María y Josefina, o Indira Leal y Verónica Arellano, de mediana edad, cubiertas únicamente por unos mínimos babydoll, se despiertan de un largo y misterioso sueño y poco a poco van descubriendo, desde sus colchonetas, que reposan dentro de un gigantesco útero de cartón... y al cabo de unos largos minutos se darán cuenta que están irremediablemente muertas.
Así comienza el espectáculo De Miracielos a Hospital, escrito y dirigido por la venezolana Lupe Gehrenbeck, el cual será estrenado el próximo viernes, a las 8:00 pm en el Teatro San Martín de Caracas, en Artigas, como parte del ciclo “Escrito aquí”, ambicioso proyecto liderizado, por Gustavo Ott, destinado a producir y exhibir una nueva dramaturgia latinoamericana. Esta programación ha permitido ponderar, hasta hora, piezas como Mientras amanece del barquisimetano Victor Vegas, Baby boom en el paraíso de la costarricense Ana Istarú y ha de concluir con Frida Kahlo, La Pasión del argentino Ricardo Halac, en noviembre
Gehrenbeck -desde que se graduó de bachiller, en 1977, se dedicó a las bellas artes para desarrollar ahí una intensa y valiosa hoja de vida- advierte que De Miracielos a Hospital, la novena obra que escribe y monta, exhibe un titulo curioso, por que “tiene una especial relación con el texto y revela cosas que una no creía que se habían escrito, pero que en esta pieza hay algo muy curioso. Empecé a pergeñar una obra sobre el tema de la muerte, pero a medida que avancé aparecieron otras cosas, como esta locación o dirección muy popular para los habitantes de Caracas, de Miracielos a Hospital, un espacio entre dos esquinas donde está ubicado además una especie de “mall” de electrodomésticos que se venden en cómodas cuotas.
-¿Qué ámbito de la muerte aborda?
-Después de haber escrito con A de ilusión, donde hablaba de la vejez, lo que me correspondía era proseguir con la muerte. Esta es la obra que más me ha costado hacer pues consumí unos cuatro años y medio y cuando me enfrenté a la ultima versión me di cuenta que, más que una pieza sobre la muerte, es sobre la incertidumbre y que la muerte es la circunstancia más incierta que tiene el ser humano.
Gehrenbeck subraya que para ambientar esa circunstancia de dos personajes que se despiertan y no saben dónde están, “las hago como pertenecer a un lugar que conocen, pero que sin embargo les ofrece todas las comodidades posibles, tales como electrodomésticos y muebles, pagaderos en cómodas cuotas, una tienda monumental, ubicada en esa locación tan caraqueña, de Miracielos a Hospital. Pero durante los ensayos me di cuenta de que estoy hablando, nuevamente, de lo femenino”.
-¿Por qué la feminidad?
-En principio porque soy mujer. Toda esa mitología acerca del misterio de lo femenino, si existe y no es un invento de los hombres. Y existe porque empieza en el páncreas, ya que hay una tendencia en la medicina que revela como las vísceras y otros órganos dentro de los seres humanos funcionan distinto según el género. Es decir, el hígado de la mujer funciona diferente al del hombre y a nosotras nos han curado según el esquema del hígado del varón; por eso ahora hay médicos especialistas en medicina de mujeres. Las mujeres somos receptoras o contenedoras de ese misterio de la vida y de la muerte. Escribo de lo que me interesa escribir, de lo que tengo por dentro. Y mi condición femenina es algo de la que me siento muy feliz. Me encanta ser mujer. Tal vez por eso mi obra termina siendo absolutamente femenina”.
-¿Pero qué pasa con María y Josefina cuando descubren que están muertas?
-Cuando ellas despiertan comienzan a sospechar que están secuestradas en una inmensa habitación con aspecto de depósito, pero cotejan ciertas experiencias y llegan a la conclusión de que sí están difuntas. A partir de ahí empiezan a descubrirse como las dos caras de una misma moneda, dos mujeres completamente distintas, pero que son la misma cosa, porque dentro de ellas habita el ser más diabólico y el ser más angelical del mundo.
- ¿A dónde quiere llegar con esta pieza?
-Proponer una reflexión sobre lo que somos los seres humanos y nada mejor que a partir de la muerte. Pero todo eso a partir de la incertidumbre, que es lo más erosivo que le puede pasar a un ser humano. En Venezuela, últimamente nos ha tocado vivir tiempos difíciles, tiempos muy movidos, que nos llevan a confrontar situaciones encontradas, pensamientos contrarios. No sabemos que es lo que va a pasar, que es lo que tenemos que hacer para estar bien con lo que supuestamente va pasar. Esas circunstancias de vivir en lo incierto pueden ser muy erosivas, al menos es lo más parecido que es la muerte. Para mí la muerte es como la incertidumbre, porque estamos en una angustia extrema, en un querer saber que podemos hacer y no hacemos nada. Nosotros con respecto a la muerte armamos unos modelos increíbles, como unas nubes o unas llamas, como modelo de explicación de que es lo que pasa. La muerte es lo más importante de la vida, pero no tiene mayores explicaciones. No pretendo dar una explicación, pero si al menos proponerle algo al público
-¿Y los hombres cómo están en esa pieza?
-En los recuerdos de ellas, en los reclamos, en la sensación de alivio cuando están enamoradas. El hombre aparece en las cabezas de estas mujeres.
Así comienza el espectáculo De Miracielos a Hospital, escrito y dirigido por la venezolana Lupe Gehrenbeck, el cual será estrenado el próximo viernes, a las 8:00 pm en el Teatro San Martín de Caracas, en Artigas, como parte del ciclo “Escrito aquí”, ambicioso proyecto liderizado, por Gustavo Ott, destinado a producir y exhibir una nueva dramaturgia latinoamericana. Esta programación ha permitido ponderar, hasta hora, piezas como Mientras amanece del barquisimetano Victor Vegas, Baby boom en el paraíso de la costarricense Ana Istarú y ha de concluir con Frida Kahlo, La Pasión del argentino Ricardo Halac, en noviembre
Gehrenbeck -desde que se graduó de bachiller, en 1977, se dedicó a las bellas artes para desarrollar ahí una intensa y valiosa hoja de vida- advierte que De Miracielos a Hospital, la novena obra que escribe y monta, exhibe un titulo curioso, por que “tiene una especial relación con el texto y revela cosas que una no creía que se habían escrito, pero que en esta pieza hay algo muy curioso. Empecé a pergeñar una obra sobre el tema de la muerte, pero a medida que avancé aparecieron otras cosas, como esta locación o dirección muy popular para los habitantes de Caracas, de Miracielos a Hospital, un espacio entre dos esquinas donde está ubicado además una especie de “mall” de electrodomésticos que se venden en cómodas cuotas.
-¿Qué ámbito de la muerte aborda?
-Después de haber escrito con A de ilusión, donde hablaba de la vejez, lo que me correspondía era proseguir con la muerte. Esta es la obra que más me ha costado hacer pues consumí unos cuatro años y medio y cuando me enfrenté a la ultima versión me di cuenta que, más que una pieza sobre la muerte, es sobre la incertidumbre y que la muerte es la circunstancia más incierta que tiene el ser humano.
Gehrenbeck subraya que para ambientar esa circunstancia de dos personajes que se despiertan y no saben dónde están, “las hago como pertenecer a un lugar que conocen, pero que sin embargo les ofrece todas las comodidades posibles, tales como electrodomésticos y muebles, pagaderos en cómodas cuotas, una tienda monumental, ubicada en esa locación tan caraqueña, de Miracielos a Hospital. Pero durante los ensayos me di cuenta de que estoy hablando, nuevamente, de lo femenino”.
-¿Por qué la feminidad?
-En principio porque soy mujer. Toda esa mitología acerca del misterio de lo femenino, si existe y no es un invento de los hombres. Y existe porque empieza en el páncreas, ya que hay una tendencia en la medicina que revela como las vísceras y otros órganos dentro de los seres humanos funcionan distinto según el género. Es decir, el hígado de la mujer funciona diferente al del hombre y a nosotras nos han curado según el esquema del hígado del varón; por eso ahora hay médicos especialistas en medicina de mujeres. Las mujeres somos receptoras o contenedoras de ese misterio de la vida y de la muerte. Escribo de lo que me interesa escribir, de lo que tengo por dentro. Y mi condición femenina es algo de la que me siento muy feliz. Me encanta ser mujer. Tal vez por eso mi obra termina siendo absolutamente femenina”.
-¿Pero qué pasa con María y Josefina cuando descubren que están muertas?
-Cuando ellas despiertan comienzan a sospechar que están secuestradas en una inmensa habitación con aspecto de depósito, pero cotejan ciertas experiencias y llegan a la conclusión de que sí están difuntas. A partir de ahí empiezan a descubrirse como las dos caras de una misma moneda, dos mujeres completamente distintas, pero que son la misma cosa, porque dentro de ellas habita el ser más diabólico y el ser más angelical del mundo.
- ¿A dónde quiere llegar con esta pieza?
-Proponer una reflexión sobre lo que somos los seres humanos y nada mejor que a partir de la muerte. Pero todo eso a partir de la incertidumbre, que es lo más erosivo que le puede pasar a un ser humano. En Venezuela, últimamente nos ha tocado vivir tiempos difíciles, tiempos muy movidos, que nos llevan a confrontar situaciones encontradas, pensamientos contrarios. No sabemos que es lo que va a pasar, que es lo que tenemos que hacer para estar bien con lo que supuestamente va pasar. Esas circunstancias de vivir en lo incierto pueden ser muy erosivas, al menos es lo más parecido que es la muerte. Para mí la muerte es como la incertidumbre, porque estamos en una angustia extrema, en un querer saber que podemos hacer y no hacemos nada. Nosotros con respecto a la muerte armamos unos modelos increíbles, como unas nubes o unas llamas, como modelo de explicación de que es lo que pasa. La muerte es lo más importante de la vida, pero no tiene mayores explicaciones. No pretendo dar una explicación, pero si al menos proponerle algo al público
-¿Y los hombres cómo están en esa pieza?
-En los recuerdos de ellas, en los reclamos, en la sensación de alivio cuando están enamoradas. El hombre aparece en las cabezas de estas mujeres.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario