Entre el teatro banal que nada aporta ni incluso ayuda a la digestión de los espectadores y el poco teatro de contenido que presenta la cartelera caraqueña, se ha colado, como cosa rara, una pieza que más allá de lo formal de su titulo y su temática, obligada a pensar en una época en que los espectadores caraqueños tenían mayores y mejores alternativas. Nos referimos, por supuesto, a Confesiones de Adán y Eva, donde nos difícil encontrar talento y ganas de trabajar de toda la gente ahí involucrada.
Mark Twain, seudónimo del escritor estadounidense Samuel Langhorne Clemens (1835-1910), está en la cartelera teatral caraqueña gracias al Proyecto Azul, el cual ha producido la versión de su relato Diario de Adán y Eva, bajo el título Confesiones de Adán y Eva. Se trata de un divertido espectáculo donde participan Oscar Aldón, Daniel Jiménez, y Gladys Prince, quien además funge como directora del minimalista montaje.
Según el criterio de María González Rouco, esta pieza literaria de Twain, de un obvio contenido religioso y teológico, es una crónica sobre el primer amor posible, un amor que se repite en cada uno de los esposos de todos los tiempos. Aunque está escrito bajo un tono risueño en el texto se detecta su contenido ético, destinado a exaltar la felicidad de la vida en pareja, la cual ha sido cuestionada desde la década de los sesenta por una serie de procesos sociales derivados del famoso Mayo Francés.
La versión que se exhibe en la Sala de Conciertos del Ateneo de Caracas, y que firman Anabel García y Gladys Prince, es una humorada que recrea las situaciones de los padres de la humanidad, Adán y Eva, según la leyenda judía, conviviendo entre ellos, conociéndose como los únicos seres humanos y hasta que llegan a la aceptación y enamoramiento total, dándole cabida además a sus dos primeros hijos, Caín y Abel. Pero que además se acompañan con un singular Dios, que resultar ser argentino.
Nada nuevo hay en que lo cuenta Twain y que los versionistas ahotra reiteran en Caracas. Es la “historia sagrada” que se conoce en la sociedad occidental y que el sistema educativo “bancario” en los siglos XX y XXI, como lo enseña Paulo Freire, ha repetido hasta la saciedad, entrando en contradicción con las investigaciones científicas sobre los orígenes del mundo y de las especies, incluida la humana. Lo novedoso del relato y su versión teatral es la combinación de las situaciones históricas con la realidad contemporánea, todo eso en medio de bromas y alusiones a momentos cotidianos. Eso al menos lo hace más digerible y hasta ilustra algunas conductas de la sociedad occidental actual.
El montaje es un derroche del talento histriónico de Daniel y Gladys. Logran sus personajes y además le dan un cierto distanciamiento que permite detectar su verdad escénica. Sin lugar a dudas que es un espectáculo didáctico, adecuado para todos los públicos, pero en especial para los liceos.
Mark Twain, seudónimo del escritor estadounidense Samuel Langhorne Clemens (1835-1910), está en la cartelera teatral caraqueña gracias al Proyecto Azul, el cual ha producido la versión de su relato Diario de Adán y Eva, bajo el título Confesiones de Adán y Eva. Se trata de un divertido espectáculo donde participan Oscar Aldón, Daniel Jiménez, y Gladys Prince, quien además funge como directora del minimalista montaje.
Según el criterio de María González Rouco, esta pieza literaria de Twain, de un obvio contenido religioso y teológico, es una crónica sobre el primer amor posible, un amor que se repite en cada uno de los esposos de todos los tiempos. Aunque está escrito bajo un tono risueño en el texto se detecta su contenido ético, destinado a exaltar la felicidad de la vida en pareja, la cual ha sido cuestionada desde la década de los sesenta por una serie de procesos sociales derivados del famoso Mayo Francés.
La versión que se exhibe en la Sala de Conciertos del Ateneo de Caracas, y que firman Anabel García y Gladys Prince, es una humorada que recrea las situaciones de los padres de la humanidad, Adán y Eva, según la leyenda judía, conviviendo entre ellos, conociéndose como los únicos seres humanos y hasta que llegan a la aceptación y enamoramiento total, dándole cabida además a sus dos primeros hijos, Caín y Abel. Pero que además se acompañan con un singular Dios, que resultar ser argentino.
Nada nuevo hay en que lo cuenta Twain y que los versionistas ahotra reiteran en Caracas. Es la “historia sagrada” que se conoce en la sociedad occidental y que el sistema educativo “bancario” en los siglos XX y XXI, como lo enseña Paulo Freire, ha repetido hasta la saciedad, entrando en contradicción con las investigaciones científicas sobre los orígenes del mundo y de las especies, incluida la humana. Lo novedoso del relato y su versión teatral es la combinación de las situaciones históricas con la realidad contemporánea, todo eso en medio de bromas y alusiones a momentos cotidianos. Eso al menos lo hace más digerible y hasta ilustra algunas conductas de la sociedad occidental actual.
El montaje es un derroche del talento histriónico de Daniel y Gladys. Logran sus personajes y además le dan un cierto distanciamiento que permite detectar su verdad escénica. Sin lugar a dudas que es un espectáculo didáctico, adecuado para todos los públicos, pero en especial para los liceos.
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