martes, octubre 07, 2008

Zamora revive en la escena teatral

Sigue el teatro criollo endeudado con el general Ezequiel Zamora (Cúa, 1 de febrero de 1817/San Carlos de Cojedes, 10 de enero de 1860). Un militar y político que luchó para imponer una extensa reforma agraria a favor de los campesinos, por lo que fue asesinado misteriosamente. Pero como la historia la escriben los vencedores, en este caso la godarria que gobernó a Venezuela durante las décadas posteriores, ahora emerge un movimiento cultural revisionista que pretende rescatar la saga de ese líder popular y mostrar la verdad de lo que hizo y lo que pensaba “ese Abel venezolano”, como lo califican sus exegetas.
Afirmamos esto porque Miguel Torrense (Valencia, 22 de marzo de 1940) aceptó el reto de escribir y dirigir el espectáculo Zamora con su agrupación carabobeña Teatro Arlequín, en coproducción con la Compañía Nacional de Teatro.
En un solo acto, dividido en 13 unidades, este Zamora plasma a un grupo de universitarios del siglo XXI muy contrariados por lo que una académica conservadora expone contra el líder popular y la exaltación que ella hace de su rival, el general José Antonio Páez, la increpan y le piden permiso para realizar una exhibición teatral que ellos han preparado sobre los orígenes y las batallas que se dieron durante la Guerra Federal, haciendo hincapié en la importancia de aquel pulpero de Villa de Cura, quien que se alza el 7 de septiembre de septiembre de 1846 y proclama: “Tierra y hombres libres”, “Respeto al campesino” y “Desaparición de los godos”. Ahí actuaron Alfredo García, Maritza Mendoza, José Palma, Víctor Leal, Carmen Mendoza, Belkys Cordero, Sivino Piñango, Jhoanny Balboa, Víctor Hurtado, Haydee Herrera, Yhandany Russa y Jorman Rojas; además de la participación de Régulo Castro, Fernando Lozada y Rafael Sequera con la música, el vestuario y la escenografia.
Es una especie de viaje a través del tiempo para recordar la inhumanidad, el caudillismo y los males de la dictadura de Páez, que llevaron al pueblo, liderizado por Zamora, a la Guerra Federal en busca de un ideal de libertad y federación. El epílogo y el colofón, ceñidos al hecho histórico, acentúan la conjura que hundió a la rebelión popular y cuyas consecuencias “las estamos pagando todos todavía, porque son muy graves los daños causados a las luchas reivindicativas”, como ha expresado Torrense.
Tanto en lo ideológico como en la estructura, la pieza Zamora es perfecta, un inteligente híbrido entre la farsa clásica y la técnica brechtiana. Pero la dolorosa falla está en la realización del espectáculo, el cual carece de armonía entre sus elementos -el recurso audiovisual ensucia el discurso estético en sí mismo, por lo innecesario y la ordinariez de su realización- y las actuaciones que carecen de fuerza y verdad, y además generan una bochornosa atmósfera, típica de principiantes, a pesar de la presencia de cómicos veteranos. Creemos que con más ensayos y hasta una redefinición de la propuesta escénica, el montaje estaría a la altura del texto zamorano.
Precisamente, hay que recordar que Torrense ha sido clave para el desarrollo del teatro de varias regiones venezolanas, ya que formó notables generaciones de comediantes, como Aroldo Betancourt, Kiddio España y Grecia Colmenares, entre otros, y logró apuntalar el Departamento de Artes Escénicas de la Universidad de Carabobo con la creación del TU, agrupación que incluso obtuvo premios internacionales. También ha estado al frente del Compañía Regional de Teatro de Carabobo y, por si fuera poco, es el líder del Teatro Arlequín, con casi 48 años de labores, consecuente institución que desde 1993 dispone de un espacio teatral propio para 300 personas, un verdadero centro polivalente para las artes escénicas.
Ahora esperamos que decante el trabajo escénico con su Zamora y pueda hacer una temporada más ajustada a la buena teatralidad, un asunto que no es difícil cuando se cuenta con el tiempo a favor.
Este artista, que ha enfrentado infortunios de toda índole, “porque los enemigos no duermen”, asegura que desde 1960 no ha dejado de teatralizar la cotidianidad y ahora solo espera editar su libro donde compilará todas sus creencias estéticas, para iniciar después así una severa revisión de todas sus piezas teatrales, antes de proceder a editarlas. “No he querido editar y después corregir. Reviso y después imprimo”.


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