricos y ahora con la demagogia étnica y el rescate de los fundadores y pioneros de la cultura precolombina y la hipócrita semántica posmoderna de pretender cambiar las cosas y los objetos al canjear las palabras. Las palabras no cambian los conceptos. ¡Qué vaina es esa de llamar ahora a los negros “afrodescendiente! ¿Cómo van a cantar ahora “Negra consentida, negra de mi vida…”? ¿Cómo van a llamar ahora a la Negra Matea o a la Negra Hipólita? ¿Afrodescendiente Hipólita? ¡Una imbecilidad! La Universidad ha perdido un tiempo irrecuperable. Defender la autonomía es defender la cultura no la fragmentación partidista y ramplonería ideológica basada en slogans y gritos destemplados vacíos de todo contenido cultural.

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