La Navidad de 1983 resultó trágica para el teatro venezolano y chileno. Durante la madrugada del 24 de diciembre, en las inmediaciones de la residencia presidencial La Casona, fue asesinado misteriosamente el exiliado actor Héctor Duvauchelle, líder de las luchas contra el general Augusto Pinochet y reconocido comediante, fundador del grupo Los Cuatro de Chile, baluarte cultural contra la tiranía.
A escasos 25 años de ese suceso, del cual nada esclarecedor se conoce, y para que nadie olvide al ausente, el artista Alberto Rowinsky y su agrupación Teatro del Silencio llevan a escena la obra Reunión de muertos en familia, la cual se podrá ver desde el próximo viernes 23, a las ocho de la noche, en la Sala Experimental del Celarg, durante varias semanas.
Rowinsky (Montevideo, 12 de noviembre de 1946) -se quedó en Caracas desde 1976, cuando vino para intervenir en el Tercer Festival Internacional de Teatro- aclara que su Reunión de muertos en familia se estrenó los días 14,15 y 16 de noviembre de 1983, durante el VI Festival Nacional de Teatro en la Sala Juana Sujo, del Nuevo Grupo. “Íbamos a realizar una temporada en enero de 1984, pero el asesinato de Duvauchelle frustró nuestros proyectos, pues él era cabeza del elenco donde participábamos Gustavo Meléndez, Esperanza Brañas, Duilio Borsch, Daniel Braguinsky y yo. Este reestreno es un homenaje al comediante ausente, ya que desde su asesinato nunca se volvió a mostrar mi pieza, porque era protagonista, el torturado. Y también es una advertencia para las nuevas generaciones, quienes deben impedir que el pasado retorne, porque las democracias están siempre amenazas por esas fuerzas imperiales, que nunca se han ido”.
OBRA CAMBIADA
La pieza ha tenido alteraciones en su texto. Ahora el personaje protagónico es una estudiante de música, Andrea, secuestrada por un organismo represivo de una dictadura latinoamericana. En la prisión es sometida sistemáticamente a todo tipo de vejámenes. En el delirio del dolor corporiza la figura de su padre, muerto el día en que se instauró el régimen de facto, con quién tenía una relación conflictiva. En las discusiones de ambos surgen varios de los problemas que complican la estabilidad psíquica y emocional de Andrea: su hermano David, muerto en un allanamiento de la policía; Iván su compañero de vida y de lucha desaparecido y la figura de la madre, único personaje que aún vive y que respalda al régimen dictatorial.
El calvario que vive Andrea, como centro de Reunión de muertos en familia, permite construir una visión de esa realidad dictatorial que las nuevas generaciones no conocen sino en el cine “Mi espectáculo intenta al mismo tiempo introducir al público en el universo inconmensurable de la mente de un ser humano que se encuentra atrapado en una situación límite, en la delicada frontera entre la realidad y el sueño, entre el delirio y la locura. Es también un viaje hacia el mundo de las relaciones entre padre e hija, entre dos generaciones que debieron enfrentar circunstancias adversas: Segunda Guerra Mundial el padre, dictadura terrorista la hija. Sueños frustrados, esperanzas, conflictos de conciencia, luchas, dudas, emigración y exilio son algunos de los elementos que teje la trama de mi obra como una gran telaraña y cuyo telón de fondo es una sociedad quebrada por el despotismo, la irracionalidad y la violencia”.
Aclara que para este remontaje de Reunión de muertos en familia participan: él, su hija Nova, Elodie Bernardeau y Félix Herrera. “Contamos con una estructura escenográfica creada por Germán Cabrera, el vestuario utilizado es sobre una idea de Silvia Inés Vallejo. Yo me encargué además de la iluminación y la dirección”.
MEMORIA HISTÓRICA
Reunión de muertos en familia primero fue un texto novelesco de 220 paginas, titulado Recordar para vivir. Pero se lo robaron misteriosamente a Rowinsky desde la maleta de su carro. Él sufrió lo indecible hasta que hizo un taller de dramaturgia con José Ignacio Cabrujas y ahí, utilizando su memoria, escribió la pieza teatral, hacia 1980, destinada a denunciar las dictaduras del cono sur latinoamericano.
Rowinsky está alerta ante los flujos y los reflujos políticos en America Latina que pueden instaurar nuevas dictaduras fascistas similares o peores a las de las décadas de los 60, 70 y 80. “Yo quiero que las nuevas generaciones conozcan, desde el teatro, que la tortura, el asesinato, la desaparición de personas y la violación sistemática de los derechos humanos, fueron parte de una siniestra cotidianeidad que tiñó de sangre, dolor y sufrimientos al continente. Fueron años de esperanzas, de entrega y sacrificio de miles de hombres y mujeres que dieron lo mejor de sí, persiguiendo el sueño de construir una sociedad diferente, basada en el respeto a la condición humana, en la justicia, en la libertad, una sociedad en la que se pudiese vivir sin terror al presente, sin miedo al mañana. Deben conocer eso para que defiendan su presente y estén alertas”, puntualiza.
LO QUE VIENE
Explica Rowinsky que con su agrupación Teatro del Silencio se mantiene fiel a sus principios de elaborar montajes que lleven a la reflexión, a la participación de la inteligencia del espectador. ”Ahora con Reunión de muertos en familia insistiré una vez más en rescatar sobre un escenario la memoria histórica de esos acontecimientos que dejaron una huella mortal en la historia latinoamericana del siglo XX. Las nuevas generaciones tienen que tener conciencia de lo que han ganado y de lo que pueden perder. Nunca más”.
A escasos 25 años de ese suceso, del cual nada esclarecedor se conoce, y para que nadie olvide al ausente, el artista Alberto Rowinsky y su agrupación Teatro del Silencio llevan a escena la obra Reunión de muertos en familia, la cual se podrá ver desde el próximo viernes 23, a las ocho de la noche, en la Sala Experimental del Celarg, durante varias semanas.
Rowinsky (Montevideo, 12 de noviembre de 1946) -se quedó en Caracas desde 1976, cuando vino para intervenir en el Tercer Festival Internacional de Teatro- aclara que su Reunión de muertos en familia se estrenó los días 14,15 y 16 de noviembre de 1983, durante el VI Festival Nacional de Teatro en la Sala Juana Sujo, del Nuevo Grupo. “Íbamos a realizar una temporada en enero de 1984, pero el asesinato de Duvauchelle frustró nuestros proyectos, pues él era cabeza del elenco donde participábamos Gustavo Meléndez, Esperanza Brañas, Duilio Borsch, Daniel Braguinsky y yo. Este reestreno es un homenaje al comediante ausente, ya que desde su asesinato nunca se volvió a mostrar mi pieza, porque era protagonista, el torturado. Y también es una advertencia para las nuevas generaciones, quienes deben impedir que el pasado retorne, porque las democracias están siempre amenazas por esas fuerzas imperiales, que nunca se han ido”.
OBRA CAMBIADA
La pieza ha tenido alteraciones en su texto. Ahora el personaje protagónico es una estudiante de música, Andrea, secuestrada por un organismo represivo de una dictadura latinoamericana. En la prisión es sometida sistemáticamente a todo tipo de vejámenes. En el delirio del dolor corporiza la figura de su padre, muerto el día en que se instauró el régimen de facto, con quién tenía una relación conflictiva. En las discusiones de ambos surgen varios de los problemas que complican la estabilidad psíquica y emocional de Andrea: su hermano David, muerto en un allanamiento de la policía; Iván su compañero de vida y de lucha desaparecido y la figura de la madre, único personaje que aún vive y que respalda al régimen dictatorial.
El calvario que vive Andrea, como centro de Reunión de muertos en familia, permite construir una visión de esa realidad dictatorial que las nuevas generaciones no conocen sino en el cine “Mi espectáculo intenta al mismo tiempo introducir al público en el universo inconmensurable de la mente de un ser humano que se encuentra atrapado en una situación límite, en la delicada frontera entre la realidad y el sueño, entre el delirio y la locura. Es también un viaje hacia el mundo de las relaciones entre padre e hija, entre dos generaciones que debieron enfrentar circunstancias adversas: Segunda Guerra Mundial el padre, dictadura terrorista la hija. Sueños frustrados, esperanzas, conflictos de conciencia, luchas, dudas, emigración y exilio son algunos de los elementos que teje la trama de mi obra como una gran telaraña y cuyo telón de fondo es una sociedad quebrada por el despotismo, la irracionalidad y la violencia”.
Aclara que para este remontaje de Reunión de muertos en familia participan: él, su hija Nova, Elodie Bernardeau y Félix Herrera. “Contamos con una estructura escenográfica creada por Germán Cabrera, el vestuario utilizado es sobre una idea de Silvia Inés Vallejo. Yo me encargué además de la iluminación y la dirección”.
MEMORIA HISTÓRICA
Reunión de muertos en familia primero fue un texto novelesco de 220 paginas, titulado Recordar para vivir. Pero se lo robaron misteriosamente a Rowinsky desde la maleta de su carro. Él sufrió lo indecible hasta que hizo un taller de dramaturgia con José Ignacio Cabrujas y ahí, utilizando su memoria, escribió la pieza teatral, hacia 1980, destinada a denunciar las dictaduras del cono sur latinoamericano.
Rowinsky está alerta ante los flujos y los reflujos políticos en America Latina que pueden instaurar nuevas dictaduras fascistas similares o peores a las de las décadas de los 60, 70 y 80. “Yo quiero que las nuevas generaciones conozcan, desde el teatro, que la tortura, el asesinato, la desaparición de personas y la violación sistemática de los derechos humanos, fueron parte de una siniestra cotidianeidad que tiñó de sangre, dolor y sufrimientos al continente. Fueron años de esperanzas, de entrega y sacrificio de miles de hombres y mujeres que dieron lo mejor de sí, persiguiendo el sueño de construir una sociedad diferente, basada en el respeto a la condición humana, en la justicia, en la libertad, una sociedad en la que se pudiese vivir sin terror al presente, sin miedo al mañana. Deben conocer eso para que defiendan su presente y estén alertas”, puntualiza.
LO QUE VIENE
Explica Rowinsky que con su agrupación Teatro del Silencio se mantiene fiel a sus principios de elaborar montajes que lleven a la reflexión, a la participación de la inteligencia del espectador. ”Ahora con Reunión de muertos en familia insistiré una vez más en rescatar sobre un escenario la memoria histórica de esos acontecimientos que dejaron una huella mortal en la historia latinoamericana del siglo XX. Las nuevas generaciones tienen que tener conciencia de lo que han ganado y de lo que pueden perder. Nunca más”.
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